Al comparar el pasado y el presente de las aldeas de Bulgaria, la atención se suele centrar necesariamente en las escuelas de los pueblos del país. La escuela se ubicaba, por lo general, en un edificio de locales espaciosos y altas ventanas a través de las cuales pudiera penetrar mucha luz para los menores que se iniciaban en el saber.
Hoy en día, empero, en numerosos lugares las escuelas pueblerinas aparecen como los monumentos más tristes del abandono y la ruina, a consecuencia del despoblamiento de las zonas rurales. Los grandes edificios de las escuelas, construidos en los años 50 y 60, muy a menudo resultan totalmente imposibles de utilizar ya que no hay niños en esas aldeas y, además, los pocos nativos que allá quedan no consiguen recursos ni ven motivos para cuidar de su mantenimiento. El cuadro, sin embargo, puede adquirir visos más luminosos y es un ejemplo y un testimonio de este cambio positivo la escuela primaria de la aldea de Stolétovo. Se encuentra en la cordillera Balcánica y corre por sus inmediaciones el río Striama.
En esa aldea todo se mantiene conservado hasta tal punto como si ya mañana pudieran volver a clases los alumnos. Los pupitres con sus bancos de madera se encuentran esmeradamente ordenados en el aula para los alumnos de primer grado, y ahí frente a aquéllos están la pizarra y la campanita escolar que durante décadas había resonado en el pequeño plantel.
El edificio de la escuela de Stolétovo no sólo está mantenido, sino que ya va camino de convertirse en peculiar centro cultural y museo de la aldea. Todas las muestras que el museo atesora han sido donadas por los lugareños, y su colección etnográfica hasta es capaz de despertar la envidia de algunas instituciones culturales de mayor relieve. ”Aún nos queda mucho trabajo por hacer, sobre todo el relacionado con la reparación de tejado por el que entra agua de las lluvias, pero no renunciaremos a nuestro empeño ya que vamos siendo apoyados por un gran número de voluntarios jóvenes de la aldea”, dice Miroslav Kolev , alcalde de la localidad, y agrega:
”En la misma forma en que siento un cariño entrañable por mi terruño, también lo experimento por la primera escuela de nuestra aldea. En 2018, cuando conmemoramos el 90 aniversario de la creación de nuestra casa de cultura, acondicionamos dos de los cuartos para mantener en ellos una colección etnográfica. Hemos puesto ahí el telar antiguo, los sofás rústicos y cuanto hemos podido recoger.
Forman parte de la colección cartas, memorias, fotos y textos manuscritos que nos han ofrecido los vecinos de la aldea. Tenemos un área especialmente reservada pare el patrono de la aldea, el general Nikolay Stoletov, quien capitaneara a los voluntarios búlgaros en la guerra ruso-turca de liberación de Bulgaria, años 1877-1878. Se han cumplido este año 190 años de su nacimiento. Con trabajo voluntario hemos convertido uno de los locales en área para juegos bajo techo de los niños de la aldea. Pretendemos que así la gente joven mantenga más y mejores contactos y acabe siendo más cohesionada para que nuestra aldea tenga un futuro”.
Desde chiquilla, como alumna en Stoletovo, y también luego, ya como maestra en la escuela local, jamás hubo niños que abandonaran sus estudios, señala Guergana Todorova, maestra de escuela durante largos años y última directora de la escuela de Stolétovo, cerrada en el año 2008.Y agrega: ”Siempre ha sido una escuela primaria, al comienzo era para alumnos de 1º a 3º de Primaria y, luego se llegó hasta 4º. Después los alumnos solían seguir sus estudios en la vecina aldea de Kurnare y así culminaban sus estudios de primaria-dice Todorova-. Fue en la década de los 50 cuando los niños en la aldea eran los más numerosos, sumaban unos 90. Luego su número fue bajando a hasta 50 y después se produjo el momento crítico cuando en la aldea sólo quedaron muy pocos niños y la escuela, muy a pesar nuestro, tuvo que cerrar. Se creaba, con el funcionamiento de esta escuela , un ambiente muy bonito. Por la mañana los niños al llegar para las clases causaban un simpático bullicio en el patio de la escuela y sus vocecitas alegres se escuchaban en toda la aldea. Y es que una aldea sin escuela está casi perdida. Actualmente, sin embargo, vamos alentados por un sentimiento de alegría porque, pese a que no haya niños, la alcaldía ha hecho todo lo posible por conservar el edificio de la escuela”.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Guergana Máncheva
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