Hace sólo una decena de días, la cuarta ola de Covid-19 a la que hacían referencia los expertos sanitarios en Bulgaria tenía visos de una borrosa quimera y no despertaba una preocupación especial entre los búlgaros. Muchas personas, ansiosas de disfrutar del mar y de las vacaciones tras los duros meses de pruebas y confinamientos, hicieron caso omiso de las advertencias y se lanzaron a la aventura. El bajo porcentaje de las infecciones desplazó, aparentemente, la vigilancia de las autoridades sanitarias en las campañas de vacunación –como medidas de prevención única– a expensas del control de fronteras, el uso de mascarillas y la desinfección sistemática. Por otro lado, una parte de los búlgaros no ha acabado de entender que la vacunación no es capaz de eliminar la amenaza de contagio y transmisión de la enfermedad. Los balnearios marítimos en el litoral búlgaro del mar Negro se fueron abarrotando de veraneantes con afluencia de turistas búlgaros y extranjeros.
Los resultados no se hicieron esperar. La cifra de las personas infectadas fue subiendo y las unidades de COVID fueron colmando rápidamente su capacidad para atender a pacientes en estado grave. Las causas de todo ello, desde luego, residen en la confluencia de un conjunto de factores. No obstante, es ya hora de buscarlas y de detectarlas, porque todo error que se mida en una vida humana cuesta caro. Vamos a poner a título de ilustración el aeropuerto de Sofía, primera puerta de entrada a Bulgaria de eventuales portadores de Covid-19.
A su llegada a Bulgaria, procedentes de, por ejemplo, Malta (país en la zona roja), los pasajeros deben presentar un certificado COVID digital y un resultado de prueba PCR realizada 72 horas antes de su llegada. Hasta aquí todo está bien, pero únicamente si los pasajeros son sometidos a un control estricto por las autoridades sanitarias. Liubiana Ivanova, farmaceuta que lleva muchos años residiendo y trabajando en Malta, traza otro cuadro de lo que vivió en su reciente llegada a Bulgaria, unos cuantos días atrás: “Cuando íbamos bajando del avión éramos unas 60 personas. Cruzamos por el área de control de pasaportes en tres ventanillas, luego sólo había una funcionaria que inspeccionaba los certificados de vacunación de los pasajeros que llegaban. Ella, sin embargo, estaba desbordada, ya que le resultaba prácticamente imposible vigilar todos y cada uno de los tres flujos de personas que transitaban simultáneamente por el área. Vi con mis propios ojos cómo a nuestro lado -que habíamos sido inspeccionados- iban circulando personas que no enseñaban documento alguno. Abandonaron muy tranquilamente la zona sin ser registradas para ser sometidas a cuarentena”.
Cuando Liubiana emprendía el camino de regreso a Malta la situación era más estremecedora todavía. A las 4:20 horas de la madrugada apenas funcionaban 5 ventanillas, en las que eran atendidos centenares de pasajeros que formaban una enorme cola. Formar una cola así, junto con la verificación de los pasaportes, le llevaba a uno más de una hora, y en el salón del aeropuerto iban paseándose en libertad personas sin mascarilla. A los cinco días de su llegada, la búlgara descubrió que se había contagiado. “Estoy segura de que ocurrió en el aeropuerto, y no soy un caso aislado, ya que una amiga mía, que aquel mismo día partía para Francia, también acabó dando positivo”, destaca Liubiana.
Malta es uno de los países de alta cobertura de vacunación, ya casi el 89% de su población se encuentra inmunizado. A comienzos de julio, con la apertura de la temporada turística, el número de contagios fue en aumento debido a omisiones y deficiencias en la organización en el aeropuerto de ese país. La reacción de las autoridades sanitarias locales fue muy rápida: “Se tomaron inmediatamente medidas y los casos fueron bajando -señala Liubiana-. Se hizo una remodelación de todo el aeropuerto, comenzaron a funcionar nuevas ventanillas y aumentó el número de las personas contratadas para inspeccionar y atender a los pasajeros. La acertada organización del aeropuerto maltés redundó, en unos pocos días, en unos resultados muy eficientes”.
Las conclusiones nos las hemos de sacar nosotros mismos, pues, de lo que se trata es de tener prioridades y asumir responsabilidades.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, Pixabay, archivo personal
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