En 1847, en uno de los barrios de la ciudad de Gabrovo, en la familia de Hristo Ivanov Bankov - hombre avispado de una antigua familia local, y maestro de eminii (zapatillas) - nacía el segundo hijo de la familia, Hristo. La suya era una numerosa familia que se decía haber tenido varios hijos con talento artístico y religioso, por lo que el joven Hristo partió, con tan sólo 12 años, hacia el Monte Athos, para aprender el oficio de pintor. Se convirtió en aprendiz en aquel lugar sagrado, donde los grandes iluminadores como Paísio de Hilandar (Paisií Hilendárski), Hilarión de Makariopol y Neofit Bozveli anhelaban la libertad de Bulgaria. Pronto el abad del monasterio se percató de sus dotes para el dibujo y decidió enviar al prometedor joven a estudiar en Rusia.
Antes de ingresar en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú, Hristo Tsokev permaneció siete años en el Lavra de Kiev-Pechora, donde tomó los hábitos de monje y se especializó en la pintura de iconos. Cuando completó su educación en 1873, escribió al consejo de la escuela pidiendo que le concediera el título de "Artista libre" para poder enseñar en el recién inaugurado instituto Aprilov de su ciudad natal. Su sueño no se hizo realidad de inmediato, ya que aún no se había abierto una plaza de profesor de pintura en la escuela. Así que se dedicó a pintar iconos para las iglesias y los monasterios cercanos.
La fe y el arte van de la mano durante toda la vida del artista, que tampoco fue ajeno al ideal nacional de liberación. Los estudiosos contemporáneos incluso establecen un paralelismo entre él y Vasil Levski, ya que ambos decidieron tirar el hábito: uno para convertirse en revolucionario, y el otro para pintar y participar en las luchas de la liberación nacional.
“Volviendo la vista atrás en la historia búlgara, podemos ver a muchas personalidades que de jovenes primero pasaron por academias religiosas”, afirma Neli Nedeva, directora de la Galería de Arte de Gabrovo. “Esto está relacionado en gran medida con la época. La falta de educación laica quizás hizo que lo espiritual fuera más accesible para los búlgaros y, además, la temática filosófica y la premisa de este tipo de educación era algo típico para las personalidades espirituales de la época. Por esto podríamos establecer un paralelismo con Levski".
Hristo Tsokev regresó de Rusia a su patria en una época en la que ni siquiera estaba claro si Bulgaria sería liberada - antes del Levantamiento de Abril - y cuando la enseñanza laica de la pintura era todavía una quimera.
"Esto nos lo demuestra su pensamiento reformista - él no sólo quería ser pintor (zograf), sino que además quería convertirse en profesor e introducir unas reglas académicas de enseñanza que poco tenían que ver con el conocido modelo del "oficio transmitido de padre a hijo" (incluso Zahari Zograf recibió una educación "académica" de su propio padre)", continúa Nely Nedeva. “Inmediatamente después de su regreso a Gabrovo, Hristo Tsokev fue vigilado por las autoridades turcas, sospechoso de estar implicado en el movimiento de liberación nacional. Para evitar ser detenido, huyó a la ciudad de Svishtov con la coartada oficial de que estaba pintando iconos en la iglesia local, algo que realmente hizo, pero numerosas pruebas apuntan a que mientras tanto seguía involucrado en actividades revolucionarias".
A causa de las persecuciones otomanas, Hristo Tsokev vivió varios años como emigrante. En la ciudad rumana de Alejandría participó en la preparación del Levantamiento de Stara Zagora, y en Giurgiu fundó la filial local de la Sociedad Central Búlgara de Beneficencia. Permaneció en Rumanía hasta la Liberación, donde pintó retratos e iconos para las iglesias de ambas ciudades y de sus alrededores. En 1879 regresó a Gabrovo y ese mismo año fue nombrado profesor de dibujo y pintura en el Instituto Aprilov. En la primera exposición de estudiantes en Sofía, recibió personalmente los elogios del príncipe Alejandro de Battenberg por las obras de sus alumnos.
“En esta época, Hristo Tsokev pintaba principalmente retratos”, dice Neli Nedeva. “Aquí debemos señalar algo que fue específico de su trabajo - él creaba retratos sacros, es decir, retratos de personas fallecidas. Basándose en información sobre el destino de la persona a retratar, y en la narración y las impresiones de sus parientes, Tsokev conseguía transmitir el carácter de sus modelos, lo cual, desde mi punto de vista roza la genialidad".
El artista nos legó toda una galería de imágenes de sus conciudadanos destacados: maestros, comerciantes, artesanos, padres e hijos. Sus retratos reflejan no sólo unos meros rasgos personales, sino esa energía, esa dignidad humana y la conciencia del valor individual, características de la época del Renacimiento. En 1883, Hristo Tsokev presentó su obra en un concurso para el puesto de profesor en un colegio masculino de la capital, y lo consiguió. Pero, desgraciadamente, pronto cayó derrotado por la tuberculosis y se fue de este mundo a la edad de 36 años habiendo disfrutado tan sólo cinco años de las oportunidades que ofrecía una patria libre.
Hristo Tsokev ocupa un lugar principal en los anales de las Bellas Artes de Bulgaria, dejando su contribución individual no sólo en la pintura eclesiástica sino también en la profana.
“Hasta la Liberación, los búlgaros sólo conocían la pintura como tal dentro de los límites de las iglesias y los monasterios, gracias a los frescos y los iconos que había allí”, explica Neli Nedeva. “A finales de siglo ya empezaron a abrir lentamente sus sentidos a la pintura profana gracias a Hristo Tsokev, que fue uno de los pocos artistas que realizaron esta difícil transición. Él tuvo además una enorme contribución al comienzo y el desarrollo de la educación artística en Bulgaria”.
Hoy la galería Gabrovo lleva el nombre del gran artista y conserva cinco de sus cuadros y un icono.
"Lamentablemente, Hristo Tsokev no nos dejó una obra muy extensa", dice Neli Nedeva. "Tras su muerte, su esposa, Kichka Bedrozova, hizo una donación, que posteriormente fue repartida entre la Galería de Arte de la Ciudad de Sofía, la Galería de Arte Nacional y la Galería Gabrovo. Es decir, hoy son tres las galerías que poseen obras de este genial artista búlgaro. Recientemente, sus cuadros han empezado a aparecer en colecciones privadas, y esto significa que su obra debe ser redescubierta y reexaminada por los historiadores del arte".
Autor: Diana Tsankova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Fundación “Zhivopis” de la Galería “Hristo Tsokev”, Museo Histórico Regional de Gabrovo
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