Un pequeño templo que encontró sobre un pedazo de roca refugio de las aguas a su alrededor guarda historias de un dilatado período: desde la Edad Media hasta la Modernidad. Pese a haberse ido los numerosos acontecimientos, sucesos cotidianos y fenómenos naturales con el paso del tiempo, lo más desastroso entre ellos fue lo que ocurriera en el siglo pasado cuando por voluntad humana el agua acabó sepultando a toda una aldea.
En los años 70, el Gobierno resolvió borrar del mapa al pueblo de Pchelintsi, dejándolo sumergido bajo las aguas de una presa de reciente construcción. Han sobrevivido del núcleo poblacional de antaño, del municipio de Kovachevtsi, como sendos mudos testigos de aquella barbarie, la capilla de San Juan de Verano, dos casas, la escuela y una parte del cementerio del pueblo.
”Estábamos incomunicados, no había transporte, cerraron las escuelas −rebobina en el tiempo Parván Lázarov− . Los jóvenes se escapaban para ir a vivir en las ciudades, y cuando desalojaron a las personas de la tercera edad, la mitad de ellas murieron de la angustia que sentían”.
Por las obras de construcción de la represa Pchelina (en español, El Colmenar) los habitantes del pueblo se dispersaron, yendo a vivir la mayoría de ellos al llamado barrio Pchelina, en la ciudad de Rádomir, a medio centenar de kilómetros de Sofía. El resto se asentaron en ciudades y aldeas cercanas. Con el fin de conservar la memoria de su terruño ahogado, quienes fueron vecinos antaño de este pueblo, han construido un monumento en el patio de la escuela superviviente, y desde 1975, mantienen cada año reuniones de paisanos. El recuerdo del pueblo es lo más entrañable que en su fuero interno guardan los antaño moradores, y sus descendientes, en tanto que os turistas acuden a aquellos parajes para, sobre todo, visitar el solitario templo. Por el bajo dintel de la capilla se entra en ella inclinando uno la cabeza, como si hiciera una reverencia. Afuera hay un banco blanco que invita a sentarse, contemplar, reflexionar y evocar recuerdos.
”Antaño tenía la gente pocas capacidades, y los templos que hacían eran de dimensiones muy modestas −dice Milena Karamfílova, gerente del Museo Regional de Historia de la ciudad de Pernik− . El estudioso Stamen Mijáilov señala que la construcción del templo se remonta a los siglos XV al XVI pero hay allá una lápida con fecha del año 1350. Nadie es capaz de decir a ciencia cierta si habría sido aquél el año verdadero de la construcción del templete. Cabe la posibilidad de que se le reconstruyera posteriormente. Su arquitectura es típica para la comarca: es una pequeña edificación, con base un tanto hincada en el suelo. La capilla, situada en la roca sobre la represa, es recordatorio de que la fe siempre se mantendrá por encima de los humanos para guiarlos sean cuales sean las iniciativas que promuevan”.
Por desgracia, unos vándalos destruyeron la mayoría de frescos murales de los siglos XV y XVI, agujerearon los ojos de los santos y garabatearon en las paredes palabras impías. No obstante, algunas de las efigies siguen aún fáciles de distinguir. Son las imágenes de los santos Teodoro Tirón y Teodoro Estratilato, de los santos Constantino y Elena y de la Virgen en la ábside del altar.
Se ha dedicado a la conservación de la capilla Radoslav Alexandrov, quien vio, primero con sus ojos infantiles, el templete rodeado por las aguas de la presa.
”A menudo voy allá y siempre me he ido fijando en lo profanados que estaban los frescos −dice él− . Me dolía mucho verlos así y no dejaba de preguntarme si habría alguien que los restaurara y conservara. Me puse en contacto con Kitán Kitanov, restaurador excelente del Museo Arqueológico, quien me prometió que entre los dos haríamos todas las gestiones. Ahora estamos iniciando una campaña de recolecta de fondos”.
La portezuela de la capilla lleva años sin estar cerrada con llave. Obedece, confiada, a la mano que la toque y deja entrar hospitalariamente, por igual, a creyentes y a pecadores armados de sprays.
Adaptado por Diana Tsankova en base a un reportaje de Elena Tamakyarska
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: archivo
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