Días contados tras estrenarse en la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, Bulgaria es parte de intensas actuaciones diplomáticas. Shinzo Abe, primer ministro nipón hizo una visita a Bulgaria, primera en la historia de las relaciones bilaterales, el primer ministro búlgaro Boiko Borisov efectuó una visita a Azerbaiyán, fue recibido en Sofía el presidente de Montenegro Filip Vujanovic y ese mismo día, el flamante ministro de Exteriores de Polonia Jacek Czaputowicz −que sólo una semana atrás había accedido a su puesto− se reunía con Ekaterina Zajarieva, ministra búlgara de Exteriores. Los EE.UU. tampoco desaprovecharon el momento para desearle éxito a la presidencia búlgara del Consejo de la UE y lo hicieron por medio de la visita a Bulgaria de Hoyt Yee, subsecretario de Estado adjunto estadounidense. Esta sucesión de importantes acontecimientos políticos exteriores llegó a su culminación con la noticia de que el Parlamento de la República de Macedonia había ratificado el tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con la República de Bulgaria, documento considerado por Sofía como extraordinariamente importante.
¿Cuál es, en realidad el denominador común entre estos acontecimientos de orientación diferente y qué es lo que sugiere esta actividad?
Hay que subrayar, en primer lugar, que esta febril actividad en el plano político exterior es testimonio de la manera más convincente del puesto y el papel de Bulgaria en el escenario internacional. Bulgaria es un país europeo medianamente grande, miembro de la UE, pero actualmente, como país que preside el Consejo de la UE, centra la atención de los observadores internacionales que siguen de cerca cada uno de sus pasos dados en el frente diplomático. En su condición de tal, Bulgaria está emitiendo ahora una nítida señal de que no se quedará indiferente frente a los problemas internacionales fundamentales que afecten de cualquier forma los intereses de la UE o los suyos propios.
El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, ha efectuado una visita a Azerbaiyán invitado por Ilham Aliev, presidente de ese país. La visita aparece como totalmente lógica y natural sobre el telón de fondo de las ambiciones búlgaras de construir en Bulgaria un centro europeo repartidor de gas que oferte a los países europeos gas procedente de fuentes muy diversas. Esta idea ha obtenido el visto bueno de Bruselas y durante las conversaciones con motivo del comienzo de la Presidencia búlgara del Consejo de la UE, el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, incluso ha hecho entrega en público al primer ministro búlgaro de un esquema-proyecto de este centro repartidor de gas.
Y de Azerbaiyán se espera que suministre gas a este centro para el comercio mayorista. Ya se ha suscrito un acuerdo para el suministro de 1 millón de metros cúbicos a partir del año 2020 y durante los años posteriores, pero el Gobierno búlgaro puede insistir en un incremento de los suministros puesto que el volumen acordado es bastante modesto para un hub gasista europeo. Aliev ha ofrecido a Borisov inversiones para la gasificación de los hogares en Bulgaria. Sin embargo, los contactos entre los dos países no se limitarán únicamente a los gasoductos, puesto que ya ha comenzado a funcionar una nueva regular línea aérea regular entre Sofía y Bakú de la que se espera impulsar el diálogo entre los dos Estados que no están tan alejados uno del otro.
La orientación asiática en los intereses de Bulgaria se va concretando y va cobrando dimensiones nuevas y más palpables en virtud de la visita a este país del primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Hasta ahora un premier nipón no había efectuado una visita oficial a Bulgaria pese a que la cooperación entre Japón y Bulgaria estaba a un nivel bastante satisfactorio. Actualmente parece que Tokio siente la necesidad de obtener un respaldo aún más claro sobre el telón de fondo de las tensas relaciones con Corea del Norte y las crecientes ambiciones globales de China. El primer ministro japonés ha visto y comprobado que puede apostar por el respaldo de Bulgaria y ha reiterado su disposición de un ahondamiento de la cooperación económica bilateral.
Bulgaria ha colocado su primera presidencia del Consejo de la UE bajo el signo de la integración europea de los países de los Balcanes Occidentales. Esto seguramente le consta perfectamente a Filip Vujanovic, presidente de Montenegro, quien obviamente ha arribado a Bulgaria para reunirse con su homólogo búlgaro con el fin de conocer más detalles sobre los planes concretos de Sofía en este sentido.
De hecho, se ha tratado de la primera visita a Sofía de un jefe de Estado de un país de los Balcanes Occidentales tras haber asumido Bulgaria la Presidencia del Consejo de la UE y esta visita es indicio de la voluntad de Montenegro de llevar a cabo una política activa de cara a su acceso a la UE. Se espera que hasta el próximo mes de febrero, los Balcanes Occidentales hayan articulado una estrategia común para la adhesión.
Una de las visitas que se merece una atención especial es la visita relámpago a Bulgaria de Jacek Czaputowicz, flamante ministro de Asuntos Exteriores de Polonia. Actualmente las relaciones de su país con Bruselas están atravesando por una crisis y sobre Polonia se cierne la amenaza de verse privada de su derecho de voto en la Europa unida. Por esto Varsovia está buscando a correligionarios y aliados incluso fuera del Cuarteto de Visegrad.
Ahora, en su calidad de país que preside el Consejo de la UE, Bulgaria ha asumido un papel aún más importante y se han redoblado los esfuerzos de Polonia por granjearse su respaldo. Sin embargo, los observadores no omiten resaltar el hecho de que Bulgaria está promoviendo una política bastante más suave y se resiste a comprometerse en conflictos entre Bruselas y algún país miembro de la UE. Cualesquiera que sean los resultados de estas actuaciones diplomáticas, no cabe duda de que Bulgaria está firmemente decidida a desempeñar durante su presidencia del Consejo de la UE un papel mucho más activo en el escenario internacional.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES y BTA
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