El Protocolo de Madrid del año 1991 es uno de los documentos más importantes para la preservación medioambiental. Están estipulados en éste rigurosos criterios yreglas para la conservación de la Antártida, ellugar de nuestro planetaque atesora enormes recursos de riquezas naturales, una biodiversidad inverosímil y es conocido como el mayor laboratorio natural al aire libre.
El 4 de octubre del presente en Madrid fue conmemorado el 30 aniversario de la firma del Protocolo mediante una conferencia internacional dedicada a la preservación del continente, con la participación de Bulgaria como uno de los países que trabajan más activamente para proteger la Antártida de la drástica intervención humana. “La conmemoración de este evento reviste una particular relevancia aquí en Bulgaria donde un compromiso claro y sostenido en el tiempo con las investigaciones científicas que se llevan a cabo en la Antártida se mantiene y se fomenta”, ha señalado en su intervención el embajador de España en Bulgaria, Alejandro Polanco, destacando la excelente cooperación entre los equipos científicos de la base búlgara San Clemente de Ojrid, y de la española Juan Carlos I.
Ante Radio Bulgaria el diplomático se refirió a la importancia del evento dedicado al 30 aniversario del Protocolo de Mardrid, celebrado en Sofía.
La labor de los expedicionarios búlgaros en la Antártida está vinculada con el nombre del Prof. Jristo Pimpirev, director del Instituto Antártico Búlgaro, que recalcó la importancia que tiene el continente helado para la vida de toda la humanidad, la necesidad de ser conservado como un lugar para la paz y la exploración, y ser preservado en su estado actual para la generaciones venideras.
El Prof. Pimpirev contó a Radio Bulgaria algunos detalles del difícil inicio de la expedición búlgara este año.
“La expedición comenzó y la base fue abierta por dos horas, pero las condiciones meteorológicas eran sumamente adversas. Cerca de la costa hubo unos enormes pedazos de hielo de 200-300 kilogramos que se chocaban entre sí, creando peligro para la seguridad de la tripulación. Solo siete de los expedicionarios búlgaros lograron alcanzar nuestra base. Ellos la abrieron, sacaron las máquinas y estaban a la espera de los demás pero el capitán decidió que no se desembarcará más y los siete volvieron al buque. Por primera vez en la historia de 30 decenios de la expedición búlgara, la base será abierta dos veces. El buque regresó a América del Sur, dejó a los científicos búlgaros en la isla de King George donde se alojaron en la base uruguaya Artigas. Se encuentran en una buena condición, y espero que puedan encaminarse a la isla de Livingston pronto para poder recibir las fiestas navideñas en la base búlgara. Con estas circunstancias se ha demorado el cumplimiento del programa en más de 10 días. El grupo que tenía que construir los fundamentos del laboratorio científico búlgaro regresará a Bulgaria más tarde y su estancia coincidirá con la de los científicos que viajarán a la Antártida a mediados de enero pero en el Continente Helado nada es previsible y depende en una medida enorme de las condiciones atmosféricas”.
“Es un libro muy simpático basado en la historia real del pingüino Gosho, de la segunda expedición búlgara en 1993-1994. Entonces encontramos un pingüino herido y lo llevamos con nosotros. Él no quería consumir ningunos alimentos si no se los daba la hembra y ella comenzó a traerle comida. Cabe decir que los pingüinos son monógamos y viven en parejas.
El pingüino Gosho cojeaba un poco y junto con su pareja abandonaron la base. Después cada año esperaba nuestra llegada a la costa. En el libro Gosho cuenta de su vida en la Antártida, de su encuentro con los búlgaros y con el leopardo marino de cuyos dientes logró escaparse y de su salvación por los expedicionarios búlgaros”.
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