Hace casi 40 años las comunidades ortodoxas búlgaras en Europa Occidental y Central estaban centradas en unas cuantas ciudades. Después de la adhesión de Bulgaria a la UE y con el aumento de la diáspora búlgara, las comunidades religiosas búlgaras comenzaron a crecer. Sin embargo, para la fundación de una nueva comunidad religiosa búlgara en una determinada ciudad en el extranjero son necesarios varios años, hasta que la parroquia se establezca con templo y misas regulares y con un sacerdote que oficie allí.
“En el extranjero, en Alemania, o en cualquier otro país se han fundado comunidades religiosas que desean y necesitan de cuidados espirituales. Por esto nosotros asumimos la responsabilidad de viajar y se estar al lado de estas comunidades religiosas”, cuenta el padre Tsolo Krvachkov.
Todo comienza por unos cuantos compatriotas nuestros que se reúnen para presenciar las misas. Con el tiempo ya desean poder asistir a misas regulares en los lugares donde viven, disponer de un templo propio y contar con la presencia de un sacerdote. Poco a poco, con donaciones y con la cooperación de las organizaciones de los emigrantes y la Iglesia Ortodoxa Búlgara, se fundan templos búlgaros.
Uno de ellos es el templo catedralicio Santo zar Boris Bautista que se convierte en hogar espiritual para los cristianos ortodoxos en Berlín y en sus proximidades.
Inicialmente las misas en Berlín se oficiaban en el salón de la Embajada búlgara mientras que hoy nuestros compatriotas ya se reúnen en la casa espiritual cada domingo y los días de las grandes fiestas religiosas.
El primer sacerdote que fue investido para trabajar en la eparquía en Europa occidental y central en el lejano año 1994 es el padre Liubomir Leontinov. Hoy es uno de los tres sacerdotes que ofician en el templo catedralicio Santo Zar Boris Bautista.
“A principios de los años 90 cuando comenzó la reconstrucción del templo Santo zar Borís Bautista en Berlín había una comunidad de estudiantes universitarios muy nutrida”, recuerda el padre. “Los chicos y las chicas con todo su entusiasmo venían para ayudar en la limpieza del templo y las obras de construcción. Lejos de sus padres, amigos y familiares ellos reconocieron a los sacerdotes como personas más próximas, como sus padres. Posteriormente, los sacerdotes búlgaros bautizaron sus parejas extranjeras y sus hijos.
“Estas personas están aquí por cierto tiempo, pero si conservamos el lazo con ellos esto significa que somos ricos”, dice el padre Leontinov. Hemos tendido la mano a cada persona, cada uno puede visitarnos, podemos rezar juntos y ser parte de la misma comunidad”, dice el padre Liubomir y agrega que hoy en la comunidad búlgara en Berlín hay no solo búlgaros, sino polacos, alemanes, rusos, ucranianos, rumanos…
“Nuestra comunidad en Berlín reúne estas personas que a veces son muchísimas y la iglesia está a tope. A veces no hay tantas personas ya que andamos muy atareados en nuestro día a día en la república federal”, agrega Hristo Berov, uno de los más fervorosos cristianos y presidente de la Comunidad Búlgara Religiosa en Berlín. Tratamos de tenderle la mano a las personas y a calmarlas, insuflarles esperanza y ante todo seguir a Jesucristo, nuestro Salvador, que nos conduce a la salvación de nuestras almas”.
Hristo Berov señala con satisfacción que entre la comunidad religiosa y las representaciones del Estado búlgaro en la capital alemana hay una cooperación muy fructífera. Habla con gratitud del apoyo que presta el embajador búlgaro en Berlín Grigor Porozhanov y el director del Instituto Cultural Búlgaro Borislav Petranov. Ellos asisten a la Santa Liturgia en el templo, organizan exposiciones de iconos y varios eventos con los cuales nuestros compatriotas se enorgullecen que son búlgaros. La Iglesia Ortodoxa es la que reúne en su seno a los hijos de Bulgaria esparcidos por el mundo y conserva su identidad.
Fotos: BTA, Darin Grigórova,Comunidad Ortodoxa Búgara en Berlín
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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