El atentado en el templo catedralicio santa Nedelia perpetrado el 16 de abril de 1925 es el acto terrorista más sangriento en la historia de Bulgaria. Ocurrió un Jueves Santo y no tiene análogo por su brutalidad y premeditación. Hace un siglo en Semana Santa en el templo perdieron la vida 134 personas, pero en los días siguientes su número ya era más de 200 ya que una parte de los 500 heridos también murieron. El día del atentado no era casual también por otra razón: el 14 de abril fue asesinado el diputado general Kontantin Gueorguiev. La misa funeral del representante del poder llevó al templo la élite política y militar del país. Se esperaba que entre ellos estuviera el zar Boris III, pero el monarca llegó tarde ya que el mismo día presenció los funerales de sus compañeros que fueron asesinados durante el fallido atentado contra el monarca perpetrado también el 14 de abril en el puerto de montaña de Arabakonak. El objetivo de los autores de los atentados era asesinar al mayor número posible de personalidades políticas influyentes.
¿Cuáles eran las premisas políticas que condujeron a este acto sangriento?
“El Partido Comunista Búlgaro se daba cuenta de que en Bulgaria no había condiciones para acciones revolucionarias directas y se opuso a la presión del Comintern de iniciar una lucha armada”, recuerda el historiador y profesor de la Universidad de Sofía Prof. Veselin Yanchev. A fin de cuentas, fue organizada la llamada Insurrección de septiembre en 1923, que demostró claramente que en aquel momento el Partido Comunista no estaba en condiciones de derrocar al poder. No tenía el potencial humano, la organización necesaria, ni el potencial militar de lograrlo y era lógico que buscara otras vías para su futuro desarrollo político. Entonces intervinieron Vasil Kolarov y Gueorgui Dimitrov quienes eran líderes de la rebelión y decidieron que tenían que continuar el curso de la lucha armada para derribar al poder mediante una nueva rebelión.
Había dos vías posibles para que esto sucediera: la creación de una organización militar ilegal y el mantenimiento de un movimiento de guerrillas que desestabilizaran el poder. Precisamente en esta dirección se orientaron los esfuerzos de todo el partido y éste dejó de ser una fuerza política para convertirse en una organización ilegal que socavaba los cimientos del Estado”, recuerda el Prof. Veselin Yanchev.
Después del sofocamiento de la Insurrección de septiembre, que estalló el mismo mes de 1923, el Partido Comunista fue prohibido y el poder intensificó la presión y las represiones contra sus miembros. Por su parte ellos comenzaron a planificar ataques contra representantes del poder y la policía.
El 16 de abril a las 15.32 horas los autores del atentado encendieron la mecha de la bomba y después de la exposición sobre la iglesia se formó una nube negra. La cúpula central del templo se desplomó y bajo su peso murieron muchas personas inocentes. Entre las víctimas había 12 generales, 15 coroneles y muchos oficiales que habían sobrevivido después de haber combatido por su patria en 3 o 4 guerras. La tragedia era enorme y el caos se apoderó de todos.
A juicio del Prof. Yanchev, no son algo nuevo los intentos responsabilizar por lo sucedido en la catedral al poder estatal legítimo y a los órganos del orden público:
“Estos intentos se iniciaron en el transcurso de los sucesos e incluso antes de esto con la justificación de que el Estado ejercía terror al cual se tenía que responder. Es un hecho, sin embargo, que la política de la directiva del Partido Comunista orientada a la organización de una nueva rebelión armada no fue aceptada de manera unánime en el seno del partido ya que parte de sus miembros se daban cuenta de que este sería el fin absoluto del partido. Después de atentado comenzó un proceso masivo de abandono del partido e indignación por este acto no solo anticristiano, sino inhumano”.
A pesar de que ha pasado un siglo de esta fecha negra para Bulgaria, las manchas blancas en la historia de lo sucedido todavía están allí. Una de ellas es la respuesta a la pregunta de cuáles exactamente han sido las intenciones de sus autores: “Lamentablemente las explicaciones con las cuales disponemos fueron dadas en una etapa posterior. Son de aquellos miembros del partido que quedaron vivos y que tenían interés de presentarse como personas inocentes. Los principales organizadores murieron inmediatamente después del atentado y no podemos conocer sus objetivos. Además, es ilógico que militares o personas que se ocupan de actividad política se hubieran imaginado que el poder político puede ser derrocado con la aniquilación física de la directiva política de aquel momento. Esto no podía suceder ya que un partido no consta solamente de 10 ministros. A mi juicio, es más que ingenua la idea de que aniquilando la directiva política se crearía pánico que se propagaría por todo el país y éste sería bloqueado,”, dice convencido el historiador.
Fotos: BTA (Archivo), Museo de Historia de Samokov, Agencia Estatal Archivos, lostbulgaria.com, wikipedia.org
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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