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Rumen Rashev, el búlgaro al frente del Ballet Nacional de El Salvador

"El ballet es un arte espectacular basado en la ciencia"

Rumen Rashev
Foto: Ópera Estatal de Stara Zagora

Rumen Rashev fue uno de los solistas más destacados del ballet búlgaro a finales de los años setenta y durante los ochenta. Se inició en el mundo del arte por casualidad, pero con la bendición del famoso Nedelcho Izov, director de la Escuela Coreográfica Estatal. Rashev fue elegido para continuar sus estudios en la prestigiosa academia de “Agripina Vaganova” de San Petersburgo (entonces Leningrado), la escuela de ballet más antigua de Rusia, fundada en 1738.

Los profesores de la academia "Vaganova" son los mejores especialistas del mundo no solo en ballet, sino también en actuación, historia de la música, teatro y danza. Tras graduarse, Rashev regresó a Bulgaria y comenzó a trabajar en la Ópera de Plovdiv. En 1981, la coreógrafa Margarita Arnaudova lo invitó a formar parte de la prestigiosa compañía búlgara de danza contemporánea “Arabesque”, y un año después fue nombrado miembro de la Ópera de Sofía.

Durante casi una década, Rumen Rashev fue el primer solista del Ballet Nacional. También actuó en “Arabesque” e impartió clases en la Escuela Coreográfica. En enero de 1990, recibió una invitación oficial para trabajar en Venezuela.

Ante la pregunta de por qué un artista ya reconocido y con un éxito extraordinario abandonó Bulgaria al inicio de la transición, Rumen Rashev responde:
Rumen Rashev
“No, no, aquí no estaba nada mal. Simplemente me invitaron a Venezuela por un año y mi esposa sugirió que 'cambiáramos un poco el ambiente'. Supuestamente, por un año... pero resulta que ya llevamos 34.”
Gabriela de Bukele con Nayib Bukele
Su hogar está en Venezuela. La primera vez que trabajó en El Salvador fue en 2013. “Allí hay una fundación privada -explica Rashev- que tiene una compañía de ballet. La primera dama, Gabriela de Bukele, bailaba en ella. Cuando Nayib Bukele llegó a la presidencia, ya tenía todos los motivos para crear un Ballet Nacional. Me invitaron a ser el director y, el 1 de octubre de 2019, se lanzó oficialmente el Ballet Nacional, adscrito al Ministerio de Cultura.”

La compañía cuenta actualmente con 21 bailarines y un programa de becarios. Hasta ahora, el búlgaro Rumen Rashev es el único coreógrafo, pero no realiza representaciones:

“No hago representaciones y creo que no debería, porque es un Ballet Nacional. En dos años, con la ayuda del Ministerio y la Presidencia, hemos logrado invitar a seis coreógrafos diferentes: de Cuba, México, Perú, Alemania... Para que los bailarines del ballet puedan tener contacto con coreógrafos de distintas edades, estilos y nacionalidades. Esto enriquece el ballet, enriquece a los artistas y al repertorio. Ese es mi objetivo.”

Rashev viaja con frecuencia por Latinoamérica. Ha impartido clases en Brasil y organiza cursos de verano allí casi todos los años. También comparte sus impresiones sobre Perú y México, donde hay buenas compañías de ballet.

“Para tener una buena compañía se necesita el apoyo del gobierno. La mayoría de las compañías en América, y las nuevas en Europa, son privadas, y es muy difícil encontrar patrocinadores y fondos, porque el arte es caro.”

La primera puesta en escena de la joven compañía de El Salvador fue “Coppélia”. Tuvieron que esperar un año, ya que comenzaron a trabajar en 2019, pero a principios de 2020 llegó la pandemia y solo en otoño pudieron hacer una inauguración oficial con su primera representación: una suite de Coppélia. Le siguieron “La niña malcriada”, en la versión cubana puesta en escena por Laura Alonso junto a “Majísimo”, y, después, una suite de “El lago de los cisnes”.

Rumen Rashev está especialmente orgulloso de la representación global de “El cascanueces”, realizada junto con las otras dos compañías de El Salvador: el Ballet Folclórico y la Compañía Moderna. Sus planes son ambiciosos. Entre ellos está Carmen, de Alberto Alonso, una versión virtuosa para la que ha sido invitada a El Salvador la sobrina de Alberto, Laura Alonso.

“Lo que me interesa es el intercambio a nivel de compañías y elencos. En septiembre visitamos Cuba e hicimos una gala conjunta con la compañía de Laura Alonso, que ahora es mejor que el Ballet Nacional de Cuba. Eso es lo interesante: un intercambio de compañías, no solo de directores y escenógrafos que presentan su trabajo y se van.

Cuando hay un intercambio entre compañías enteras, el nivel es mucho más alto. Los bailarines se ven unos a otros, se conocen, hablan idiomas diferentes, aprenden distintos estilos... No es una competición para ver quién es mejor, sino un intercambio de experiencias, ¡es genial! Se crea un ambiente de amistad. Además, en Latinoamérica todos hablamos español, no hay barrera lingüística. Los bailarines de ballet se entienden, se ayudan, se observan... Es algo muy, muy bonito, y trato de fomentarlo. Tengo planes para el próximo año y para hacer una gala conjunta en México.”

Mientras tanto, la compañía del Ballet Nacional de El Salvador, bajo la dirección del maestro de ballet búlgaro Rumen Rashev, realizará su primera visita a un escenario búlgaro a finales de noviembre de 2024, combinando repertorio clásico y neoclásico en su programa de conciertos.

¿Le abrió puertas el hecho de haber estudiado en San Petersburgo, en la escuela más famosa del mundo, que lleva el nombre de Agripina Vaganova? ¿Significa “Vaganova” el más alto nivel de ballet?

"Depende de dónde estemos, porque a veces no lo aceptan. En América Latina hay una influencia cubana muy fuerte. En Centroamérica, también hay una fuerte influencia del Royal English Ballet. Así que “Vaganova”... me aceptan como alguien muy exigente. Es la escuela más exigente, la más pura, ¡la más maravillosa!

¡Fue una suerte que nos enviaran a Sylvia y a mí a estudiar allí! No hay nada mejor, y lo digo porque he viajado por todas partes, conozco casi todo el mundo del ballet. Es la única escuela que tiene bases científicas sólidas. Sigo manteniendo que el ballet es un arte espectacular, pero se basa en la ciencia. Es física, matemáticas y anatomía. “Vaganova” es la única que tiene esa base científica, y de ahí surge el gran desarrollo espiritual como arte. Pero tiene que haber algo sobre lo que el arte se desarrolle."

Traducido y publicado: Borislav Todorov

Fotos: Ópera Estatal de Stara Zagora, Facebook / Gabriela de Bukele, Facebook / Rumen Rashev




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