Casi un 85% de los desechos en las aguas de los mares en la Unión Europea son de plástico, siendo la mitad de ellos productos desechables, y un 27% piezas de avíos de pesca. Cada año centenares de voluntarios en Bulgaria se incorporan a diversas acciones de limpieza de montañas y franjas playeras, recogiendo toneladas de residuos. A pesar de las campañas que promueven la recogida selectiva de residuos, sigue resultando difícil alterar los hábitos, sobre todo en los pequeños núcleos poblacionales en los que algunas personas siguen arrojando sus desechos en embalses, barrancos y toda clase de vertederos no reglamentados. Por otra parte, empero, no deja de aumentar el número de jóvenes que, habiendo tomado conciencia del impacto perjudicial del plástico, utilizan envases de metal o vidrio para sus alimentos y bebidas. Han dejado de emplear los dañinos envases y productos de uso no reiterado, mientras el resto de los búlgaros ahora tiene que atender a la directiva europea que prohíbe el uso de estos últimos, en vigor desde el pasado día 3 de julio.
Se espera que en los próximos meses el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Hídricos de Bulgaria transponga estas exigencias a la legislación nacional y vaya vigilando su cumplimiento.
“Se trata de un objetivo preparado desde hace mucho y el cual por primera vez cuenta con un marco legal”, dice en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria Radán Kanev, vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo. Sin embargo, ¿se encuentra Bulgaria preparada para aplicar estas exigencias en la práctica?
“La transposición de la directiva tiene unos plazos que son de cumplimiento obligado −señala Radán Kanev−. El problema es que los representantes de las pequeñas empresas no están informados de lo que habrá que hacer en lo sucesivo. Nos encontramos al comienzo de la temporada turística estival y, si las empresas en el mercado no están preparadas, significará que todos estos productos se irán usando durante todo el verano”.
Fuera de las instalaciones turísticas, los búlgaros deberán desistir de usar pajitas, tenedores, cucharas, cucharillas, vasos, platos y cajas de plástico; todos ellos productos que siguen usándose en fiestas, eventos culinarios, festivales, etc. Los cambios se van operando con lentitud, máxime cuando estos hábitos perniciosos se han ido arraigando durante años. Ahora, en el mes de julio, los búlgaros cuentan con la oportunidad de sumarse a la iniciativa mundial “Sin plástico en julio”, que en Bulgaria se organiza por cuarto año consecutivo.
“Lo más fácil es proveerse de una botella de metal o vidrio para llenársela de agua, en vez de una de plástico −sugiere Eleonora Yósifova, miembro de la asociación ecologista Por la Tierra−. Son cada vez más numerosos los cantineros y camareros de establecimientos gastronómicos y bares al aire libre en festivales que se alegran de ver a clientes que llevan sus propios vasos para las bebidas. Uno puede llevarse al centro de trabajo un táper reutilizable en el que le despachen la comida, en vez de emplear un recipiente desechable”.
La limitación del uso de productos de plástico, amén de sus efectos positivos, acarreará un encarecimiento de la producción, un alza de los precios y recortes de personal.
“Esperamos que esta directiva, en los años siguientes, sufra una evolución y acabe enfocada en la economía circular, en vez de desplazar simplemente el foco de atención de un producto desechable a otro, aunque sea ecológico este último −señala Teodora Mladénova, subdirectora de una de las mayores empresas fabricantes de envases en Bulgaria−. Se trata, más bien, de alentar a la sociedad a aprovechar y reciclar los desechos”.
Stoyán Vakaréev, director ejecutivo de una de las empresas más importantes de fabricación de productos de plástico, que probablemente sufrirá enormes pérdidas, opina otro tanto:
“Hay que enfatizar en la recogida selectiva y el reciclaje de desechos y residuos, terrenos en los que hemos trabajado bastante hasta ahora. El tipo de plástico que empleamos es reciclable, mientras que nadie dice ahora si el producto biológico que le sustituya se prestará a reciclaje”.
Es obvio que el papel no es una alternativa, puesto que su producción implica destruir numerosos árboles.
Adaptado por Darina Grigórova a base de entrevistas de Radio Nacional de Bulgaria
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: breakfreefromplastic.org, BGNES
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