Estructurar un negocio de éxito a través de la producción de mercancías beneficiosas para la salud de los humanos es un reto para el mundo moderno. Por un lado es importante la competencia en este mercado, todavía en forma de un nicho en algunos de los países, y, por el otro, el interés de los clientes por los productos naturales y los alimentos puros se va haciendo cada vez más palpable.
El búlgaro Atanás Krachmarov está familiarizado ya con todas las asperezas, ensayos y errores en el camino por el que lleva 21 años avanzando junto con su familia. La producción en la que hacen una gran inversión y a la que dedican grandes cuidados se inserta cómodamente en un segmento de la economía convertido en una marca registrada de Bulgaria. Es la extracción de aceites esenciales y sus derivados para su uso en la industria cosmética.
Bulgaria ocupa uno de los primeros puesto en producción de plantas medicinales en Europa. Cada año, en los puestos de acopio nacionales son recopiladas y procesadas entre 15.000 y 17.000 toneladas de plantas medicinales. Según datos facilitados por la Asociación de Herbolarios de Bulgaria, un 80% de estas cantidades se exportan a mercados como Suiza, Italia, Francia, España, Polonia, Chequia, EE.UU. y países asiáticos. Probablemente algunos se estarán preguntando ya ¿cuáles son los secretos en el proceso de producción de los empresarios búlgaros que protagonizan la presente historia? El mayor secreto reside en la implantación de un sistema especial que Atanás y sus familiares ha importado de Países Bajos:
“La tecnología que utilizamos existe desde hace al menos 30 años. No obstante, no se ha implantado todavía en forma masiva en la industria, ya que es sumamente costosa en cuanto a los equipos y las soluciones tecnológicas. Nos permite producir extractos de plantas que no se pueden obtener con las tecnologías existentes hasta el momento" - explica Atanás Krachmarov-.
Todo esto le proporciona al empresario ánimos y seguridad de incorporar a los cosméticos y los víveres extractos esenciales completamente inocuos para la salud humana.
Desde su propia fundación, esta compañía familiar ha ido postulando a financiación en el marco de diferentes programas europeos:
“Con el dinero obtenido del programa SAPARD culminamos la construcción de nuestra destilería de aceites esenciales. Nos hemos beneficiado de estos programas también para implantar en nuestro ciclo productivo el sistema tecnológico, importado de Países Bajos, adquirir equipamiento y desarrollar otras prácticas agrícolas”, señala Atanás Krachmarov.
El proyecto en que están volcados actualmente incluye la participación de 17 socios de 11 países. Está subvencionado por el programa “Jorizont 2020” y es de una valía extraordinaria para el futuro de a industria cosmética:
“El objetivo del proyecto es crear ingredientes innovadores basados en materias primas vegetales, destinados a la cosmética. Esperamos poder conseguir cultivar geranio silvestre, lila, entre otras plantas. Los ensayos y la certificación del nuevo ingrediente continuarán durante 4 años, y después tendremos que proponer su incorporación a los productos cosméticos en toda Europa y en el mundo”.
Probablemente no haya en Bulgaria un empresario o productor cuyo negocio no se haya visto afectado por el alza abrupta de los precios de las materias primas energéticas. Atanás Krachmarov y su familia no son una excepción, pero al menos de momento la labor de su equipo de 25 integrantes no corre peligro.
Paralelamente al trabajo relacionado con los extractos de aceites esenciales continúa la producción de un suplemento alimenticio que contiene aceite de rosa. Las numerosas y útiles propiedades del mismo lo transforman en recomendable en el tratamiento de problemas renales y hepáticos y para el mejoramiento del equilibrio hormonal. Los mercados norteamericano y chino ha tenido una reacción muy favorable a la aparición de este suplemento que, actualmente, figura entre los productos de mayor demanda en los EE.UU. y China.
Versión en español por Mijail Mijailov
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