El caso de un perro atropellado por un médico en un barrio de la capital ha provocado una ola de indignación pública y la organización de una protesta en Sofía, que tendrá lugar hoy frente a la Academia Médico-Militar, el centro sanitario en el que trabaja el médico.
Mientras tanto, el hospital ha anunciado que Nenad Tsonovski no ejercerá su profesión allí hasta que concluya la investigación.
El último caso de maltrato animal, conocido como “el incidente del perro Maya”, así como otros similares ocurridos en los últimos meses, es un reflejo de la moral pública, señaló en una entrevista para Radio Bulgaria el psicólogo social Nikolay Dimitrov.
“Lo bueno, si es que podemos decir que haya algo bueno en esos casos, es que, como consecuencia, revelan que en Bulgaria se está formando un nuevo tipo de sensibilidad colectiva: la empatía hacia los animales como parte de la moral humana en general. La sociedad no se queda pasiva ni simplemente se limita a condenar, sino que replantea su propia identidad a través de su reacción ante este tipo de incidentes. Estos casos no son solo delitos, sino -me atrevo a decir- pruebas éticas de la madurez de la conciencia colectiva.”
Él también destaca el fuerte contraste psicológico que provoca la profesión del autor, que en este caso es médico.

“Esto genera una fuerte división moral en la sociedad: cómo alguien cuya profesión es salvar vidas puede cometer un asesinato. Este contraste, además del impacto emocional en los observadores externos, puede provocar una pérdida de confianza en las instituciones que se perciben como pilares morales, en este caso: la sanidad.Qué tipo de personas trabajan en este sistema y si los médicos humanitarios pueden permitirse actuar de forma inhumana con los animales.”
“La crueldad hacia los animales se percibe como una violación del código moral y del orden, y también de la propia idea de humanidad. La protesta colectiva y la condena pública son mecanismos sociales para restablecer el equilibrio moral.”

Cualquier forma de violencia, ya sea contra personas o animales, debe ser castigada y disuadida: esa es la postura categórica de Animal Rescue, una organización no gubernamental que se ocupa de los animales sin hogar. Así es como las personas que rescatan, socializan, esterilizan y encuentran nuevos hogares para los animales callejeros perciben los casos de trato inhumano hacia ellos:

“La verdad es que los animales sin hogar se convierten en víctimas fáciles de la violencia, ya que rara vez se verifica dónde están y qué perro es. Esto ocurre porque el Estado no cumple con sus funciones como organismo de control”, explica la cofundadora de Animal Rescue, Nadezhda Stancheva.
“Llevamos 15 años repitiendo el mismo mantra en entrevistas, artículos y grupos de trabajo: el Estado debe controlar las mascotas y su comercio. Es obligatorio implantar un chip a todos los perros, pero no habrá resultados hasta que el Estado empiece a supervisarlo y, si no se cumple, a sancionar. Es una ley que depende de la buena voluntad de las personas. Si cada perro comprado en una tienda de animales se registra a nombre de su propietario, mañana, cuando se encuentre en la calle, habrá alguien a quien multar, y esa persona seguramente se lo pensará dos veces antes de deshacerse de su próximo perro.”
En Bulgaria existe la Policía Zoológica, pero, según Nadezhda Stancheva, esta estructura solo existe sobre el papel y no funciona eficazmente en los casos de maltrato animal:

“Esta dispone de recursos limitados y de escasas atribuciones: son policías que se dedican a las actividades policiales habituales y a quienes la gente puede acudir cuando se produce un caso de maltrato animal. Sin embargo, en todo el país solo hay unos pocos, por lo que queda claro que esta no es la manera en que deberían aplicarse las leyes.”

“No existe una base de datos única para los microchips que se implantan a los gatos; es decir, aunque se implante un microchip a un gato, ese número no conduce a nadie. Esto supone un problema, ya que, por un lado, es obligatorio implantar un microchip al gato, por ejemplo, para que pueda viajar con su propietario, así como para su compra y adopción, pero, por otro lado, este microchip no proporciona ninguna información. La base de datos única ‘VetIS’ ha sido creada por la Agencia Búlgara de Seguridad Alimentaria, pero en ella figuran caballos, ovejas, cabras y perros, mientras que los gatos no están incluidos. Por eso, incluso los propietarios responsables que quieren registrar a su gato no pueden hacerlo.”
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos: Facebook, BNR-archivo, BGNES, arsofia.com
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