El 14 de octubre la iglesia ortodoxa búlgara rinde homenaje a Santa Paraskeva, llamada asimismo santa Petka de Tarnovo. En el idioma griego Paraskeva significa viernes, el día en que el Salvador murió en la cruz.
Santa Petka nació en Epibatos (en las tierras de la Tracia actual), en la familia de unos padres de origen búlgaro. Después de su muerte, ella repartió sus bienes a los necesitados y se asentó en proximidad al solitario templo Protección de la Virgen. Posteriormente hizo un peregrinaje al Sepulcro de Cristo en Palestina y se asentó en proximidad al río Jordán. Poco antes de su muerte, cuando ya había alcanzado la vejez, regresó a su ciudad natal Epibatos. En 1238, sus restos mortales fueron llevados a Tarnovo por orden del zar Iván Asen. Después de 1393 cuando la capital búlgara cayó bajo yugo otomano, sus santas reliquias fueron trasladados consecutivamente en Vidin, Belgrado (Serbia), y Estambul (Turquía).En 1641 fueron expuestos en la catedral de Iasi (en el norte de Rumanía) donde atraían a peregrinos del mundo entero. Las reliquias mortales de la santa obraron fuente de muchos milagros durante sus periplos. Santa Petka es considerada protectora del parto y de la fertilidad tanto de las personas, como de los animales.
En el calendario popular de los búlgaros el día de Santa Petka, o Petkovden, marca el término del ciclo agrario activo. Se amasan panes rituales y en la mesa festiva se sirven platos con carne de oveja, se prepara un korbán y sarmi.
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