El noroeste de Bulgaria probablemente sea una de las regiones de mayor pobreza en la UE, pero tiene en contrapartida, la ventaja de ser una de las mejor conservadas desde el punto de vista de su naturaleza. Además, no ha sufrido todavía el impacto del turismo masivo. Dos son las causas de ellos. Por un lado faltan en esa región las grandes empresas industriales que contaminan el aire y los suelos, y, por el otro, la infraestructura en lastimoso estado que entorpece el acceso de los turistas a esa comarca de un rico patrimonio natural y cultural. ”Cabe decir que justo por ello son precisamente estos rincones recónditos y arduos de descubrir los que van teniendo cada vez mayor valía turística”, asegura la periodista Mariana Gomíleva, del sitio Severozapazena.bg.
Por la pandemia ha ido creciendo acentuadamente el interés por las casas de huéspedes en la región. En algunos lugares se ofrecen actividades atractivas como la recolección de plantas silvestres curativas, ordeño de vacas, elaboración de platos característicos en base a antiguas recetas, entre otras.
¿A qué huele el noroeste de Bulgaria?
“Huele a flores del monte, a las banitsas acabads de hornear de los torlak, a la frescura de los centenares de torrentitos, sobre todo en primavera cuando las aguas se vuelven caudalosas, huele al vino tinto Gamza, una variedad de uva específica y exclusiva de esta porción de Bulgaria. Trae asimismo el aroma del pescado fresco acabado de elaborar tras la captura en el Danubio, que es otra premisa más para impulsar el turismo rural. Huele asimismo, si se quiere al incienso de los monasterios , que abundan en esta región de Bulgaria”, dice emocionada Mariana.
El vino y el queso blanco forman parte del mosaico turístico.
El noroeste de Bulgaria es una región vinatera. Se cultivan en ellas variedades típicas endémicas como Gamza, Pamid, entre otras. Las bodegas suelen organizar catas de vino y figuran en la tarjeta de presentación de la región, junto con la multitud de vaquerías y queserías. La naturaleza sin contaminación y los extensos pastizales son sedas premisas estupendas para ellas. También se ha impulsado la iniciativa de la gente que ha abierto las puertas de sus queserías a las visitas de turistas y ofrecen degustaciones mientras pasean a sus visitantes por las instalaciones de producción.
Es lo que pasa en la zona del pueblo de Borovitsa, en proximidad a las Rocas de Belogradchik. ”Allá la gente ha invertido en una vaquería que es al mismo tiempo una quesería. Han procurado contar con un ciclo cerrado de producción”, dice Mariana Gomíleva.
En vecindad al pueblo hay una bodega en la que se ofrece cata de vinos. Tal combinación entre una quesería y una bodega se comprueba asimismo en la aldea de Tipcenitsa, en la región de Vratsa.
El turismo de festivales es otra de las bazas para el desarrollo empresarial sostenible de la región, empezando por el famoso Festival de la Frambuesa, de la pintoresca localidad de Berkóvitsa , como también :
“El festival de la cocina de los torlak, llamado “Varón blanco”. Se trata de un plato culinario del noroeste de Bulgaria, elaborado íntegramente a base de productos lácteos. En el pueblo de Bánitsa, se celebra otro festival, el del pastel bánitsa, elaborado con muy diversos rellenos, incluso con menudillos de cordero. Hay asimismo un condimente muy difundido en esa región, llamado la “almita dela abuelita”. Se trata de la ajedrea, Satureja Montana, que proporciona un olor peculiar a los platos. Estos festivales contribuyen al desarrollo del turismo rural. El de mayor solera y más famoso es el celebrado en Belogradchik con el nombre de “Desde el Timok hasta el Iskar”. En él se vuelva todo el folclore del Noroeste, acuden participantes de la vecina Serbia y es una apoteosis de la cultura y el patrimonio culinario de la región”, dice, resumiendo, Mariana Gomíleva
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: cortesía de Marina Gomíleva y de Severozapazena.bg
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