Inmediatamente después de la gran fiesta cristiana Pentecostés, la iglesia ortodoxa celebra la fiesta consagrada al Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santa Trinidad. La fiesta cristiana es la última antes de la fiesta de todos los santos, con la cual termina el ciclo pascual. Las misas hoy glorifican al Espíritu Santo, de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo. Sin la gracia del Espíritu Santo los sacramentos de la iglesia son impensables porque se realizan única y exclusivamente a través el Él. Por esto el don del Pentecostés se convierte en sentido y contenido de la vida cristiana en la cual lo que prima es la caridad y el cuidado por el hombre. La vida humana cambia mediante la fe y este es el más grande testimonio de la veracidad de la doctrina de Jesucristo. Hoy en día, cuando los retos y el apego al mundo material son parte de la vida de los cristianos, es cada vez más difícil conservar este don de la Gracia de Dios. Somos testigos de persecuciones contra cristianos que podemos comparar con los de la época de la Revolución de Octubre o de los tiempos del cristianismo temprano. “Las persecuciones contra la Iglesia no han cesado nunca”, recuerda el metropolitano Daniel de Vidin, uno de los tres candidatos a ocupar el puesto de patriarca elegidos por el Santo Sínodo. Las persecuciones comenzaron con el nacimiento de Jesucristo, después continuaron contra los santos apóstoles y contra la iglesia cristiana hasta nuestros días.
“Es importante saber qué es lo que hemos recibido y conservarlo”, recuerda el metropolitano Daniel y agrega que la fe está vinculada con la piedad y con la conservación de la pureza en plan dogmático. “En las vicisitudes que la iglesia ha vivido tenemos el ejemplo de los santos padres”, señala el metropolitano de Vidin Daniel. “Por ejemplo, durante la época de la iconoclastia los emperadores exiliaban a patriarcas y a cada persona que estaba en su contra. Los iconos de los templos fueron quemados y aniquilados. Iglesias y monasterios fueron convertidos en cuarteles militares.
En los primeros años después de la revolución de los bolcheviques las persecuciones contra la iglesia en la antigua Unión Soviética también eran horrorosos, tal vez los más crueles y masivos en toda la historia de la iglesia: hubo masacres de sacerdotes, destrucciones de cientos de templos, intentos de cambiar el carácter de la institución mediante una escisión voluntaria. Hoy en Ucrania sucede algo similar. Ahora este tipo de cambio ese hace mediante la creación en 2019de la llamada Iglesia Ortodoxa en Ucrania por el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, teniendo en cuenta que en Ucrania existe una iglesia canónica reconocida: la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, encabezada por el metropolitano Onofre de Kiev. Esta acción anticanónica por parte del patriarca Bartolomé provocó una escisión aún mayor en Ucrania”.
El número de los cristianos ortodoxos en la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, encabezada por el metropolitano Onofre, supera el número de quienes forman parte de la nueva estructura eclesiástica. “Los sacerdotes en esta estructura tienen problemas con la continuidad apostólica, entre ellos hay personas que han sido investidas por civiles, es decir falta la continuidad de la gracia apostólica. Hay personas que han sido excomulgadas por razones canónicas fundamentadas y que han sido restauradas en sus servicios de manera ilegal y sin arrepentimiento por su parte”, subraya el metropolitano Daniel. A pesar de esto el patriarca Bartolomé trató de legitimarlos mediante el así llamado Tomos, un documento para la fundación de esta estructura anticanónica.
“Él firmó el documento y unió a dos estructuras anticanónicas hasta aquel momento convirtiéndolas en la así llamada Iglesia Ortodoxa en Ucrania y reconoció la nueva formación como iglesia ortodoxa canónica de Ucrania. Sin embargo, ¿cuál es el destino de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania encabezada por el metropolitano Onofre y reconocida por todas las iglesias ortodoxas locales? Pasaron cinco años, pero iglesias que están próximas al patriarcado de Constantinopla como el patriarcado de Jerusalén y de Antioquía no reconocen estas estructuras. Hay una carta escrita por el arzobispo Atanasio de Tirana en la cual fundamenta su postura respecto al asunto y destaca que es inadmisible la expedición de este Tomos a grupos problemáticos de sacerdotes que no se arrepintieron. El patriarca Bartolomé estaba convencido de que mediante este acto millones de cristianos ortodoxos que estaban lejos de la iglesia volverían a su seno. En vez de instaurar paz, como se proponía, la escisión se profundizó aún más y las personas que fueron declaradas canónicas comenzaron persecuciones contra la iglesia canónica. Se apoderan de templos, golpean a sacerdotes, matan. ¿Son cristianos? Esto es un absurdo, pero la escisión ya es un hecho”.
En palabras del metropolitano Daniel, la escisión no se da solo en Ucrania, sino en medio de las iglesias ortodoxas. Hay metropolitanos que no reconocen esta estructura y hay otros que la reconocen. Además, en el Tomos figura que la iglesia ortodoxa en Ucrania reconoce al patriarca de Constantinopla como su prelado, igual que lo hace el resto de las iglesias ortodoxas. La doctrina ortodoxa es absolutamente unívoca respecto a este asunto: el prelado de la Iglesia Ecuménica es el propio Jesucristo.
“Justamente porque la vida del cristiano ortodoxo está llena de desafíos debemos atenernos a la doctrina verídica”, subraya el metropolitano Daniel. Estas reglas prohíben de manera categórica que el prelado de una iglesia extranjera intervenga en los asuntos de otra iglesia ortodoxa autocéfala”.
Aquí viene la pregunta dónde está la Iglesia Ortodoxa Búlgara. “Vivimos en este mundo, nos informamos de lo que sucede, debemos defender el canon, las verdades dogmáticas de la fe y tratar de vivir como personas piadosas”, responde el metropolitano Daniel.
A la pregunta de cómo debe ser el futuro patriarca búlgaro, alude como ejemplo al patriarca Máximo que estuvo en el cargo en dos difíciles épocas de grandes retos: el socialismo y la escisión en 1992. “A pesar de todas las dificultades él logró conservar la unidad en la iglesia no con fuerza o dando golpes en la mesa, sino con paciencia, tino, valentía y prudencia”, subraya el metropolitano Daniel y agrega que la unidad en la iglesia se logra precisamente de esta manera:
“Cuando la unidad es la convicción y la disposición a sacrificarse de cada uno entonces la iglesia es invencible. El patriarca debe ser en primer lugar ortodoxo, debe conservar el sacramento de la fe en un corazón puro y debe respetar a sus prójimos. Cuando la concordia existe entonces el patriarca es la figura que debe personificar y buscar esta concordia”.
Fotos: BGNES, EPA/BGNES, facebook.com/Vidinska.mitropoliya
Traducido y publicado por Hritina Táseva
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