Las personas mayores, los sintecho, las mujeres en situación desaventajada, los refugiados que buscan amparo y asistencia por parte del Estado forman algunos de los grupos más vulnerables de personas a las que procura ayudar la ONG Cáritas−Bulgaria. Los voluntarios de esta organización están convencidos de que el derecho a una vida digna, serena y segura es un derecho inalienable de cualquier ser humano, independientemente de su raza, sexo, estado social o religión. La organización, creada en 1993 y adscrita a la Iglesia Católica en Bulgaria, cuenta con dos centros diurnos para personas de la tercera edad, un centro para mayores con discapacidades y un centro de rehabilitación y reinserción social de niños y jóvenes con discapacidades, entre otros.
La organización tampoco ha despreciado el respaldo que ha de proporcionar a la gente joven, deseosa de dedicarse a diferentes causas de voluntariado. Se ha creado con este fin la plataforma Young Caritas por la que, amén de los búlgaros, muestran también interés personas del extranjero.
“Se trata de una plataforma de voluntarios jóvenes que se propone alentar a gente joven con capacidades de líderes en la materialización de causas del voluntariado. Los temas para las actividades las sugieren los propios voluntarios, y lo que nosotros hacemos es respaldarlos y ayudarles a que los lleven a la práctica. Este proyecto ha cumplido ya un año de existencia y dispone de su propio centro, acondicionado y mantenido por los voluntarios, en el que se pueden organizar diferentes eventos y tipos de formación. En el transcurso de esta labor han sido enviados a Bulgaria grupos de scouts de Francia, quienes deseaban hacer en Bulgaria su trabajo práctico de voluntariado. La mayoría de ellos pretendían quedarse un mes en Sofía y desempeñarse en diversos centros”, explica Vijren Mitev, de Cáritas–Sofía, quien dirige el proyecto juvenil.
Forman parte de los scouts galos Marie y Hugo. Se trata de su primera visita a Bulgaria, y su estancia de un mes acá ya va tocando a su fin.
“Estábamos enterados, al principio, de la existencia en Sofía de numerosas iglesias y de una mezquita bastante notorias —dice Hugo en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria—. También teníamos información sobre la hermosura del mar Negro. Tuvimos la oportunidad de trasladarnos allá y estuvimos, de veras, muy impresionados por lo que fuimos viendo. Nos sentimos asimismo fuertemente interesados por la multitud de monumentos culturales en Sofía. Llevamos tres semanas en Bulgaria, y en la última semana de nuestra estancia visitaremos el Monasterio de Rila y Los Siete Lagos de Rila”.
Se informó por internet de la posibilidad de viajar a Bulgaria, conociendo las buenas impresiones que de este país habían tenido otros scouts franceses. Marie describe sus primeras impresiones de Bulgaria en los siguientes términos:
“Hacía calor, el termómetro debía de marcar unos 40 grados centígrados. La gente nos trataba muy bien, todo el mundo era cortés y risueño. Estamos disfrutando nuestra estancia aquí, es increíble”, dice la joven. Señala que encuentra como algo capaz de provocar leve confusión la forma en que en Bulgaria se dice sí y no moviendo la cabeza, ya que es la opuesta a la que se ha adoptado en Europa. Dice que su estancia en Bulgaria le ha dado la sensación inapreciable de estar haciendo algo útil. En todos los centros que los dos scouts franceses iban visitando se sentía la necesidad de mejoras, reparaciones o asistencia por parte de algún empleado del personal. Pese a que aquellos sucesos no fueron la parte más divertida de su estancia en Bulgaria, confiesan que ha sido la parte que mayor satisfacción les ha proporcionado al comprobar dejar tras de sí algo mejor.
Adaptado por Yoán Kolev en base a una entrevista de Bozhidar Yanev
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Facebook/CaritasSofiaBG
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