Se han cumplido recientemente 130 años desde el comienzo de los estudios meteorológicos regulares en Bulgaria. La fecha es escasamente conocida fuera de los círculos de los meteorólogos, pero se encuentra asociada a la puesta en funcionamiento de la primera estación meteorológica búlgara, uno de los acontecimientos más significativos en el terreno de la ciencia y la tecnología de Bulgaria en el siglo XIX.
Hoy cuando el territorio de este país se encuentra cubierto por una densa red meteorológica y éste participa en el intercambio meteorológico internacional, nos cuesta imaginar cómo había empezado todo .El 1 de febrero de 1887 la primera estación meteorológica permanente hizo sus primeras mediciones en el patio del Liceo de Lenguas Clásicas de Sofía. Las observaciones meteorológicas fueron confiadas a Marin Bachvarov, profesor a la sazón del Liceo de Varones de Sofía y futuro profesor de astronomía en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid”. Los resultados se hicieron públicos en el Boletín Oficial del Estado, marcando el comienzo de la presentación ante el amplio público nacional de este tipo de información. Aquel acontecimiento no fue únicamente un paso en el campo de la meteorología, sino que sirvió para colocar a Bulgaria al lado de los desarrollados países europeos de la época y abrir nuevos horizontes en esta esfera. Sólo tres años más tarde, la estación ya accedía a “ central” para el país, mientras a nivel nacional iba avanzando la estructuración de una red meteorológica. En el año 1891 Bulgaria ya participaba como miembro de pleno derecho en la Conferencia en Múnich de directores de los servicios meteorológicos.
¿Qué ha logrado la meteorología nacional en estos 130 años? Ofrece la respuesta el doctor Gueorgui Rachev, climatólogo y profesor en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid”.
En aquellos años, una Bulgaria pobre que acababa de obtener su libertad, conseguía, gracias a un puñado de estudiosos formados en Alemania, igualarse con los países europeos desarrollados. Los búlgaros comenzamos por efectuar mediciones óptimas y muy precisas del estado momentáneo del tiempo, justamente a través de observaciones meteorológicas, señala Gueorgui Rachev. Bulgaria se encuentra situada en el extremo meridional de la franja climática moderada. Estas particularidades climáticas, combinadas con la orografía nos exigen la capacidad de poder distinguir, con lujo de detalles, entre las diferentes características. El clima en Sofía es una cosa, y a sólo 10 kilómetros de la capital vamos cruzando por tres a cuatro zonas de paisaje distinto y de un clima propio único en su género. Si no hubiéramos tenido la posibilidad de conocer los detalles o de rastrear cómo iban cambiando el clima y la atmósfera, no habríamos podido obtener estos resultados. Tanto hace 130 años como en la época actual nuestra idea es llegar a recopilar el mayor número de datos sobre nuestro clima y nuestro tiempo atmosférico únicos.
Según el climatólogo, vivimos pendientes de la situación meteorológica y por esto la falta de información puede provocar, en algunas ocasiones, pérdidas de vidas humanas, sobre todo, de personas que trabajan a grandes altitudes.
Sin la meteorología no podrían existir no sólo la agricultura, sino también el turismo, la navegación marítima, la aviación, etc., enfatiza Gueorgui Rachev y agrega: Bulgaria forma parte del mundo, y el mundo va avanzando. Así que resulta un tanto sorprendente la política promovida por el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, de la Academia de Ciencias de Bulgaria, con el cierre de dos tercios de las estaciones meteorológicas en Bulgaria que participan en el intercambio internacional enviando la información que están recopilando a raíz de sus observaciones. Sabido es que Bulgaria ocupa uno de los últimos puestos en Europa en cuanto a la pureza del aire atmosférico. De manera que resulta realmente inadmisible negarnos a enviar información meteorológica al Centro Europeo -que confecciona pronósticos a corto y mediano plazo- alegando que los datos podrían usarse con fines comerciales. La Organización Meteorológica Mundial se basa en la idea central de que todos los países le faciliten desinteresadamente su información. Resulta asombroso que en este momento los búlgaros nos estemos comportando de una manera no europea, concluye Gueorgui Rachev.
Para los búlgaros sigue en pie la pregunta de ¿En qué estado dejaremos la red meteorológica nacional, justamente nosotros, herederos de quienes hace 130 años acometían su creación?
Versión en español por Mijail Mijailov
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