Esta es la japonesa que acaba de cruzar 13.000 kilómetros para visitar la ciudad de Plovdiv y aprender a preparar, nada más y nada menos, que la bánitsa tradicional búlgara. Makiko Miura fabrica lyútenitsa búlgara en la prefectura japonesa de Yamagata, donde esta especialidad tradicional de Bulgaria, ya convertida en delicatessen Made in Japan, no deja de despertar la curiosidad en los locales. Este otoño, la japonesa hace su primera visita a Bulgaria, a la búsqueda de nuevos retos culinarios:
“Quería traer a Bulgaria una muestra de la lyútenitsa que preparo yo, y compararla con la original de aquí. Confieso que hay diferencias”, dice Makiko. “El sabor de la lyútenitsa búlgara es más ahumado. Y se perciben rastros de las pieles de los pimientos asados, y de las semillas. Además, en mi versión de la receta, sólo utilizo pimientos, tomates, zanahorias, cebolla y algo de ajo - pero no incluyo la berenjena, ni los ingredientes típicos de Bulgaria, ya que mi intención era adaptarla al gusto japonés. Nosotros, los japoneses, estamos más acostumbrados a consumir los pimientos crudos, en forma de ensalada. Sin embargo, ¡asados están riquísimos! También he ideado diferentes menús con propuestas de cómo los japoneses podrían consumir mi versión lyútenitsa, añadiéndola a las albóndigas, como guarnición para el pescado, con arroz e incluso con paella…”
Makiko explica que su inspiración y su fuente de conocimientos, fue la gimnasta búlgara Antoaneta Vitale que, por aquel entonces, en época de la pandemia, estaba viviendo en Japón y se dedicaba a popularizar el deporte búlgaro y la cocina tradicional de Bulgaria, en colaboración con los medios de comunicación locales. Makiko se puso en contacto con ella para averiguar cómo preparar la lyútenitsa tradicional, y recibir sus valiosos consejos culinarios. Hoy, 3 años más tarde, Makiko Miura llega a Bulgaria desde el otro extremo del planeta para visitar a su amiga de cocinas, y aprender esta vez el arte de la bánitsa - esta especialidad panadera de la que quedó enamorada, antes incluso de haberla probado.
“Todo empezó con un programa de la televisión pública japonesa, NHK, donde se presentaban la bánitsa búlgara y la lyútenitsa. No había probado nunca una bánitsa pero me provocó un gran interés, de la misma forma que me ocurrió con la lyútenisa, hace tiempo. Entonces me decidí: iba a venir a Bulgaria, a probar una auténtica bánitsa búlgara y a aprender a prepararla yo misma. Me encantaría presentársela a los japoneses al volver, aunque no tengo del todo claro cómo voy a encontrar en el mercado japonés el queso búlgaro o la masa filo tan específica. ¡Ni hablar de que, hasta las harinas que usamos son diferentes! Está claro que habrá que adaptar la receta, igual que lo hice con la de la lyútenitsa”, concluye Makiko.
Lo primero que hizo la aventurera nipona, nada más llegar a Plovdiv, fue entrar en un supermercado. Se quedó impresionada con la increíble variedad de lyútenitsa que ofrecían los estantes. El segundo paso fue, por supuesto, comprar un trozo de bánitsa de un puesto callejero: el primer bocado, nos cuenta, le resultó algo chocante, por el sabor fuerte y salado del queso. Luego, llegó el momento de dar el tercer gran paso - remangarse, y probar a preparar con sus propias manos este famoso pastel búlgaro. Lo que la trajo directa a casa de Antoaneta Vitale (Antoaneta lleva ya varios años viviendo y trabajando de entrenadora de gimnasia artística en Italia, pero sus vacaciones de verano suelen estar reservadas para su Plovdiv natal).
“Recibí a Makiko y vivimos juntas cuatro maravillosos días de intercambio cultural. Un día ella vino a prepararnos sushi, y el resto del tiempo nos dedicamos de lleno a la bánitsa”, nos cuenta Antoaneta. “Quería enseñarle cómo prepararla con la masa filo prefabricada, la que se vende en los supermercados - pero también con la masa casera, con sus capas estiradas a rodillo, que es un proceso bastante más laborioso. Pensé, “en Japón a Makiko seguro que le costará encontrar la masa prefabricada, así que no está mal que aprenda a estirarla a mano”. Así que, preparamos dos opciones: una receta de bánitsa con huevos, yogur y agua con gas; y otra estándar, como la que se suele vender en las panaderías búlgaras. Masas aparte, a los japoneses les fascina el yogur búlgaro - el cual es considerado allí un producto extraordinariamente saludable. Pero, además, tienen un especial interés por la gimnasia artística búlgara, por la famosa rosa de Bulgaria, e incluso por el vino”, cuenta Antoaneta Vitale en la entrevista para Radio Bulgaria.
La musaká y el tarator, son otros dos platos tradicionales que han impresionado a Makiko. Y también la fruta búlgara - sobre todo, las sandías. “En Japón las sandías son pequeñitas… ¡Aquí tienen tanto sabor!”, exclama emocionada. Luego, confiesa que se lleva una buena cantidad de agua de rosas en la maleta, así como hojas de rosas para prepararse infusiones cuando vuelva a casa, mientras ingenia maneras varias de popularizar la bánitsa búlgara en el País del Sol Naciente.
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Veneta Nikolova, Makiko Miura, Antoaneta Vitale
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