Los pequeños municipios de Bulgaria están experimentando graves dificultades en las condiciones de pandemia. Sus presupuestos se han reducido a la mitad y el paro ha aumentado a causa de las quiebras en masa de las empresas locales.
Uno de estos municipios es Kresna. El principal sustento de los habitantes de esta ciudad del suroeste de Bulgaria está vinculado con el tráfico turístico y de transporte. Hay más de un centenar de pequeñas tiendas y restaurantes a lo largo de la carretera internacional a Grecia, que pasa por Kresna y dos aldeas del municipio.
Casi todos estos establecimientos cerraron en el pico de la pandemia, por fuerza, por el miedo y por la falta de clientes. Quienes han retomado el trabajo son pocos y están al borde de la supervivencia, informa la corresponsal de Radio Nacional de Bulgaria.
En el pequeño restaurante de Iván, que se encuentra en la plaza, hay gente pero solo fuera. Dentro no hay nadie. Iván no quiere pensar en el invierno, que para él equivale a la quiebra.
“No hemos trabajado durante dos meses y esto dejó una impronta sobre toda la vida. Las cuentas no salen, hace falta pedir préstamos. Estamos al borde de sobrevivir. No podemos luchar contra el Estado, ya que es el que define las reglas. Ahora la temporada es favorable, la mayoría de las mesas están fuera, pero qué haremos a partir de septiembre cuando comiencen las lluvias… Lo que más nos preocupa es que vuelvan a cerrar los lugares públicos. Existe un peligro real de que esto suceda; un ejemplo de ello es Grecia, donde reinstauran las medidas antiepidémicas, sus negocios afrontan una situación precaria y se espera que en Bulgaria suceda lo mismo en septiembre”, dice el restaurador. A su juicio, la salida es: “Todos debemos escapar de Bulgaria y dejar aquí al Gobierno”.
A pocos kilómetros de Kresna, siempre en la carretera internacional que sigue el curso del río Struma, se encuentra un gran complejo hotelero, en cuyo restaurante antes era difícil encontrar una mesa libre. Ahora no hay clientes. ¿Cómo se ve la crisis a través de la óptica del personal? Tanya es la única que se atreve a hablar:
“Está vacío. Supongo que se debe a los precios más altos. La medida 60/40 no es tan mala como se comentaba en los medios informativos, ya que es una opción para sobrevivir hasta que se reinicie el trabajo normal. Lo que veo es que las medidas se desacatan en masa. La causa de nuestro descontento es la baja remuneración y el trato injusto, no tanto el miedo a la infección”.
Es poco probable que los municipios pequeños como Kresna sobrevivan al invierno, cuando se esperan las peores turbulencias económicas y una segunda ola del coronavirus. “La ayuda estatal actualmente es ínfima”, reconoce el teniente de alcalde, Pétar Petrov.
“La situación en Kresna es deplorable porque el municipio es pequeño. Hay pocas oportunidades para que la gente se gane la vida. En general, las familias se ganan la vida montando pequeñas tiendas y cafeterías. El anuncio de la pandemia asestó un duro golpe a estos negocios: todos los locales permanecieron cerrados durante tres meses. En las Oficinas de Trabajo se registraron los ocupados en el sector de la costura, donde el desempleo se disparó. El Ayuntamiento se convirtió en la práctica en el mayor empleador. La gente no deja de interesarse en las posibilidades de trabajo en el marco de diferentes programas. En realidad, desde que se declaró la pandemia no se han abierto programas de contratación, excepto el Programa Regional de Empleo,en el marco del cual fueron aprobados diez puestos de trabajo durante cuatro meses. En un primer momento el programa resuelve el problema, pero después de este periodo, los contratados en él no tienen derecho de registrarse en la bolsa de trabajo.
El presupuesto del municipio es muy reducido, unos dos millones de euros, y apenas alcanza para cubrir las deudas antiguas, explica el teniente de alcalde. Está preocupado por la llegada del otoño, ya que se espera que aumente el número de pacientes tanto con infección por coronavirus como con enfermedades respiratorias tradicionales, lo cual puede provocar el regreso de las estrictas medidas restrictivas. “Probablemente nos veamos en grandes apuros y si el Estado no nos ayuda de alguna manera, no podremos ayudar a la gente en esta situación tan difícil”, da la voz de alarma el teniente de alcalde de Kresna, Pétar Petrov.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: BGNES
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