Pastor del alma, sacerdote de todos quienes tienen el corazón abierto, un profeta moderno… Estas son algunas de las definiciones con las que el papa Francisco permanecerá en los corazones de la gente, independientemente de su religión o fe. En 2019, el papa visitó Bulgaria, y aquella fue una visita que transcurrió bajo la insignia de la paz.
“Paz en la Tierra” (el título de la encíclica Pacem in Terris del papa “búlgaro” Juan XXIII), pasó a ser el lema de la estancia del papa Francisco en Bulgaria, que duraría tres días, y durante la cual el jefe de la Iglesia católica romana transmitiría su mensaje de paz al mundo. El papa hizo su llamado en presencia de católicos, ortodoxos, protestantes y representantes de otras confesiones durante la misa del domingo en la plaza Alexander Battenberg de Sofía.
“Aquel era un mensaje para la eternidad, porque en el mundo sigue habiendo conflictos y guerras”, declara ante Radio Bulgaria el padre Paolo Cortesi, párroco en Bélene. “Utilicemos el arma de la oración para que estas guerras cesen en todas partes y que la gente viva en fraternidad, creando unos fuertes lazos entre hermanos. Somos miembros de la misma familia pero, por desgracia, ya desde Caín y Abel no dejamos de entrar en disputas, y en conflictos. Por eso, trabajemos todos por la paz y seamos pacificadores".
Nada más llegar a Bulgaria, en mayo de 2019, el papa Francisco se reunió con el patriarca Neófito, con el presidente Rumen Radev y con los miembros del Parlamento. El papa también ofreció apoyo y afecto a los emigrantes de un centro de refugiados, y al día siguiente viajó a la ciudad de Rakovski, donde le esperaba la mayor comunidad católica del país.
En esta pequeña ciudad, situada no muy lejos de Plovdiv, el papa Francisco visitó el antiguo templo de San Arcángel Miguel, cuya construcción data del año 1887. Y, en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, construida en la misma época y diseñada por el arquitecto italiano Vezzetti, el papa dio la primera comunión a 250 niños búlgaros.
Hoy los habitantes de Rakovski todavía guardan un valisoso recuerdo de esa visita del papa Francisco:
“Era el 6 de mayo (día de San Jorge en Bulgaria), y fue muy emocionante cuando llegó a nuestra ciudad. Era una persona muy terrenal, salió entre la gente, nos bendijo. Y, lo más importante de todo, no dejaba de decir ‘paz y amor’, ‘tengamos fe todos’”, comparte hoy una mujer de Rakovski.
“Y los niños que recibieron su primera comunión estaban muy felices”
“Era un cálido día de mayo, toda la ciudad había salido a la calle, fue todo muy bonito. Nosotros queremos a nuestros santos padres, y recibimos al papa con una enorme alegría. Pasó justo por nuestra calle, nos hizo muy felices. Hemos estado rezando por él, para que sobreviviera a esa grave enfermedad por la que pasó. Me siento muy apenado. Quedará en mi memoria con su deseo de paz para todos, porque estas guerras están acabando con nosotros”.
El padre Ivelín Guénov, de la iglesia Santos Pedro y Pablo, en Hisarya, fue uno de los sacerdotes que recibieron al papa en Rakovski. Él también vuelve la vista atrás hacia esos momentos tan especiales ante la reportera Kremena Daneva:
“Es un recuerdo maravilloso, que me dejó unas profundas huellas de fe y esperanza, a mí, y también en todos aquellos niños que vinieron de toda Bulgaria para recibir su primera comunión. El papa se pronunció entonces de una forma muy cercana a los corazones de todos, tal como lo había hecho a lo largo de todo su pontificado. Nos tocó profundamente la esperanza que él transmitía, el hecho de que siempre estaba abierto a la gente, y a quienes se encuentran en los extremos de la vida, y como buen pastor que era iba a buscarlos y a llevarles la luz de Cristo”, cuenta el sacerdote, para quien el mensaje papal más importante es el referente a la paz en una época como esta, de guerras entre hermanos. “El papa nos decía que la paz no es algo que se gane, sino que es un regalo de Dios. Decía que para ganarnos a nuestro hermano, para obtener la paz con los demás, es necesario que hagamos ciertas concesiones".
