Poeta, escritor, artista del pincel, músico. Es una personalidad polifacética que odia lo uniformado y guarda celosamente su espontaneidad, la baza más recia que tiene a la hora de dedicarse a cualquier cosa. Rosen Karamfilov se vale de cada una de sus dotes para transmitir un mensaje concreto a la vez que para curar el alma humana. Dialogar con él es un privilegio que trasciende las circunstancias o entornos evidentes en los que, imperceptiblemente él va impartiendo sus numerosas lecciones.

Confiesa que lo peor de la pandemia se ha traducido en su capacidad de confrontar a numerosas personas con otras muchas. Por lo demás, consigue domar el confinamiento y sacar provecho del mismo.

”El aislamiento lo he convertido en una ventaja −opina tajante− . El tiempo de ocio que me queda en casa lo empleo para ensayar canciones, pintar cuadros o escribir. Procuro no quedarme inactivo ya que, si no, me volvería loco. La inactividad en medio de una situación como la actual es algo nefasto para mí. La pandemia ha traído un beneficio, ya que la gente se ha puesto a reflexionar sobre su propia conducta. Soy de a opinión de que vamos encarrilados hacia el momento en que emergeremos de todo hechos personas muy mejores. Probablemente éste sea el sentido de la actual prueba a que estamos sometidos".

Lo que le incomoda y más echa de menos es el contacto directo con el público, que de momento sigue siendo impensable. No obstante, también en medio de la pandemia que se ha transformado en la obsesión de nuestra vida en el último año, la voz del joven artista continúa siendo fuerte e inconfundible. Cuando se anima a hablar sus palabras apuntan siempre a la médula de los problemas públicos más acuciantes. Lo que invariablemente acompaña cada minuto de su vida es la labor inherente a su misión: cuidar y hablar del patrimonio y la impronta que ha dejado en la cultura de Bulgaria su padre, el ilustre artista del pincel nacional Kolyo Karamfilov.

En las jornadas de confinamiento forzoso Rosen ha refundido y reeditado su primera novela De rodillas, dedicada al repentino fallecimiento de su padre a comienzos del año 2014.

”Una de las valiosas cualidades de este libro es que el mismo es una llaga abierta , palpitante que uno puede ver y sentir muy serenamente y , junto con el protagonista de la obra, vivir su cicatrización −explica Rosen Karamfilov− . Cuando un ser humano se encuentra distanciado, incluso un ápice, de esta tristeza, es capaz de mirar con mayor nitidez y ver en qué se ha equivocado. Me resultó un desafío enorme volverme a meter en mi pellejo de antes. A fecha de hoy soy una persona mucho más feliz y serena. Por esto procuré meter la nota suavemente inquisitiva de ¿qué ocurriría si el protagonista decidiera tomarse un sorbo de aire?”.

Rosen es la prolongación de lo que Kolyo Karamfilov hubiera sido hoy en día. Es la continuación de aquella personalidad rebelde, de presencia innovadora que fue transformando el arte búlgaro tras los cambios democráticos en el país y marcó el principio de las manifestaciones vanguardistas del grupo de artistas Canto, de la ciudad de Plovdiv, del que también formó parte Kolyo Karamfilov. La posibilidad de describir la personalidad y el talento de su padre ante un extranjero que ignore su vida creativa, ha sido un reto por el que Rosen se ha sentido atraído.

"He comentado también en ocasiones anteriores que, para mío, el arte de Kolyo Karamfilov es un grito, lanzado en una estancia silenciosa, de que sí hay Dios. Es una percepción distinta de lo figurativo, de la composición, de los símbolos. Es que lo esencial en el arte de mi padre eran sus símbolos que él, sin embargo, llamaba signos. Ya sean un ojo, un pie humano, una cruz o una casa, se trata de las cosas fundamentales que son el hogar, la fe, los sentidos. Respecto a su arte, puedo decir que no ha sido parlanchín ni sobrecargado. Él fue conciso al máximo y absorto en su profunda espiritualidad interior”.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: Facebook /Rosen Karamfilov