Staro Zhelezare ha cobrado hace ya muchos años fama de aldea de las artes, transformada en una parte de un proyecto artístico de gran envergadura. Ahí uno puede aparcar el coche en la plaza pueblerina y sumirse en un mundo surrealista en el que lo imposible se ha materializado en las muros decenas de casa de la aldea. ¿Habrá acaso, un otro lugar en que se pueda ver a Karl Lagerfeld abrazando a su gato blanco, en tertulia con las abuelas de la aldea, o a Orfeo, acompañando con arpa a Peter Deunov, tocando el violín? Muy cerca de ahí el androide C–3PO de La Guerra de las Galaxias mece a la tabernera del pueblo, sentada en el columpio al lado de Yoda. Las efigies de la princesa Diana y de Míster Bean adornan los aseos pueblerinos en la carretera central. A dondequiera que mire uno ve dibujados bromistas locales, básicamente ancianos luciendo trajes típicos de la comarca y charlando con estrellas del cine y la música, al igual que con políticos.
Los promotores de este peculiar proyecto que ha transformado Staro Zhelezare en un destino para el arte callejero de talla mundial llegaron a Bulgaria desde Polonia. El matrimonio artístico que forman Katarzyna y Ventsislav Piryankov lleva ya una decena de años insuflando vida, con el respaldo entusiasta de los lugareños, a esta aldea de los Antebalcanes, una cadena montañosa de Bulgaria central. Él es búlgaro y, ella, polaca. Viven en la ciudad de Poznan, en la que disponen de un taller artístico y dirigen una escuela de dibujo, pero sus corazones se han enamorado de esta aldea. Cada verano, los dos se alojan en la casa de los abuelos de Ventsislav y dan rienda suelta a su imaginación. Invitan asimismo a sus estudiantes polacos para que aprendan cómo se hace el arte callejero en los muros de las casas pueblerinas.
Actualmente los Piryankov trabajan en su proyecto predilecto: la calle MoMA (acrónimo del Museo de Arte Moderno de Nueva York). Gracias a ellos las obras más emblemáticas de la colección del museo neoyorkino acaban accesibles, al aire libre, y uno hasta puede rozarlas con la mano al deambular por las polvorientas callejuelas de la aldea.
“No dibujamos únicamente personalidades. Tenemos aquí una calle entera con obras de arte de la galería MoMA de Nueva York –dice Katarzyna– . Si la gente no puede ir a Nueva York para visitar el museo y ver esas obras ¿por qué entonces no acercárselo a ella? Los fines de semana llegan turistas con el objetivo concreto de ver lo que hemos creado aquí. Acogemos también a grupos organizados, son solo de Bulgaria. En septiembre suelen llegar grupos de Países Bajos y Bélgica. En la guía turística que llevan para el viaje hay dos páginas completas dedicadas a Staro Zhelezare”.
Ante los atónitos ojos de los extranjero aparecen cuadros de Edvard Munck, Marc Chagall, Paul Gauguin y René Magritte, entre otras muchas obras de famosos artistas, sobre el telón de fondo de leña, negligentemente dispersa, para calentarse en invierno, y unas gallinas deambulando sin rumbo ni dirección por la calle. Los Piryankov esperan la llegada de sus discípulos en agosto cuando en la calle MoMA serán recreadas obras nuevas del arte contemporáneo, al tiempo que las efigies de celebridades mundiales al lado de gente común y corriente de la comarca.
“Todos los dibujos se encuentran interrelacionados ya que nuestro proyecto está socialmente comprometido –explica Katarzyna– . Se proyecta a la gente y trata de puntos de vista y temas distintos. No sólo procuramos obtener efecto decorativo y atractivo sino decir algo más, sobre la utopía, la época. En el centro de una de las plazas hemos edificado una pirámide de metal, una especie de instalación mágica tetraédrica. Dentro de ella se guardan los valores más preciados de la aldea, todos ellos simbólicos pues se trata de diversos recuerdos e historias de los lugareños”.
Staro Zhelezare lleva ya años convertida en una obra del arte moderno porque, como reza una de las consignas del festival pueblerino de arte callejero, que se organizaba en esta aldea antes de advenir la pandemia, ”La vanguardia auténtica nace en el campo”. La aldea de Staro Zhelezare es la prueba viviente de ello.
Versión en español de Mijail Mijailov
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