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“Izlel e Delyo Haydutin”, un cuento búlgaro en el cosmos

Valya Balkanska

Desde hace siglos, en los Ródopes se cuentan leyendas sobre el bandido Delyo a quien el pueblo ha dedicado algunas de sus mejores canciones.

La canción “Izlel e Delyo Haydutin” (“Salió el rebelde Delyo”) fue grabada por primera vez por folcloristas de la región de Zlatograd en los años 30. La primera grabación fue realizada por la Radio Nacional de Bulgaria en una representación de Nadezhda Hvóyneva. En 1965, durante el primer Festival Nacional de Arte Popular Búlgaro celebrado en Koprívshtitsa, una folclorista estadounidense llamada Ethel Reim quedó impresionada por los sonidos de “Izlel e Delyo Haydutin” en la voz de Valya Balkanska, que entonces tenía nada más que 23 años. Valya nació en el pueblo de Arda, en la región de Smolyan, dotada de una voz increíble y un excelente oído musical, y nunca dejó de cantar. A los 18 años, se quitó el pañuelo de la cabeza y fue a escondidas a una audición en la ciudad de Smolyan. Su carrera comenzó en 1960 como solista en el Conjunto Estatal de Canciones y Danzas Folclóricas “Rodópi”. Poco después de que Ethel Reim la escuchara en Koprivshtitsa, otro joven folclorista estadounidense llamado Martin Koenig también había quedado intrigado por Bulgaria. Una ONG fundada por Koenig se dedicaba en aquellos momentos a investigar, documentar y presentar las culturas tradicionales, y él se propuso el objetivo de grabar el folclore original búlgaro. Estando en Estados Unidos, él escuchó las grabaciones que Ethel Reim había hecho en las fiestas de Koprivshtitsa.

Valya Balkanska, en el pueblo de Arda, 1968

Ambos decidieron entonces que debían encontrarse con Valia Balkanska. Llegaron a Bulgaria en 1968 con un equipo técnico de grabación de gran calidad. Como no había ningún estudio en la zona de Smolyan, instalaron el equipo en el aula de una escuela, que tenía el techo bajo. Valya estaba de pie en un extremo de la sala, y dos gaiteros estaban en el otro extremo, con un micrófono delante de cada uno. Los gaiteros no eran músicos profesionales, sino mineros: “Eran Stéfan Zahmánov de Sokólovtsi y Lázar Kánevski de Momchílovtsi, porque ellos tocaban con el corazón”, cuenta años más tarde Koenig. Pero los folcloristas estadounidenses no participaron en la selección de “Izlel e Delyo Haydutin” para el Disco de Oro a bordo de la Voyager 1, la nave espacial que despegó el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral y abandonó el sistema solar en 2004. Ese disco contenía fotos y sonidos de la Tierra, con el fin de preservar para la posteridad una parte del patrimonio terrestre y convertirse en un mensaje para las civilizaciones extraterrestres. Él contenía: sonidos de la naturaleza, saludos en 55 idiomas y un mensaje del pesidente de los Estados Unidos y del secretario general de las Naciones Unidas.

Valya Balkanska durante la grabación

La lengua búlgara no figuraba entre los idiomas de los saludos, pero había una selección de 90 minutos de músicas del mundo de diferentes culturas. Junto a obras de Bach, Mozart, Beethoven y Stravinsky, habían sido incluidos sonidos del folclore de Java, Senegal, Zaire, Australia, México, Nueva Guinea, Japón, Georgia, Perú, Azerbaiyán, Islas Salomón, China, India, los indios navajos de Estados Unidos. Y la perla búlgara:“Izlel e Delyo Haydutin”. Puede que Bulgaria no saludara en el Disco de Oro, pero cantó con la voz más evocadora de los Ródopes: la voz de Valya Balkanska. Una voz terrenal con dimensiones extraterrestres, que ya ha pasado a formar parte del universo. Aún a día de hoy, Valya Balkanska es un símbolo de la sabiduría del pueblo búlgaro, del espíritu inigualable del folclore autóctono, y de las virtudes búlgaras más valiosas: la bondad, la humanidad, y la eterna búsqueda de la armonía y la perfección.


Sólo podemos lamentar que la fonoteca de la Radio Nacional de Bulgaria no disponga de esa gran interpretación de aquel Disco de Oro, grabada junto a Stéfan Zahmánov y Lázar Kánevski en 1968, en el aula de Smolyan.

Una de las grabaciones que escuchamos a menudo es la de Valya Balkanska con el gaitero Dimítar Petkóvski, realizada en el mismo año 1968, durante el festival "Glorificación de los haiduti" en Aglíkina Polyana.



Autor: Tsvetana Tóncheva

Traducción en español: Alena Markova

Fotos: Archivo BNR, archivo, Martin Koenig



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