Sobre el telón de fondo del afán de Macedonia del Norte de adherirse con mayor rapidez a la familia europea, en el territorio de ese país suceden actos que contradicen valores consolidados como los derechos del hombre, la tolerancia y el respeto al derecho a autodeterminación.
El acto de vandalismo contra el club búlgaro Tsar Boris III, que fue inaugurado hace una semana en Ojrid, ha vuelto a plantear el asunto del idioma del odio contra las personas de conciencia búlgara en Macedonia del Norte.
Es el segundo ataque contra un centro cultural búlgaro en Macedonia del Norte en menos de cuatro meses. Después del incendio en verano del centro de los búlgaros en Bitola, el atacante fue detenido y liberado bajo una condena condicional. Ayer otro ciudadano macedonio rompió los cristales y el letrero de la oficina de la asociación cultural búlgara en Ojrid.
“Hay suficientes pruebas, incluso se menciona el nombre del atacante pero no hay información de que haya sido detenido. Esperamos que la policía cumpla con su trabajo”, ha señalado para Radio Nacional de Bulgaria Petar Kolev, jurista y periodista, presidente de la Unión Democrática Civil en Macedonia del Norte. En sus palabras, precisamente la reacción por parte de las autoridades de Macedonia de Norte respecto a actos de vandalismo de esta índole es indicativa para la actitud hacia los búlgaros en ese país.
“Las instituciones macedonias no aplican la ley cuando se trata de ataques contra búlgaros y organizaciones búlgaras y esto llena de contenido la estrategia que se aplica más de 75 años y que apunta a que en Macedonia del Norte no haya ni una organización búlgara y ni un búlgaro”, afirma Petar Kolev.
“Si uno se fija en la manera en que se ha dado cobertura a este suceso en los medios informativos macedonios, se dará cuenta de que una gran parte de los títulos son idénticos y los textos publicados parece que fueron escritos en el mismo ordenador. Esto sugiere en gran medida que lo ocurrido no es un accidente, sino acciones coordinadas que persiguen un objetivo claro que no ha cambiado a lo largo de los años. Esto debe quedar bien claro para las autoridades y la sociedad búlgaras y para las instituciones europeas.
Las organizaciones búlgaras en Macedonia del Norte llevan 30 años intentando resolver este problema con la ayuda de las instituciones, mediante quejas, procesos judiciales y todo lo que permite la ley. Nos dimos cuenta de que no podemos hacer frente a esta máquina que contiene en sí el veneno antibúlgaro. Por esto nos dirigimos a las instituciones búlgaras y europeas buscando su apoyo y tratamos de incluir en la agenda de las negociaciones de adhesión a la UE el asunto de los derechos humanos y la actitud hacia los búlgaros en Macedonia del Norte”.
El idioma del odio hacia los búlgaros en Macedonia del Norte se va profundizando en vez de desaparecer, como reza el Tratado de Buena Vecindad firmado entre Bulgaria y Macedonia del Norte, y sobre el telón de fondo de la supervisión de Bruselas en el país balcánico de cara a su más rápida adhesión a la UE.
“No se trata de una constatación mía, dice Petar Kolev. Ayer fue hecho público el informe de la Comisión Europea sobre Macedonia del Norte en el cual se señala lo siguiente: “La República de Macedonia del Norte debe ejecutar prioritariamente el Tratado de Buena Vecindad con Bulgaria, debe enmendar prioritariamente su Constitución, el Parlamento debe adoptar iniciativas legislativas para contrarrestar el idioma del odio. La CE registra un incremento del idioma del odio, la violación de los derechos humanos en Macedonia del Norte, sobre todo cuando se trata de los búlgaros en el país”. La CE es la que explica punto por punto los casos de los cuales estamos hablando hoy.
Los casos no son uno o dos, durante el último año han sido recibidas más de 100 denuncias enviadas a instituciones europeas por personas de origen búlgaro en Macedonia del Norte relacionadas con “distintos sucesos de su vida, como agresión física, discriminación en el puesto de trabajo o en centros educativos, intentos de acciones ilegales contra sus negocios cometidos por parte de la administración”.
Ayer durante el accidente en Ojrid en la oficina de la asociación cultural búlgara se encontraban representantes de OSCE lo cual le hace pensar a Petar Kolev que este accidente será descrito en un informe de esta organización como decenas de otros casos registrados en los últimos tres años. “Todo el mundo ve lo que está sucediendo. Estoy convencido de que no solo las instituciones europeas, sino las embajadas de los socios occidentales, los miembros de la OTAN y de la UE, notan qué es lo que pasa porque durante el último año hemos organizado una decena de reuniones y hemos enviado denuncias”.
Entrevista de Diana Dóncheva
Texto de Elena Karkalanova
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: archivo BGNES
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