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Los cultivos etéreos oleaginosos en Bulgaria se reorientan de la agricultura orgánica a la biodinámica

Desde hace siglos en Bulgaria se cultiva la valiosísima rosa oleaginosa, de la especie rosa damascena
Foto: BGNES
Junto con la vecina Turquía, este país compite en el mercado  mundial del aceite de rosa, es un ingrediente inapreciable de todo perfume de elite. Un tercer país productor de aceite de rosas con marcada presencia en el mercado internacional es Marruecos, aunque eso sí, su volumen de producción es más limitado. En lo que se refiere a los parámetros de calidad, el aceite de rosas búlgaro es inigualable, afirman expertos. Desde hace algunos años Bulgaria se ha convertido también en país exportador de aceite de lavanda.


“Bulgaria es el segundo mayor productor de aceite de lavanda del mundo, después de Francia”, afirma Dimitar Stéfanov, copropietario de una de las mayores empresas búlgaras productoras de aceite de rosa y de lavanda. “Al oír la palabra lavanda, inmediatamente nos acordamos de Francia, pero la verdad es que buena parte de esta aromática planta se produce en Bulgaria. En los últimos años también China ha entrado en el mercado de la lavanda, haciendo un fuerte dumping. Mientras tanto, en Francia las plantaciones de lavanda fueron atacadas por una enfermedad y así se abrió un nicho que han llenado los productores búlgaros. Algunos de ellos habían renunciado al cultivo de la lavanda en el período del dumping chino”.

En estos momentos los precios del aceite de rosa y de lavanda han alcanzado niveles muy altos: 100 euros el kilo de aceite de lavanda y 5 mil euros el kilo de aceite de rosas. La crisis no se ha hecho sentir mucho en el sector. Con razón el aceite de rosas es considerado un producto sin fecha de caducidad, a semejanza de los metales preciosos, las gemas y otros. Esta coyuntura favorable en el mercado es un importante aliciente para el desarrollo de la producción de aceites etéreos en Bulgaria. Va en aumento el número de los productores de aceites etéreos en este país, que se orientan a la agricultura orgánica. Algunos como, por ejemplo, la empresa del Sr. Stéfanov, han optado por prácticas agrícolas biodinámicas basadas en la teoría antroposófica de Rudolf Steiner de comienzos del siglo pasado.

La tierra en que crecen la rosa oleaginosa y la lavanda bío se abona con compost orgánico de producción propia

“Se aprovecha la conexión energética entre los diferentes elementos de la naturaleza: la planta, el hombre, el sol, la situación de los planetas. Todo se hace acorde a un calendario estelar especial para las diferentes faenas agrícolas”, explica Dimitar Stéfanov. Su empresa cultiva 300 hectáreas de rosedales de la especie rosa damascena sobre, más 160 hectáreas sembradas con cuatro especies de lavanda. Son tierras con certificación biológica en la región de Kazanlak, en Bulgaria central, más conocida como el Valle de las Rosas.

“Logramos cerrar el ciclo de materia prima-producto-exportación”, concreta el Sr. Stefanov. “Contamos con un vivero propio en el que producimos plantones orgánicos para nuestros cultivos. Nos dedicamos a la agricultura bío desde el año 2003 y hemos sido una de las primeras empresas búlgaras en hacerlo. Nuestras principales plantaciones en proximidad a la aldea de Manólovo se encuentran en proceso de certificación para la agricultura biodinámica. Lo que diferencia este tipo de agricultura de la bío o la convencional es que se utilizan preparados biodinámicas complementarios que nosotros mismos producimos”.

Crece el número de los aceites etéreos búlgaros con la marca bío

En la destilería de aceite de rosas de esta empresa se elaboran todos los derivados de la rosa oleaginosa: capullos y pétalos secos, agua de rosa, aceite de rosa, concrete y absolue, utilizados prioritariamente en la elaboración de diferentes productos cosméticos o de perfumería. Todo es bío. El 95 al 98% de la producción de la empresa está destinado a la exportación, principalmente para las industrias de cosmética y de perfumería, pero también como condimento aromático para Japón.

“Lógicamente, nuestro mayor mercado son las economías más desarrolladas”, explica Dimitar Stéfanov. “En Europa los tres principales consumidores de nuestros productos son Francia Alemania e Inglaterra. Los EE UU también son un gran consumidor. Tenemos buen mercado, además, en Japón y Australia. Curiosamente, China también se está volviendo un importante consumidor de aceites etéreos bío”.

Al visitar la aldea de Manólovo hemos podido observar la producción de preparados biodinámicos para bonificar el suelo y estimular el crecimiento de las plantas. La sensación que hemos tenido ha sido de presenciar un rito mágico de la Antigüedad. Bajo la dirección del experto suizo Rainer Sax, varias personas llenaban de estiércol decenas de cuernos de vaca “de ser posible, desaparecidas de muerte natural”, según aclaraba la agrónoma Mimi Náidenova. Antes del mediodía el equipo había llenado los cuernos de óxido de silicio. Por la tarde los llenaba de estiércol, según recomienda el calendario lunar de agricultura biodinámica de la alemana María. Los cuernos se clavan en la tierra y permanecen allí seis meses en diferentes períodos del año. Como resultado de ello se obtienen dos tipos diferentes de preparados bío para estimular las plantas.

Bajo la dirección del suizo Rainer Sax, agrónomos búlgaros preparan productos biodinámicas para estimular el crecimiento de las plantas

“Uno de estos preparados absorbe las fuerzas de la tierra en el período de invierno y actúa sobre las raíces de las plantas. El otro asimila los nexos solares y cósmicos entre la Tierra y el espacio en el período de verano y actúa sobre el florecimiento y la capacidad reproductiva de las plantas”, explica Mimi Náidenova. El cuerno de vaca es algo muy especial. “De principio la vaca es un animal muy especial porque tiene la capacidad de asimilar la energía espacial”, afirma la agrónoma, especialista en antroposofía, y agrega que el cuerno de vaca recaba la energía cósmica.

¿Ha de creer uno fuertemente en esta filosofía para aplicarla en la práctica?

“No necesito creerlo. Simplemente veo los buenos resultados en el suelo, que se vuelve cada vez más fértil, y en las plantas, cada vez más vigorosas”, responde Dimitar Stéfanov, co-propietario de una de las empresas búlgaras  más grandes y más prósperas en la producción de aceites extraídos de plantas cultivadas de forma orgánica y biodinámica.

Versión en español por Raina Petkova
Fotos: María Dimitrova

По публикацията работи: María Dimitrova


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