El padre Paolo Cortesi también guarda el emotivo recuerdo de su único contacto con el papa, cuando el santo padre le estrechó la mano:
"Eso ocurrió en Rakovski cuando, junto con los jóvenes de Bélene, entregamos personalmente al papa Francisco el icono de los cuatro mártires búlgaros: el monseñor Eugenio Bosilkov y los padres Pavel, Kamen y Yosafat. Hablamos un poco y él estaba muy contento. Siempre conservaré ese recuerdo, de haber puesto en manos del papa a nuestros mártires búlgaros. Puedo estar orgulloso y me alegro de ello".
"El papa Francisco era una persona llena de luz, un hombre maravilloso. Se interesaba por todos nuestros problemas, por todo lo relacionado con Bulgaria, y se lo hizo sentir a nuestros compatriotas", comparte ante la Radio Nacional el monseñor Strahil Kavalenov, obispo de la Diócesis católica de Nikópol. Él es precisamente el delegado elegido para representar la Iglesia católica búlgara en el funeral del papa.
Antes de despedirse del pueblo búlgaro y partir hacia Macedonia del Norte, el papa Francisco también envió un mensaje de paz desde el “Pequeño Jerusalén”, el espacio ubicado entre las iglesias ortodoxa y católica, y entre la sinagoga y la mezquita en la capital búlgara. Más tarde la portavoz de la Iglesia católica en Bulgaria, Iva Mihaylova, decía que el papa Francisco había compartido en repetidas ocasiones su deseo de volver a visitar Bulgaria.
El sacerdote de Bélene confía en que el próximo papa continuará la labor de su predecesor.
“La obra del Espíritu Santo y de Dios ha de ser continuada a través de los papas y a través de todos nosotros”, añade el padre Paolo Cortesi. "Puede que el nuevo papa tome algo del papa Francisco pero, como cada líder espiritual, nos sorprenderá con su estilo o con la dirección que elija. Espero que sea una persona excepcional, como lo eran los últimos líderes de la Iglesia católica. Yo crecí con el papa Juan Pablo II, después con Benedicto XVI, y antes estuvieron el papa búlgaro Roncalli (Juan XXIII) y el Papa Pablo VI. Todos ellos merecen ser escuchados por todos - y no sólo por nosotros, los católicos -, porque se dirigen al mundo entero y a todas las personas que tienen buena voluntad".
Cuando una persona muere, los búlgaros decimos "Dios le perdone". “Creo que en casos como este, también podemos decir ‘que Dios lo resucite’”, añade el padre Paolo Cortesi:
"Hoy estamos en los días de Resurrección y esperamos que Dios resucite al papa Francisco y a todos los fieles difuntos, y que un día podamos volver a comunicarnos con ellos. Por eso, permitamos que la tristeza se convierta en alegría, y en la esperanza de volver a ver de nuevo al papa. Nos encontramos en el Año Jubilar de la Esperanza, que es su último legado. Él nos ha regalado este Año Jubilar y en él debemos alegrarnos, porque la esperanza cristiana nos dice que somos eternos".
El santo padre dirigió la Iglesia católica romana durante 12 años, periodo en el que visitó 67 países de todos los continentes, incluida Bulgaria. En su última Pascua, se presentó ante los fieles reunidos en la plaza de San Pedro vistiendo un omoforio con bordados de cruces ortodoxas y de una rosa búlgara, que recibió como regalo durante su visita a Bulgaria. En su testamento, el papa Francisco expresó su deseo de ser enterrado en la catedral de Santa María la Mayor de Roma, donde rezaba ante el icono de la Virgen con el Niño antes y después de sus viajes al extranjero, así como en cada acontecimiento importante. Este es, además, un lugar sagrado para los búlgaros, porque fue en esta basílica precisamente donde en 868 el papa Adriano II consagró solemnemente el alfabeto búlgaro y los libros litúrgicos que trajeron los Santos Hermanos Cirilo y Metodio, escritos enteramente en eslavo-búlgaro.
Autor: Diana Tsankova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: BTA, Gregorio Borgia/AP
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