Bulgaria no es de los primeros países en los que piensa un aficionado a la cerveza, una de las bebidas espumosas más famosas. Sobre el telón de fondo de países como Alemania, en la que las tradiciones cerveceras se remontan al siglo XI, y Bélgica, nación de historia más que milenaria en la elaboración de cerveza, como también de las de Países Bajos y Chequia, los testimonios de la producción industrial de cerveza en Bulgaria son de un período bastante más tardío.
Poco antes de la liberación de Bulgaria del dominio otomano, comenzaba a funcionar en el país la primera fábrica en la que trabajaba un maestro cervecero checo. La cervecería estaba localizada en la ciudad de Ruse y ostentaba el nombre de Santa Petka. En 1882 se produjo la fusión de la fábrica de Ruse con la empresa homónima fundada por el empresario austriaco Johann Habermann. Los primeros intentos de elaborar en forma artesanal cerveza en casa se hicieron ya en la época del dominio otomano y uno de los pioneros en esa labor fue el revolucionario húngaro Lajos Kossuth.
Aunque fuertemente limitada, por el acceso más difícil a algunas de las materias primas, la tradición de la elaboración de cerveza artesanal persistió y registró un auténtico auge a comienzos del siglo XXI y, sobre todo, en la última quincena de años. Hay demanda cada vez más elevada de cervezas distintas del tipo “lager” y se van ofertando, aunque lentamente, estilos como Ale, Pale Ale, IPA (indian pale ale), Stout y Porter, entre otros. Su aparición ha traído la apertura de tiendas y establecimientos en los que se ofrece una variada selección de tentaciones a base de lúpulo, para el consumo en casa o en el lugar. Algunos de estos sitios han pasado a convertirse en recintos acogedores para reuniones de peñas de aficionados a la espumosa bebida, algunos de los cuales hasta han creado su ”Sociedad de coleccionistas de artículos cerveceros de Bulgaria”.
Son socios de la misma personas para las cuales tomarse unas cañas no sólo es motivo para reunirse sino también una oportunidad para aprender algo nuevo sobre su bebida predilecta. La sociedad es poseedora de inapreciables colecciones de etiquetas, posavasos, vasos, objetos de recuerdo promocionales ,entre otros. Uno de estos coleccionistas es el profesor de escuela Ogñán Asparujov , en cuya colección hay una gran abundancia de tales posavasos del mundo entero:
”No sé decir cuál fue el primer posavasos de cerveza que guardé. Recuerdo que fue en el año 2007 o 2008.En el extranjero es algo habitual poner en los establecimientos diversos objetos publicitarios y es igualmente normal llevártelos a casa así que me puse a irlos recolectando. Si hoy me animo a sacar alguno de estos objetos de recuerdo de mi colección me acordaré inmediatamente de dónde lo habré recogido”, dice Asparujov, entrevistado por Radio Nacional.
Los posavasos más arduos de conseguir para la colección son los búlgaros, puesto que el vino y el aguardiente eran más apetecidos en los años en que la cervecería nacional aún daba sus primeros pinitos.
Es poseedor de una curiosa colección Lubomir Ánguelov, otro de los socios de esta insólita Sociedad.es una apasionado de las etiquetas de las cervezas, producidas en Bulgaria. Hasta ahora tiene reunidas más de 3500:
“Conmigo todo empezó por mera casualidad, en el año 1994 -dice- . Había dejado unas cuantas botellas en una palangana, sus etiquetas se habían caído y se me ocurrió que podría irlas coleccionando. Lo esencial que busco en cualquier etiqueta es su diseño, que la hace distinta a las otras. La etiqueta soñada es la etiqueta cuyo descubrimiento se asocia a un recuerdo entrañable”.
Adaptado por Yoán Kolev
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Facebook/ Sociedad de coleccionistas de artículos cerveceros de Bulgaria
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