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Las relaciones entre la Iglesia y la política se vuelven un tema delicado en pleno verano

Foto: Archivo

Por razones desconocidas, durante el paréntesis de verano del Parlamento de Bulgaria, el Santo Sínodo insistió en forma escrita en que el órgano legislativo nacional solicitara su posición en lo tocante a la vida, la salud, la moral, la educación, el patrimonio cultural, el estado sanitario y social del clero, el estado de los cultos religiosos, los impuestos, etc. Según el Sínodo, la práctica de la última quincena de años de solicitárseles posiciones estaba un tanto olvidada, como se habría vuelto manifiesto recientemente en relación con el proyecto de ley para la educación preescolar y escolar. Sin embargo, el Sínodo había expresado su posición a este respecto hace algunos meses, el 18 de febrero. En el espacio público e incluso entre los teólogos circularon comentarios de que la dirección de la Iglesia en realidad pretendía inmiscuirse en la política. Esos comentarios se vieron favorecidos por la circunstancia de que sólo un día antes, ciertamente a titulo personal, de que en nombre del Sínodo, el metropolitano, obispo, de Plovdiv, Nikolay, había expresado que él sí intervendría en la política y, además, en forma drástica, por que ésta habría penetrado en una “herejía satánica”.

El Sínodo despertó críticas análogas, también a finales de abril del año en curso, al ordenar que en las misas en todas las iglesias y monasterios del país se mencionara el nombre del ex primer ministro búlgaro, Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha, como “zar de los búlgaros”, según lo mandaban “los cánones de la iglesia”. Los políticos, además de desaprobar esto tuvieron una reacción violenta. Radan Kanev, líder del Bloque Reformista, advirtió que “la ridícula coronación de un ex primer ministro” no era una casualidad, sino que constituía una injerencia inadmisible de la iglesia en la política interna y exterior de Bulgaria. Rosen Plevneliev, presidente de Bulgaria, mostró esperanza de que el Sínodo reconsideraría su decisión a fin de que los cristianos no se dividieran en monárquicos y republicanos. El propio Siméon se niega a que se le mencione en las misas como “zar de los búlgaros”. A la postre se aclaró que la decisión del Sínodo se había tomado a insistencia del obispo de Plovdiv, Nikolay, y se señaló que no había sido una decisión unánime y que varios metropolitanos se habían opuesto a la misma.

Las recientes declaraciones del obispo Nikolay fueron calificadas por el teólogo Dilian Nikolchev, entrevistado por Radio Nacional de Bulgaria, de “inadmisible demostración política”. Es que según el Artículo 7, inciso 2 de la Ley de Cultos Religiosos, las comunidades e instituciones religiosas no se pueden emplear con fines políticos .Fuentes del propio Sínodo aseguran que si éste decide pronunciarse con respecto al caso de la propaganda política del obispo de Plovdiv lo hará en septiembre próximo. El Sínodo, en principio, no estaba sorprendido porque al obispo Nikolay se le conoce por su capacidad de defender con idéntica convicción dos tesis diametralmente opuestas. Esto es así de verdad puesto que hace algunos años el obispo se opuso tajantemente a que el ex primer ministro, Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha, fuera invitado a un Concilio Ecuménico, pero después fue insistiendo en que a aquél se le mencionara como zar. Actualmente está manifestando respaldo público para uno de los candidatos a alcalde de Plovdiv, pero en años anteriores no bendijo la candidatura del padre Boyan Saruev para alcalde de Kardzhali, alegando que “el sacerdote es un soldado de Cristo y su ministerio no se dedica a asegurar el bienestar del ser humano”.

En las nociones públicas, la declaración del Sínodo dirigida al Parlamento no es de hecho una pretensión de la iglesia de participar en el poder político sino, tal vez, la expresión de un deseo: mantener una mejor cooperación mutua con las autoridades laicas. O, quizás haya sido un intento por hacer recordar que la Iglesia Ortodoxa, si bien separada del Estado, conforme el Artículo 13 de la Constitución, disfruta del estatuto especial de “religión tradicional en Bulgaria”. Sin embargo, según el mismoArtículo, las instituciones religiosas no se pueden emplear con fines políticos.

El poder político en Bulgaria lleva más de una semana sin reaccionar y las cosas continúan en el ámbito de las hipótesis hasta el mes de septiembre u otro de los posteriores a él. Persiste, sin embargo, también la sensación de que en el seno de la Iglesia ortodoxa búlgara está ocurriendo algo extraño.

Versión en español por Mijail Mijailov



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