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La grandeza de la Unificación y las consecuencias del síndrome de la Unificación

Prof. Iván Ilchev
Foto: BTA

El 6 de septiembre de 1885 Bulgaria volvió a convertirse en un Estado unido. En una entrevista para Radio Bulgaria el profesor Iván Ilchev, de la Universidad de Sofía san Clemente de Ohrid, cuenta de los factores que comdijeron a la Unificación, cunando el Principado de Bulgaria y la provincia autónoma de Rumelia Oriental se unificaron exitosamente bajo el poder del príncipe Alejandro I de Battemberg.

“El éxito de la Unificación se debe a una combinación de factres que se dan muy raras veces y que después no se repitieron en la historia búlgara. Por un lado, había personas que todavía recordaban los años revolucionarios, como Zahari Stoyanov. Había militares que participaron en la Guerra Serbio-Turca (1876) y después en la Guerra Ruso-Turca (1877-1878) y habían acumulado experiencia de dos guerras.

Había un estadista muy resuelto como Stefan Stambolov. Había una combinación única de factores de la política exterior sobre los cuales los principales Estados que tenían inteses en los Balcanes se habían puesto de acuerdo en secreto de que no intervendrían si Bulgraia y Rumelia Oriental se unificaran, siempre y cuando las turbulencias no se trasladaran a Macedonia”, cuenta el historiador.

El profesor Ilchev opina que los activistas del Comité de la Unificación, encabezados por Zahari Stoyanov, no estaban al tanto de este acuerdo secreto entre las Grandes Potencias y literalmete arriesgaron sus vidas.

Activistas del Comité Revolucionario Central Secreto, en Plovdiv, en el verano de 1885

La Unificación estaba condenada a fracasar sin el aconsentimiento del príncipe búlgaro Alejandro I de Batemberg. Cuando los enviados del Comité visitaron el príncipe en Shumen durante unos ejercicios militares y le propusieron que apoyara la acción, el soberano dijo que apostaba su cabeza y su corona para la unificación del país. 

El príncipe Alejandro I de Battenberg

“El príncipe Alejandro I es infravalorado en la historiografía búlgara. Imagíense: llega a Bulgaria una persona de 24-25 años de edad para gobernar un Estado cuyo idioma desconoce, del cual no tiene ni idea cómo es, independientemente del hecho de que pasó algunos meses en el estado del ejército ruso durante la Guerra Ruso-Turca. 

Esta misma persona se desarrolló muchísimo en el marco de 5-6 años, el tiempo que le dio la historia. Al principio cometía graves errores cuando limitó el derecho electoral, el papel del parlamento y gobernaba mediante decretos y gobiernos desigandos por él.

El éxito de la Unificación fue protegido en la Guerra Búlgaro-Serbia de 1885, pero planetó unos retos muy altos ante los políticos búlgaros de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Ellos se vieron metidos en un fenómeno que el Prof. Iván Ilchev denomina ante sus estudiantes “el síndrome de la Unificación”.

“Cada año el 6 de septiembre hablamos de la grandeza de esta fecha y es grande de verdad. Pero la Unificación tiene, aparte de todas sus consecuncias positivas, otras que son negativas, no para Bulgraia como Estado, sino en la conciencia de los políticos, de las personas que gobiernan el país. La Unificación engañó a los políticos búlgaros de que podían encaminarse a Macedonia.

Ellos pensaron que tenían que hacer en Macedonia las mismas cosas que habían hecho en Rumelia Oriental, pero se olvidaron que en Rumelia Oiental en 1885 el 70% de la población eran búlgaros cristanos. En Macedonia, según las estdísticas búlgaras más optimistas, los búlgaros eran del 54-55%. No es casual que en los restaurantes parisienses de finales del siglo XIX y principios del siglo XX apareció el plato “ensalada macedonia”, una mistura de todo tipo de hortalizas”, recuerda Ilchev. 

Bulgaria, Tracia y Macedonia divididas por el Congreso de Berlín en 1878. Litogafía de Nikolay Pávlovic

Los políticos búlgaros comenzaron a hablar de la autonomía de Macedonia con la esperanza de que se repita el escenario con la adhesión de la autónoma Rumelia Oriental. Pero ninguno de los vecinos de Bulgaria en los Balcanes en aquel entonces, ninguna de las Grandes Potencias en Europa concebía en el mismo sentido la palabra “autonomía” como lo hacía Sofía, subraya el invesyigador. Los vecinos de Bulgaria se sobrecogieron tras la rápida ampliación territorial del país apenas 6 años después de su liberación. 

Por esta razón estaban en contra de la idea de que el joven Estado búlgaro buscara una rápida unión nacional. El precio de este “síndrome de la Unficación” fue pagado en las Guerras Balcánicas y en la Primera Guerra Mundial. Por esto el profesor insta que incluso cuando leemos las lecciones más exitosas de la historia, debemos buscar las dimensiones humanas del pasado y pensar en las alternativas desaprovechadas.

Fotos: BTA, bulgarianhistory.org, Museo regional de Historia en Plovdiv, Archivo 

Versión al español de Hristina Táseva 



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