Los días del 6 al 8 de noviembre marcan quizás una de las páginas más sombrías de la historia de Bulgaria. Hace justo 100 años, las tropas serbias ocupaban las regiones de Tsáribrod, Bosilegrad y Strumica a raíz del Tratado de Neuilly de 1919, suscrito al final de la Primera Guerra Mundial. La región geográfica de Macedonia acabó repartida entre Grecia y Serbia, mientras que a Bulgaria sólo le correspondió la región de la montaña de Pirin, pero sin incorporar la zona de Strumica, que había llegado a formar parte de Serbia. Como potencia perdedora en la guerra, pese a no haber cedido territorios en las batallas de la contienda, Bulgaria se vio privada a la fuerza de tierras genuinamente búlgaras. Los antiguos territorios occidentales, de una extensión de 1.545 kilómetros cuadrados, que incorporaban 25 aldeas y parte de los términos municipales de las ciudades búlgaras de Tran y Kula, fueron partidos por la llamada “frontera negra” y se quedaron dentro de los confines de Serbia. Aquella partición afectó a casas, patios, sembradíos, manantiales, pozos, camposantos, iglesias, familias, quedando destrozados 64.509 destinos humanos.
Los días de la invasión serbia, sin la resolución definitiva de la comisión internacional que debería fijar la frontera estratégico–militar con Bulgaria, no fueron elegidos al azar: coincidían con los días de la derrota de Serbia en las inmediaciones de la ciudad búlgara de Slívnitsa en 1885, en la Guerra Serbo–Búlgara, en la que los mandos búlgaros con rango de capitán triunfaron frente a los generales serbios.
Para conmemorar el aciago acontecimiento del año 1920, el 8 de noviembre ha sido proclamado en Bulgaria Día de los Territorios Occidentales Búlgaros.
Rememorando el triste aniversario, dirigimos la mirada a los búlgaros de esos territorios, quienes han conservado la memoria de sus antepasados y su conciencia nacional búlgara. A pesar de encontrase muy cerca de Bulgaria, los búlgaros de esos territorios se sienten casi como viviendo en otro continente.
”La pandemia de Covid–19 ha agudizado aún más esta sensación”, dice Alexándar Dimitrov, presidente de la Asociación Búlgara Glas (voz, en español), en una entrevista con Radio Bulgaria. A su juicio, los búlgaros de los antiguos territorios occidentales necesitan garantías de una reconsideración de la política integral de Bulgaria con respecto a las comunidades búlgaras en el extranjero. La causa estriba en el despoblamiento a ritmos cada vez más acelerados de las zonas de Bosilegrad y Tsáribrod. Por la falta de formas de sustento seguras, los búlgaros van abandonando esas regiones en pos de un porvenir mejor. Alexándar Dimitrov pone el ejemplo de la política concreta y consecuente promovida por Hungría con respecto a los grupos minoritarios húngaros en el mundo.
“Para obtener la ciudadanía búlgara, los búlgaros de Serbia deben transitar por un montón de trámites en un proceso que se prolonga de tres a cuatro años, en tanto que los húngaros consiguen su ciudadanía en sólo seis meses. Consideramos los antiguos territorios occidentales como territorios búlgaros genuinos y por esto es bueno pensar en lo que habrá pasado aquí dentro de treinta años. Me temo que tras este período no habrá quedado gente”.
Como presidente de la Asociación Búlgara Glas, Alexándar Dimitrov también continúa desarrollando actividades educativas y culturales, pero el grueso de las iniciativas planeadas para el año en curso se han ido malogrando por la pandemia de Covid–19. No obstante ello, Alexándar no pierde la esperanza de que al terminar la pandemia, secundado por sus correligionarios, podrá segura manteniendo despierto el espíritu y los ánimos de los búlgaros de los antiguos territorios occidentales de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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