Radostín Cholakov, de 15 años y nativo de la aldea de Barutin, en la montaña Ródope, lleva ya seis años tratando de humanizar a las máquinas. Como si fuera un alien de un planeta técnicamente avanzado, Radostín posee conocimientos que no podría adquirir ni en la escuela rural que está al borde de la supervivencia, ni en su humilde casa.
“Desde muy pequeño tengo curiosidad por aprender más y he experimentado con todo tipo de cosas –cuenta en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria– . Entonces no teníamos teléfonos y ordenadores, pero cuando veía que alguien tenía una tecnología más moderna le preguntaba qué se puede hacer con ésta y mi interés iba creciendo.
Cuando me regalaron un teléfono y un ordenador comencé a hurgar en las herramientas para ver qué pasaría y hubo veces que las averié. Así, con el tiempo comencé a aprender algunas cosas”.
Mientras asistía a las clases en la escuela de Barutín, sus profesores reconocían que no tenían qué enseñarle si los ordenadores formaban parte de las clases. Lo único que podían hacer era alentarlo a que siguiera el camino que había elegido. Así, apenas con 12 años, con experiencia acumulada en la programación, Radostín ganó un concurso de Google por el diseño de aplicaciones de voz. El premio de 2.400 dólares lo invirtió en equipos técnicos para poder crear aplicaciones móviles y proyectos de soporte lógico.
Radostín creó AnyGoal, una aplicación que ayuda a las personas a observar cómo avanzan en el logro de sus metas, así como la prolongación AnyGoal Challenges, en el cual los consumidores topan con retos que les motivan a progresar en su desarrollo personal. En estos momentos trabaja en un proyecto IT que comprende el idioma búlgaro.
“El proyecto se titula АзБуки.ML y es una plataforma para intelecto artificial que procesa una lengua humana –explica Radostín– . La idea es que sea una alternativa de plataformas semejantes mayores que hacen un análisis gramatical de las emociones en el texto en inglés o en otro idioma”.
Radostín utiliza las llamadas redes neuronales que aprenden de un enorme número de textos para poder sentir cuál de ellos es positivo y cómo pueden extraer la emoción. La Academia de Ciencias de Bulgaria ha tendido la mano al joven inventor ofreciéndole su base de datos.
“Si toman decenas de miles de comentarios de Internet y los introducen en el programa, lo que hacen en realidad es mostrarle cuáles de ellos son positivos y cuáles son negativos –prosigue Radostín– . De este modo el programa analiza todos los comentarios y ve cuáles son las posibles palabras positivas, incluso comienza a comprender el sentido, no solo a nivel de palabras, sino a nivel de oraciones, contexto y hasta cierto grado a nivel de ironía. Todo esto sucede con la ayuda de las redes de neuronas que comprenden modelos y cuando se les ofrece un texto nuevo el programa encuentra la semejanza con un modelo ya analizado”.
A juicio de Radostín, su invento puede aplicarse en diferentes actividades, comenzando por pequeñas referencias a largas noticias llegando a las comas en las oraciones, desde el análisis de los comentarios bajo los productos en la red hasta la conversión del sonido en un texto.
A pesar de que todavía es alumno en el Colegio de Matemáticas de la ciudad de Plovdiv, el talentoso chico adivina su futuro como si lo viera en una bola de cristal, estará al frente de una compañía propia de soporte lógico que elabora productos útiles para las personas. Mientras, siendo todavía simplemente Rado, de la aldea rodopiana de Barutín, lanza un mensaje único: no importa dónde ha nacido uno y el medio en que crece, lo importante es que encuentre su camino y que deje un rastro en él.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: schoolnews-bg, volontime.com, Facebook / @AzBuki.MLUn joven de 24 años que es ciudadano de Italia y que nunca ha vivido en Bulgaria desea transmitir el amor por la lengua materna y por la lejana patria a los niños búlgaros en Roma. Para Gueorgui Dimitrov, Bulgaria no es una noción abstracta y su trabajo..
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