Con un concierto del cuarteto “Slavei”, creado por la cantante folclórica Nadka Karadzhova, y una charla sobre los problemas acuciantes de los búlgaros en las regiones de los extremos occidentales, el Centro Cultural e Informativo de la minoría búlgara en Bosilegrad celebra hoy su 27º aniversario. Cada aniversario es una ocasión para hacer balance de lo que se ha logrado y es que, durante casi tres décadas, y en condiciones extremadamente desfavorables, el CCI de Bosilegrad ha prestado una ayuda inestimable a los búlgaros que viven allí:
“Preparamos a casi todos los futuros estudiantes universitarios para sus exámenes según la resolución 103 del Consejo de Ministros. Muchos de ellos han encontrado trabajo y se han quedado en Bulgaria. Ellos esquivaron la máquina propagandística de las autoridades serbias, que fomenta unos ánimos antibúlgaros”, explica en una entrevista para Radio Bulgaria Iván Nikolov, presidente del Centro Cultural y representante de la comunidad búlgara en los extremos occidentales. “Aparte, en lo que respecta a la ciudadanía búlgara, nosotros realizamos consultas y prestamos asistencia a la mayoría de los búlgaros de Bosilegrad que la obtuvieron. Eso les abrió nuevas perspectivas y objetivos de vida, especialmente a los jóvenes. También conmemoramos todas las fechas y acontecimientos importantes relacionados con la historia y la cultura búlgaras”.
Nikolov también está agradecido por otra oportunidad que se ha brindado a los búlgaros de Bosilegrad: la asistencia médica especializada que reciben en la Academia Militar de Medicina de Sofía. Desde principios de este año, 60 personas ya se han beneficiado de este servicio.
El Centro Cultural e Informativo “Bosilegrad” inició su actividad el 2 de octubre de 1998, como resultado de un acuerdo bilateral entre Bulgaria y la entonces República Federativa de Yugoslavia para la apertura de centros similares en las ciudades serbias de Tsaribrod y Bosilegrad, pobladas por etnias búlgaras. Su tarea principal es difundir y desarrollar la cultura y la literatura búlgaras, trabajar para la preservación del patrimonio cultural búlgaro en Bosilegrad y Tsaribrod, desarrollar el turismo y el deporte y mejorar las relaciones entre Bulgaria y Serbia.
“Durante el registro del centro no hubo problemas, pero cuando se inauguró y comenzó a funcionar, presentando programas culturales búlgaros, y hablando de los problemas de la minoría, entonces comenzó una campaña brutal contra nosotros y debo decirles que incluso la estructura local del partido socialista de Slobodan Milosevic presentó en aquel momento una propuesta a la fiscalía para prohibir las actividades del centro cultural, algo que, afortunadamente, no sucedió. Pero la mayoría de los medios de comunicación serbios publicaron titulares difamatorios en los que afirmaban que la actividad del centro era el primer paso para la secesión de Bosilegrad y Tsaribrod y su adhesión a Bulgaria. Este mantra se sigue repitiendo a día de hoy”, explica Iván Nikolov.
Gracias a la actividad del centro, la presencia búlgara se ha hecho palpable, pero no faltan los obstáculos durante el desempeño de su labor, reconoce Nikolov, recordando el fracaso del estreno del libro del escritor Edvin Sugarev “Elegía de los confines” (“Eléguia za kráishteto”), así como los constantes procesos judiciales contra las personas que trabajan allí. En los últimos 27 años, Nikolov no recuerda ni un solo día en el que no haya habido tensión y estrés. Sus preocupaciones actuales se deben al hecho de que el programa del Ministerio de Asuntos Exteriores búlgaro, que financia las organizaciones búlgaras en Albania, Serbia, Kosovo, Ucrania, Moldavia y Macedonia del Norte, ha sido suspendido al haber expirado su plazo de cuatro años. Los fondos que necesita el centro cultural para seguir funcionando con normalidad ascienden a 30.000 euros anuales.
Iván Nikolov señala con franqueza también los ámbitos en los que el Centro Cultural “Bosilegrad” no ha logrado llegar a unos resultados concretos:
“No hemos conseguido materializar esta presencia cultural búlgara y convertirla en una fuerza política real que tome el poder local y ofrezca más oportunidades de negocio y más medios de sustento a la población local. No lo conseguimos debido a la incapacidad del Estado búlgaro para llegar a un acuerdo con las autoridades serbias para facilitar la vida de la población búlgara de aquí, la libre circulación de personas, mercancías, ideas y capitales. Algo que en sí era un proceso europeo pero que, lamentablemente, no pudo implementarse en nuestro país”.
Otra esperanza para los búlgaros de las regiones occidentales, que por ahora sigue sin cumplirse, es que Serbia emprenda el camino hacia su integración europea. Esto abriría nuevas posibilidades para resolver los problemas clave relacionados con la supervivencia de esta población, que actualmente se esfuerza por obtener la ciudadanía búlgara para partir hacia Bulgaria o hacia algún país de Europa occidental:
“No se ha llegado a un acuerdo entre los gobiernos de Bulgaria y Serbia, y todo lo que se acuerda se acaba olvidando al día siguiente. Serbia no ha iniciado las negociaciones para adherirse a la UE, vemos mensajes contradictorios hacia Rusia y China, se escuchan cada vez más consignas antieuropeas y, junto con ellas, la opinión pública también se está volviendo antieuropea”.
Según Nikolov, las protestas que Serbia lleva presenciando desde hace más de un año no tienen unos objetivos políticos claramente definidos: ¿se está pidiendo un cambio en el sistema o solamente un cambio de las personas que forman parte del sistema? Por eso pedir la dimisión del presidente Aleksandar Vučić y celebrar unas elecciones parlamentarias anticipadas no resolverá nada, ya que tendrá aproximadamente el mismo resultado, lo que garantizará otro mandato a quienes están actualmente en el poder, afirma convencido Iván Nikolov.
Autor: Yoan Kolev
Traducción en español y publicación: Alena Markova
Fotos: BTA, BGNES, facebook.com/KicBosilegrad, kicbos.org, glaspress.rs
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