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Arina Miteva y Lyubov Encheva para Radio Bulgaria:

Profesores de Ucrania: "Es nuestro deber mantener el vínculo con nuestros alumnos de todo el mundo"

Foto: EPA/BGNES

Dolor, fatiga, incertidumbre y miedo por el mañana. Con este amargo cóctel de emociones viven los ciudadanos que no han podido abandonar los territorios ocupados por Rusia desde el inicio de la guerra en Ucrania hace un año. Entre ellos hay muchos búlgaros que se vieron obligados a quedarse porque carecían de recursos suficientes para asegurar su billete hacia la libertad. En los próximos párrafos les presentaremos a dos mujeres que, afortunadamente, han tenido esta oportunidad y no han dudado en aprovecharla.

Ambas ya viven y trabajan en el Centro Educativo Búlgaro-Ucraniano de Sofía, pero no dejan de dar clases en línea a los alumnos que se han quedado en Ucrania y a los que han emigrado a distintas partes de Europa."Soy Arina Miteva, de Melitopol, de etnia búlgara. Además de ser maestra, también soy presidenta de la sociedad búlgara en nuestra ciudad y directora de la escuela dominical búlgara "Santos Cirilo y Metodio". Antes de la guerra, 252 niños estudiaban allí", dice Arina Miteva en una entrevista para Radio Bulgaria y comparte un dato interesante sobre su ciudad natal:

"Melitopol era la capital multicultural de Ucrania, donde vivían más de 100 nacionalidades. La población búlgara era la tercera más numerosa, probablemente unos 20.000 habitantes".

Gracias al trabajo activo y a costa de muchas noches en vela, Arina y la comunidad búlgara de allí consiguieron fundar hace 29 años la Sociedad Búlgara "Balcanes", que contaba con 750 miembros de Melitopol y las aldeas cercanas, y solían celebrar juntos todas las fiestas búlgaras.

Arina Miteva y Elena Volkova

"Todos los años, en la última semana de febrero, solíamos celebrar una Semana de la Cultura Búlgara en la ciudad de Melitopol. Así coincidía con las fechas del 1 y 3 de marzo, que también celebrábamos solemnemente", nos cuenta Arina.

Las actividades de la sociedad y de la escuela continúan hasta hoy en día, aunque en formato electrónico:

"Se lo debemos a todos nuestros compatriotas que se quedaron allí, se trasladaron a otras ciudades ucranianas o al extranjero. Las actividades de la sociedad búlgara y la escuela han sido una parte importante de sus vidas de la que no quieren desprenderse. Es extremadamente difícil, ya que tienen que esconderse para que sus vecinos no descubran que siguen haciendo algo relacionado con su tierra natal. Los niños también tienen que ocultar que siguen aprendiendo búlgaro. Ya que no todos pueden asistir regularmente a nuestras clases, actualmente trabajamos con unos 135 de ellos repartidos por todo el mundo".

Lyubov Encheva

Lyubov Encheva, al igual que Arina, no ha abandonado a sus alumnos, que aún pueden asistir a sus clases por Internet. Como profesora de la escuela dominical búlgara del pueblo de Preslav, situado en el distrito de Primorsky, en la región de Zaporiyia, ella recuerda con emoción agridulce el orgullo y la alegría de sus alumnos por tener la oportunidad de aprender búlgaro. Ya no es así, porque en la escuela local sólo se enseña lengua e historia rusas.

"Es la primera escuela de Ucrania que enseñaba búlgaro dos horas a la semana. Personalmente, nunca tuve la oportunidad de aprender búlgaro porque en la Unión Soviética no había manuales ni libros en búlgaro. Gracias a mis padres, conseguimos aprender algo de búlgaro, aunque arcaico y lleno de rusismos. Sólo cuando Ucrania se convirtió en un Estado libre e independiente en 1991 se permitió a todas las minorías nacionales aprender su lengua materna".

Antes de la guerra en la aldea vivían unas 2.500 personas. Fue fundada por búlgaros que emigraron de Besarabia en 1861. Los primeros edificios que construyeron fueron la iglesia y la escuela, y luego empezaron a construir casas para todos.


En Bulgaria, Lyubov Encheva es profesora de lengua búlgara y biología para alumnos de 1º a 4º grado en el Centro Educativo Ucraniano. Llegó a Bulgaria en junio de 2022. Nos cuenta que en lugar de unos 80 euros, como costaba antes de la guerra, su billete de libertad le costó 700 euros. El viaje a Bulgaria duró 4 días, pasando por Crimea, Georgia y Turquía.

Aunque las dos mujeres son conscientes de que Ucrania nunca volverá a ser la misma, esperan que la guerra termine pronto y puedan regresar a su patria.

Versión al español de Borislav Todorov

Fotos: EPA/BGNES, archivo personal, Yoan Kolev, glaspress.rs, Facebook / Освітній HUB у м.Софія



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