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Dina Dzhevali, de Siria: “Viví tiempos de desesperación, en Bulgaria no hay nada difícil para mí”

Foto: Archivo personal

Casa día se juega a las cartas la supervivencia de millones de personas por el mundo que viven en condiciones de guerra, hambruna, enfermedades y una enorme desesperación. Con frecuencia tratamos a los inmigrantes con cierta hostilidad en vez de entenderlos. Lo que sobrevivieron hasta llegar a Bulgaria probablemente era un horror que no podríamos imaginarnos. La vida de Dina Dzhevali que se vio obligada a abandonar Siria tres años después del inicio de la guerra allí demuestra estas palabras:   

“Durante la guerra uno ve y sobrevive cosas muy malas. Cuando digo malas no estoy segura que las personas entienden lo que tengo en cuenta. Hay cosas horrorosas aquí y en todas partes del mundo, pero los niveles de lo horroroso en Siria son completamente diferentes, dice categórica Dina. Recuerdo algo que me impactó de una manera muy fuerte y que estaba relacionado con mi amigo Nizar. Él tenía que entrar en el ejército que es obligatorio en Siria. Recuerdo que una noche antes de partir me llamó por teléfono y me pidió que le prometiera que me cuidaría.

Se lo prometí, pero unos meses después me informaron que estaba muerto. Sus padres querían organizar un funeral, pero él fue descubierto en una región donde se negaron a entregar el cuerpo. Finalmente, sus padres organizaron una ceremonia para él a pesar de que n disponían de su cuerpo. Unos días después se enteraron que su cuerpo estaba en un hospital y su madre fue a reconocerlo. No logró hacerlo ya que el lugar donde fue encontrado él es muy caluroso y no quedaba casi nada de su cuerpo. Mi tía logró reconocerlo y organizaron un segundo funeral.

¿Por qué les cuento esta historia? Veo que en Bulgaria y en otros lugares las personas se sienten mal cuando alguien abandona este mundo. Esto es normal. Quisiera decir que la muerte no es igual para todos. Una muerte como la de Nizar, cuando faltaban partes entras de su cuerpo y su madre no podía reconocerlo, es más horrible en comparación con una muerte en la cama, cuando uno está rodeado de los familiares”. 

Mientras estaba en Siria Dina trabajaba en una compañía de telecomunicaciones basada en Damasco. Su familia se encontraba en otra ciudad a unos 70 kilómetros de la capital. La joven mujer vivía sola en una región que estaba en la frontera entre los territorios de la ciudad gobernados por el Gobierno y por los insurrectos.

“Una mañana me desperté con un mal presentimiento y decidí quedarme en casa. Poco después comenzó un intenso bombardeo. Tenía la sensación de que duraba horas, no había ni electricidad ni agua”, recuerda Dina.

En tales momentos uno se siente completamente indefenso y en una plena desesperación. Lo único que puede hacer es ponerse las manos en la cabeza y esperar que esto termine, señala Dina y agrega: 


“Por esto cuando llegué a Bulgaria vi que no hay nada difícil y nada que me pueda parar. Vi y sobreviví momentos en los cuales uno no tiene la posibilidad de hacer nada. Aquí no es así, pero las personas se olvidan de esto”.

Dina llegó a Bulgaria a finales de 2013 pero hasta hace poco tiempo no había compartido con nadie lo que vivió en su patria desgarrada por la guerra. Acude al consultorio de un terapeuta que le ayude a sobrevivir el estrés y comenzar su vida de nuevo. Después de varios procedimientos in vitro logró a dar a luz y no disimula que su hijo Harry es el mayor regalo con el cual había soñado: 


“He de reconocer que hoy no pertenezco ni a la comunidad siria ni a la libanesa en Bulgaria. Esta es mi manera de ser parte del medio búlgaro ya que si me quedo en la siria me será muy difícil. Por esta razón desactivé mi perfil en Facebook ya que me di cuenta de que no podría forjar mi vida en Bulgaria y ver a mis amigos que quedaron en Siria. Sentía que no podía entregarme al 100% a la vida que tengo aquí.No era fácil, tal vez no era correcto, pero era lo que pude hacer. Cuando abandoné Siria no regresé más, a diferencia de mis padres que viajan allí cada verano. Mi familia está aquí, no puedo decir que todavía tengo amigos en Siria. Mi vida está en Bulgaria, y no miro hacia atrás”, dice la siria que escogió Bulgaria para realizar sus sueños.

Fotos: Archivo personal 

Traducido y publicado por Hristina Táseva 



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