Más solitarios, más desconfiados en el contacto emocional, pero como siempre ansiosos de intimidad. Las evidentes consecuencias y traumas que experimentamos por el hecho de haber estado alejados nos mueven a formularnos muchas preguntas: ¿Cuánto tiempo, después del auge de las vacaciones de verano, lograremos retener la sensación de haber retornado a la normalidad? ¿Cuáles son las dimensiones que adquirirán la conectividad, el apego y la empatía? ¿Lograremos alguna vez recuperar la vida de antes?
“Después de tanto tiempo aislados emocionalmente llegamos a acostumbrarnos a esta situación”, dice el psicoterapeuta y especialista en psicoanálisis Ognian Dimov. “Esto, empero, es muy peligroso, ya que comienzan a aflorar en nosotros nuestros grandes traumas del pasado y nuestros vacíos emocionales. Vemos que estamos solos con nuestros problemas internos que, al fin y al cabo, radican en la necesidad de comunicarnos. De este modo, encerrados en un círculo vicioso, resulta muy difícil encontrar una salida”.
¿Cuáles son los grupos de personas que abandonarán la pandemia con mayores traumas psicológicos?
“Lo que más me ha sorprendido es que los adolescentes hayan resultado tan sensibles ante lo que sucede en el mundo social”, responde el especialista. “Esto es fácilmente explicable, ya que a esta edad se forjan los contactos más sustanciales, y éstos se han visto limitados por la situación. En lo que se refiere a las personas en edad adulta, parece que no estaban preparados para enfrentarse a lo que habían dejado en segundo plano antes de la pandemia: el vínculo con la pareja y la relación emocional con los hijos. De repente se dieron cuenta de que ya no era posible disimular. En realidad, mucha gente evalúa el vínculo con la pareja y con sus hijos desde un punto de vista cuantitativo, y no como una oportunidad de entregarse al contacto”.
A juicio de Ognian Dimov, los ancianos que observan el mundo desde las ventanas de sus casas experimentan en grado mayor la sensación de soledad, lo que lleva a sus problemas y vacíos emocionales del pasado a apoderarse de ellos. No obstante, sin importar a qué generación pertenezcamos, para todos nosotros resulta difícil hacer frente al confinamiento y tener bajo control el miedo a quedarnos solos.
“Con gran dificultad retomaremos el contacto, ya que hemos acumulado muchos miedos respecto a otras personas”, continúa el especialista en psicoanálisis, tratando de predecir la vida que vendrá después. “Mientras que antes de la pandemia nos comunicábamos de una manera inconsciente y caótica, en el último año nos hemos visto obligados a distanciarnos, y los miedos han comenzado a prevalecer. Es decir, en una situación común y corriente afrontábamos con dificultad los pequeños miedos cotidianos. Ahora, si no encontramos la manera de ser conscientes de lo que está sucediendo, si no tenemos el coraje de abrir nuestro corazón al otro y continuar la vida de una manera normal (ya que las personas necesitan los compromisos sociales), todo esto puede tener un impacto nefasto sobre nuestra psique y nuestra vida en general”.
“Un día, cuando las mascarillas ya no sean necesarias, deberemos volver a aprender las destrezas sociales. Y, sobre todo, no debemos tener miedo de establecer contactos emocionales”, subraya el especialista. “Por mucho que nos encerremos detrás de paredes de cristal convenciéndonos de que nuestro hogar es un refugio, esto no dejará de ser un mundo imaginario, una ilusión, un ancla imaginaria. Por mucho que tratemos de alejarnos del prójimo no lograremos erradicar la necesidad de intimidad”. Por esto, Ognian Dimov aconseja: “Es bueno pensar en cómo protegernos, aun corriendo el riesgo de establecer contacto, en vez de renunciar a toda comunicación”.
Por Diana Tsankova
Fotos: archivo, Pixabay, BNR Varna
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