A las puertas del verano astronómico y de la subida de las temperaturas, lo más importante es que tengamos agua. Sin embargo, los meses de verano de 2024 fueron un verdadero reto para cientas de poblaciones de distintas zonas de Bulgaria, que se quedaron sin agua o con un régimen parcial del suministro. La crisis del agua obligó a los habitantes de muchas ciudades y pueblos a permanecer despiertos por la noche para conseguir abastecerse de agua, ya que ésta apenas llegaba a los grifos durante el día. Por eso, a medida que se acercan las olas de calor y que disminuye la lluvia, vuelve la pregunta: ¿tendremos agua?
“No se espera ningún déjà vu de la crisis del agua del pasado 2024, ya que los principales embalses de agua potable están llenos a unos niveles bastante buenos”. Así lo afirma el climatólogo y profesor de la Universidad de Sofía, el prof. Gueorgui Ráchev.
“Hay agua suficiente, pero el principal problema es que el Estado no la gestiona de forma correcta, ya que el despilfarro de los recursos hídricos es generalizado y está enfocado en satisfacer los intereses privados”, se muestra rotundo Ráchev.
"Es un deber fundamental del Estado el controlar el uso, la distribución y la redistribución de los recursos hídricos, y procurar que quienes los utilizen paguen por lo que han consumido. Hay agua suficiente siempre que se utilice adecuadamente", ensubraya el profesor.
"Bulgaria no sufre de falta de agua, sino de negligencia. Si preguntan en el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, les dirán que son solamente 200.000 personas las que tienen un régimen de agua. Mientras que desde agosto del año pasado, cuando el problema de la sequía estaba en su peor momento, en 425 localidades de 105 municipios los alcaldes han declarado oficialmente un régimen de agua. Esto es algo muy grave. Las ONG hablan de medio millón de personas con régimen temporal o permanente del suministro de agua. Hay unos 16.000-17.000 millones de metros cúbicos de agua apta para su uso, la cuestión es qué pasa con este agua".
No hay peligro de una crisis de agua por el momento: a mediados de junio los embalses de agua potable están en relativo buen estado, según el experto. ¿Y dónde está la génesis del problema que contribuyó significativamente a que cientos de miles de personas se quedaran sin agua el año pasado?
"(El Estado) ha liberado enormes cantidades de agua a través de pequeñas centrales hidroeléctricas privadas, a las que llamamos “pequeños bichos”. El año pasado se liberaron grandes cantidades de agua de nuestras presas, principalmente para fines de riego, con el propósito de obtener algún porcentaje de energía verde que registrar ante la UE. Y esto ocurrió en mayo, que fue un mes lluvioso, con unas cantidades de lluvia del doble de lo normal. Hagan cuentas, miren de dónde viene el dinero y a dónde va, y las cosas se aclararán".
Tampoco hay riesgo de crisis del agua en la costa meridional del mar Negro, donde el problema de las presas potables es acuciante desde hace años, nos tranquiliza el prof. Ráchev. Pero hay una condición:
"Mientras que la costa norte del mar Negro puede compensar con fuentes locales de agua, con el embalse de Yasnaya Polyana (que abastece principalmente la costa sur del mar Negro) las cosas son totalmente unidireccionales y allí la planta de tratamiento de aguas residuales necesita serias reparaciones. Actualmente el embalse abastece 1 millón de metros cúbicos al mes y tiene una capacidad de 15. Aunque no llueva mucho hasta el mes de diciembre, podremos abastecer sin problema toda la costa del mar Negro. A menos que tengamos que drenar. ¿Y cómo se haría eso sin unas centrales hidroeléctricas? A través de un consumo excesivo. A través del consumo de las piscinas, que están brotando una tras otra en los hoteles. En estos momentos el consumo es de medio metro cúbico por segundo. No hay nada de malo en ello, pero ese agua debería ser ahorrada y pagada. El uso no autorizado del agua también se llama “engancharse a la instalación de agua”. Es ridículo hablar de un 80% de desperdicio de agua en el curso de su circulación por las instalaciones. Así es como se oculta este mismo “enganchamiento” y uso del agua potable, ya sea para el uso industrial, o para el riego aunque sea de forma ilegal, explica el climatólogo.
Ráchev pone el ejemplo-apoteosis del problema. Tras la construcción del ciclo del agua en Shumen, las pérdidas de agua, en lugar de disminuir, han aumentado: del 80 al 83% aproximadamente.
De modo que no es falta de agua, sino descaro. Así lo resume Gueorgui Ráchev. Mientras tanto, el Estado asegura que está trabajando seriamente para resolver estos problemas.
El tema sigue en proceso y Radio Bulgaria presentará la postura del poder ejecutivo a principios de la próxima semana.
Autor: Iván Gergov
Traducción en español y publicación: Alena Markova
Fotos: BGNES, Ani Petrova (BNR)
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