La diplomacia búlgara aprovechó la reunión anual de los ministros de Exteriores de los países de la Iniciativa de Centro de Europa, que acabó hace dos días en Ojrid, para activar sus contactos con Skopje y para palpar el pulso de los gobernantes en Macedonia en el contexto de la crisis política que va profundizándose en este país vecino de Bulgaria.
Durante la Reunión de la Iniciativa de Centro de Europa, el ministro de Exteriores de Bulgaria, Daniel Mitov, se identificó con la postura común de que la integración europea y euroatlántica de los países de la región, Macedonia incluida, no tiene alternativa y que solo bajo estas condiciones pueden ser garantizados el desarrollo económico y la estabilidad política.
Para Bulgaria y su política exterior, sin embargo, fueron más importantes las reuniones de Mitov con su homólogo macedonio Nikola Poposki, con el presidente, George Ivanov, con el primer ministro, Nikola Gruevski, así como con líderes de la oposición. El principal asunto que el diplomático debatió con sus anfitriones fue la preparación y la firma de un acuerdo de buena vecindad y amistad entre Bulgaria y Macedonia. Este proyecto, sin embargo, lleva largo tiempo en aguas abiertas por la falta de deseo de las autoridades en Skopje de dar los pasos necesarios.
El tratado en cuestión fue propuesto por Sofía para que puedan ser respetados algunos derechos principales en la comunicación entre los países que son miembros o desean adherirse a la UE. Si miramos más allá del discurso diplomático, queda claro que Sofía apoyará la adhesión de Macedonia a la UE, únicamente, bajo la condición de que la histérica propaganda antibúlgara que se desencadena periódicamente en Macedonia y la tergiversación de los hechos históricos queden en el pasado. A juzgar por las publicaciones del centro de prensa del Ministerio de Exteriores, los interlocutores oficiales de Mitov no apoyaron abiertamente la preparación de este acuerdo. Lo cual en el idioma de la diplomacia significa que Skopje no acepta la firma de este documento.
En opinión de varios analistas, el odio antibúlgaro existe solo en la mente de los gobernantes en Skopje que otrora se formaron en escuelas políticas en Belgrado. La mayoría de los macedonios no sienten repudio hacia Bulgaria. Todo lo contrario, suman miles quienes desean obtener la ciudadanía búlgara y su número no deja de crecer.
La historia de los últimos decenios muestra que Sofía ha cometido varios errores en lo que al asunto macedonio se refiere. El ejemplo más reciente es el reconocimiento del Estado macedonio durante el gobierno del presidente Zheliu Zhelev, en los albores de la democracia, después de la caía del régimen totalitario en Bulgaria en 1989. Hay algunos historiadores que valoran este acto como no bien pensado. La afirmación de que el reconocimiento del Estado no significa reconocimiento de la nación y el idioma fue desmentida por la propaganda en Skopje que no hace diferencia e incluye en el acto del reconocimiento de la nación, el idioma, el Estado y la historia.
¿Qué sucederá si Macedonia accede en la UE? Lo seguro es que las autoridades en Skopje no podrán discriminar a quienes se declaran búlgaros en Macedonia. Prácticamente no habrá frontera y los lazos entre las personas no podrán ser controlados y manipulados por Skopje. Entonces, como se expresan emocionalmente algunos analistas, quedará claro que somos un pueblo que vive en dos estados.
Versión en español por Hristina Taseva
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