El año 2025 se está acercando a su fin y no ha sido una excepción en las estadísticas negativas sobre desastres naturales en el territorio de Bulgaria. Sequía, incendios y ahora: inundaciones. Y, aunque después de cada catástrofe se hable de medidas de control y prevención, volvemos a tener un déjà vu tanto en lo que a consecuencias como en lo que a promesas se refiere.
Los daños más graves en la actual temporada otoñal son los causados, de momento, por las inundaciones en la costa sur del mar Negro, principalmente en el complejo turístico de Elenite, donde las lluvias torrenciales se convirtieron literalmente en un diluvio después de que el barranco que atraviesa el complejo, el antiguo lecho de un río, arrastrara al rebosar decenas de coches y otros enseres e inundara varios edificios, la mayoría de los cuales según las autoridades estatales fueron construidos ilegalmente en este lugar. Cuatro personas perdieron la vida en la catástrofe y toda la población del complejo fue evacuada hasta que fueran reparados los daños.
Al igual que en Elenite, hay problemas similares en casi toda la costa sur del mar Negro, como los pueblos de Tsarevo y Lozenets, entre otros tantos. Pero el desastre no abarca sólo esta zona: son en total 51 localidades de toda Bulgaria las se quedaron sin electricidad como consecuencia de las condiciones meteorológicas adversas de los últimos días.
¿Por qué ocurre que cada año seamos testigos de lo mismo y escuchemos las mismas promesas, pero no veamos resultados? ¿Cuál es el factor principal aquí: la desfachatez de las instituciones, la construcción excesiva o, como suelen justificarlo cada vez más a menudo las autoridades estatales: el cambio climático?
El factor que influye en las precipitaciones es sin duda el cambio climático, el cual provoca fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, pero las víctimas y los daños que esto conlleva son consecuencia de otros factores, comenta ante Radio Bulgaria Borislav Sandov, ecologista y antiguo viceprimer ministro y ministro de Medio Ambiente y Aguas:
“Los daños y las víctimas son culpa de la negligencia o de la corrupción, dependiendo de cuál de las dos cosas haya ocurrido para que se llegara a infringir las leyes y construir infraestructuras en los cauces de los ríos. O bien, son resultado de una mala gestión de los componentes naturales como bosques, cauces de los ríos o territorios urbanizados. En concreto, en lo que respecta a las inundaciones de principios de este mes de octubre, podemos afirmar categóricamente que se han producido una serie de infracciones de la ley y que estas han sido precisamente lo que condujo a que hubiera víctimas y a estos enormes daños materiales en el complejo “Elenite”. Lo mismo podemos decir del pueblo de Tsarevo, donde encima se han vuelto a repetir los mismos procesos en los mismos lugares de antaño, con la única diferencia de que en las inundaciones de hace dos años hubo además víctimas mortales”.
Según Sandov existe un vacío entre las responsabilidades de las diferentes instituciones, y esto es un hecho. Pero al mismo tiempo hay personas e instituciones concretas que son directamente responsables y que deben asumir la responsabilidad penal.
“Cuando hablamos de todas estas infracciones, como la de eliminar ríos del mapa para poder construir en esos terrenos, debemos saber que hay un arquitecto jefe del ayuntamiento que está al mando; está también el alcalde y los concejales municipales. Cuando hablamos del control de estas actividades de construcción, ahí entran en juego la Dirección Regional de Control de la Construcción y la Dirección de Cuencas. Se trata de instituciones concretas, tanto locales como estatales, que son las que cargan con la responsabilidad. Y es hora de que se les exija responsabilidad penal, especialmente a los arquitectos principales quienes permiten tales infracciones de la ley y permiten que en el lugar de un río sea construido un parque acuático o un hotel, por ejemplo”, es rotundo el ecologista.
El Colegio de Arquitectos de Bulgaria emitió ayer una declaración especial insistiendo en que se supervisen los planes urbanísticos, especialmente en las zonas de riesgo, y se imponga un moratorio a la construcción en zonas potencialmente amenazadas. En su declaración, la organización profesional señala que la construcción excesiva en la costa, con frecuencia ilegal, y la destrucción de dunas, zonas verdes y sistemas de drenaje naturales son las que acaban convirtiendo cada tormenta en una catástrofe.
Ya estamos presenciando unos cambios climáticos permanentes en el territorio de Bulgaria y tenemos que adaptarnos. Por ello existen estrategias nacionales y sectoriales que hay que poner en práctica, recuerda Borislav Sandov. En concreto, en lo que respecta a las inundaciones, debemos contar con cauces de ríos y arroyos más resistentes que, en caso de lluvias torrenciales, cumplan mejor sus funciones de retención y protección del agua en las zonas adyacentes. Entre las posibles soluciones al problema de las inundaciones, el experto también menciona una mejor gestión de los bosques, que retienen el agua, y la construcción de los llamados volúmenes de retención que retienen el agua en las zonas altas cercanas a las poblaciones; la limpieza y manutención de los cauces de los ríos; el informar mejor a la población o la activación a tiempo de la alerta temprana, etc. También deben realizarse cambios estructurales porque es evidente que los gobernadores regionales y los alcaldes no son capaces de hacer frente a estas situaciones, señala Sandov.
Autor: Iván Gergov
Traducido y publicado por Alena Markova
Fotos: BTA, BGNES
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