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Bulgaria: un centro atractivo para los traficantes de drogas a principios del siglo XX

Foto: EPA/BGNES

Desde el año 1988 Bulgaria conmemora el 26 de junio como El Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. Hay, sin embargo, un periodo en la historia búlgara en que el Estado fomentaba la producción de opio por parte de la población.

El cultivo de adormidera era parte de la vida económica ya en época del Imperio Otomano. Después de la liberación de Bulgaria, en 1878, fueron echados los cimientos de una política estatal nueva que con el tiempo comenzó a desempeñar un importante papel en el sustento de la población y en la recaudación de medios para el erario público. 

“Entonces el soberano Estado búlgaro estaba orientado a la agricultura. En 1883 el Ministerio de Finanzas resolvió promover el cultivo de opio e incluso premiaba con 5 000 levas (hoy 2.500 euros) a los productores que durante las ferias agrícolas habían sido galardonados por su opio de óptima calidad”, cuenta el doctor Dimitar Giudurov, asistente en la Nueva Universidad Búlgara.

La crisis económica después de la Primera Guerra Mundial obligó a una parte de la población a reorientarse al cultivo de nuevas especies agrícolas que no eran tradicionales para la agricultura búlgara pero que generaban considerables beneficios, como el cáñamo índico (Canabis indica) y la producción del hachís que se extraía de éste. Se intensificó asimismo la especula.


“Los búlgaros tienen una propensión al comercio ilegal, dice el señor Giudurov y explica:

“El pueblo búlgaro formaba parte del Imperio Otomano, que le era ajeno, estaba acostumbrado a desacatar las leyes, a esconder su producción y evadir impuestos. Cuando se instauró el Estado búlgaro la población continuó desarrollando un negocio ilícito vendiendo tabaco, opio, pupas de gusanos de seda, aceite de rosa y de este modo no pagaba impuestos y podía aumentar sus beneficios”. 

Durante este periodo los contrabandistas transportaban sus mercancías principalmente a bordo de buques a través de los puertos de Burgas y Varna, en la costa del mar Negro.  Las ganancias eran enormes. El precio de compra del narcótico era de 400 levas antiguas y en Egipto se vendía a 35.000 a 40.000 levas antiguas. A modo de comparación, el salario que cobraba el primer ministro en aquel entonces era de 6.000 levas.

Lo interesante es que en aquellos años en Bulgaria no llegaron a formarse grupos de delincuencia organizada y un mundo del hampa como era en Europa y en Norteamérica. La causa de ello era el bajo nivel de urbanización del Estado búlgaro y el hecho de que el grueso de la población vivía en las aldeas. Los grupos criminales en Bulgaria en los primeros decenios del siglo pasado fueron consecuencia del abuso de autoridad.

“Los grupos delictivos búlgaros se caracterizan por el hecho de que se reunían por un corto periodo de tiempo, cometían un delito y no volvían a cometer crímenes de distinto tipo. Los delincuentes que reincidían involucraban a funcionarios públicos que ocupaban altos cargos en el gobierno del Estado, como jefes de policía o jueces de provincias que se llevaban la mayor parte de la ganancia”, cuenta el señor Giudurov.


A pesar de la alta calidad de los opios extraídos en Bulgaria en aquellos años, la drogadicción no existía como un fenómeno social y cultural. En los estereotipos sociales de los búlgaros el narcótico no se extraía para el consumo, sino para ser vendido. 

A principios de los años 30 del siglo XX en Europa fueron impuestas rigurosas medidas contra la producción y la difusión de las drogas y los grupos ilegales comenzaron a trasladar los centros en que operaban, llegando incluso a Bulgaria. En el país se extraía solo un 1% de la producción mundial de opio pero en plan legislativo Bulgaria ofrecía beneficios a los contrabandistas ya que el tráfico no se castigaba como un delito mayor, los impuestos eran bajos y no existían de acuerdos de extradición. 

“Bulgaria fue acusada en haberse convertido en un centro de distribución de drogas, pero más bien era un lugar en que los contrabandistas internacionales, incluido Lucky Luciano, se reunían para debatir libremente los canales de tráfico de drogas. La policía logró dominar el problema utilizando fuerza física para resolverlo”, precisa Dimiatr Giudurov.

A través de los años la lucha que libraban las autoridades búlgaras contra la producción y la difusión ilegal de las drogas ha registrado éxitos y fracasos pero la guerra contra su propagación continúa hasta hoy en día. 

Versión al español de Hristina Táseva

Fotos: archivo personal, EPA/BGNES


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