Los últimos dos años de vida en las condiciones de la pandemia mundial han cambiado radicalmente el modo de vida, los sueños y los futuros propósitos de un gran número de personas. Si antes de la pandemia para los jóvenes y las personas en edad de trabajar en Bulgaria el éxito consistía en un trabajo bien remunerado y una vivienda propia en la gran ciudad, hoy las cosas son bien diferentes.
Solo en los últimos dos años la población en las aldeas búlgaras ha aumentado en 200.000 personas. La mitad de esta gente forma parte de la población activa. En 2021 el número de las personas que se han registrado como habitantes nuevos en las pequeñas poblaciones búlgaras ha crecido en 108.550 y el pronóstico es que en 2022 este número aumente en otros 90.000, dice categórico Borislav Borisov, presidente de la Asociación de Aldeas Búlgaras.
En sus palabras, la demanda de casas en proximidad a las grandes ciudades es diez veces superior a la oferta. A la hora de elegir un lugar para vivir lo que importa es el buen estado de la infraestructura y la distancia de hasta 80 kilómetros de la ciudad. El aire limpio, la proximidad a la naturaleza y la sensación de una libertad “a salvo” se han convertido en un criterio muy importante para los búlgaros que adquieren un inmueble nuevo.
“La tranquilidad es la mayor ventaja. Viviendo en la aldea uno se siente más activo físicamente y si desea puede cultivar él mismo la comida que consume”, dice Tsveta Yordanova, ex asistente del alcalde en la aldea de Komarevo, próxima a Berkovitsa.
Hace unos dos años ella también tomó la definitiva decisión de regresar a su aldea natal junto con su esposo Bogdan. Tsveta señala que la mayor desventaja de su nuevo modo de vida es la falta de personas jóvenes con las cuales pueda comunicar y contar con su ayuda. Todavía es palpable la tendencia de algunos decenios atrás cuando las pequeñas aldeas iban despoblándose. A su juicio, las autoridades municipales tienen un papel decisivo porque deben convertir el lugar concreto en un sitio agradable para vivir que corresponda a las necesidades de sus vecinos.
La vida en las aldeas no es barata. Igual que los precios de los inmuebles en Sofía, que en los últimos años han subido un 29%, los inmuebles en el campo se han encarecido el doble en los últimos 12 meses, señalan los agentes inmobiliarios. La guerra en Ucrania todavía no incide en el mercado pero el aumento de la inflación, las turbulencias en los mercados financieros y el futuro poco claro han reducido la demanda.
El mantenimiento en buen estado de un inmueble en una aldea a veces es más caro que el de un piso en la capital. Por esto antes de comprar un terreno es recomendable “probar” este modo de vida. Las iniciativas Como casa en alquiler sin alquiler ofrecen precisamente esto.
Uno debe tener el deseo y la necesidad interna de mantener una relación con la naturaleza y dar este paso en la vida, dicen categóricas las personas que han optado por vivir “en medio del silencio”. Uno de ellos es nuestro colega Genadi Veliov de la emisora regional de Radio Nacional en la ciudad de Vidin. A finales del año pasado compró un inmueble en la aldea de Sinagovtsi, próxima a Vidin, donde pasa la mayor parte de su tiempo libre y tiene la idea de que pronto se convierta en el lugar donde residirá permanentemente.
“Una de las causas por las cuales opté por Sinagovtsi es la construcción de la nueva carretera de alta velocidad que pasará cerca y garantizará una rápida conexión con Vidin donde trabajo. Las desventajas de la vida en esta aldea son la falta de diversiones y de asistencia médica urgente.
Guendadi Veliov dice categórico que es mejor vivir fuera de la gran ciudad. “La ciudad es el lugar donde trabajo, cumplo unas tareas administrativas y hago la compra pero la vida en la aldea es mucho mejor”.
Versión al español de Hristina Táseva
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