La riqueza de una persona reside en las pequeñas cosas: las palabras, los recuerdos, el sabor de la mermelada de la abuela. La riqueza de un pueblo es la conexión entre las generaciones, la memoria y el respeto por el camino hacia un mundo mejor del que sentirnos orgullosos. Así es como define su filosofía de vida Erik Evtimov, doctor en Derecho Europeo e Internacional del Transporte. Este búlgaro lleva más de veinte años tendiendo un puente entre Bulgaria y Suiza en busca y preservación del amor por lo búlgaro.
“La persona que vive en distintos países tiene una visión diferente de las cosas, lo que en la mayoría de los casos es algo positivo porque le da la fuerza y la oportunidad de comparar y buscar las cosas reales e importantes de la vida”, está convencido el profesor de la Universidad de Berna.
Todo el año 2022 en Bulgaria está dedicado al 140º aniversario del nacimiento de uno de los más grandes artistas nacionales: Vladimir Dimitrov-El Maestro (1.02.1882 - 29.09.1960). El Dr. Evtimov es descendiente de los propietarios de la casa que habitó el Maestro en el pueblo de Razhdavitsa, en la región de Kyustendil, y es embajador digital de la obra del pintor en un proyecto internacional dedicado al aniversario.
La memoria del género y la historia está en la base de sus dos libros: "El Egrek" y "Shaka Oresi", dedicados a los dialectos de los pueblos de la montaña Vitosha y a la cocina tradicional búlgara. En el umbral del 1 de noviembre, Día de los Próceres de la Ilustración, parece que Erik Evtimov es la personificación moderna de las personas importantes en nuestra sociedad que han encendido la chispa del conocimiento, el orgullo y la fe en el bien. Él mismo cree que cada uno de nosotros puede ser un próceren el tiempo en el que vive.
"El prócer con “P” mayúscula es cada uno de nosotros, porque puede recoger las cosas pequeñas y transmitirlas a la sociedad para que ésta avance. Mi sociedad es la búlgara”.
De este modo, con la ayuda de su madre, el Dr. Evtimov "recopiló" un diccionario de 2000 palabras y expresiones dialectales del declive sur de Vitosha y lo dedicó a nuestros antepasados y en honor a sus hijos y nietos. El título del libro es "El Egrek" (corral móvil de verano para el ganado), y presenta palabras y expresiones, que forman parte de la vida cotidiana de los antiguos búlgaros de los pueblos de ambas orillas del río Struma, hasta la ciudad de Pérnik.
“El libro nació mientras viajaba por Europa, cuando me di cuenta de que, además de los idiomas oficiales, hay dialectos que están estrechamente relacionados con determinadas situaciones y personas. El dialecto es un mensaje auténtico y muy fuerte. Lo digo como una persona que habla siete idiomas. Es lo que me hizo recolectar las palabras que provienen de la pulsación de la sangre”, explica él.
Y aduce como un ejemplo el cantón de Berna, donde cada día se utiliza un dialecto cuyo vocabulario incluye 650 palabras. “Esto supone un enriquecimiento de la comunicación y continúa el vínculo con el pasado", dice el búlgaro. Este verano fue publicado el segundo libro de la serie "Shaka Oresi" – El Egrek 2. Su título significa “Un puñado de nueces” y el libro está dedicado a su madre y el matriarcado en la tradición cultural búlgara. En este libro el especialista en derecho se centra en la cocina e incluye recetas que traen el sabor del pasado.
“El tema de nuevo es el pueblo búlgaro”, explica Erik Evtimov y admite que lo primero que asocia a los recuerdos de su abuela Lúba es el olor de sus guisos que ella preparaba muy de prisa y con pocos ingredientes recogidos del huerto.
“La cocina tradicional búlgara, comparada con otras cocinas del mundo, se distingue por la forma rápida y natural de cocinar, utilizando productos frescos del día y un sabor muy característico por los ingredientes que usa. Presentando las recetas en un libro, se consigue una concepción mítica de la preparación de la comida, como si los miembros de la familia agradecieran por haberse reunido”, señala el Dr. Evtimov y añade que “la madre, la ama de casa y el ángel de guardia del hogar habla a través de sus platos".
Junto a las recetas de albóndigas fritas al estilo rústico "Miane", sopa de bolas de verde, brocheta de ternera, estofado de cura, sopa de leche casera, o sopa de tres especias, también describió la más importante para él: la de la mermelada de cerezas blancas - belovitsy.
"Este es para mí el símbolo de la región de Kyustendil desde los años de mi infancia. Cuando la familia se reunía en casa, con la abuela Lúba, la mermelada de belovitsi (cerezas blancas) se servía en pequeños cuencos, que se rociaban con agua fría. Para mí, el recuerdo más valioso es cómo solíamos beber esta agua fría después de comer la mermelada”.
Y como las magdalenas de Prust, el recuerdo de una infancia feliz en Bulgaria resulta ser un cuenco de dulce de cerezas blancas para el Dr. Erik Evtimov.
Versión en español por Borislav Todorov
Fotos: BNR, archivo
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