Atanás Radenski, uno de los científicos búlgaros de mayor éxito, residente en el extranjero, ha regresado a la patria para presentar su segunda novela, “La Salvadora”. Tras la caída del régimen totalitario en Bulgaria, viajó a los E.UU. y hoy en día es profesor de ciencias informáticas en la universidad Chapman, en Orange, California.
El deseo de emigrar de Bulgaria lo invadió hace muchos años ya que el poder anterior en Bulgaria no le permitía viajar con asuntos laborales a Occidente, dice el profesor. Como científico en la Academia de Ciencias y en la Universidad de Sofía se le enviaban frecuentemente invitaciones para la participación en conferencias a las que no pudo asistir por habérsele denegado visado de salida. ”Aquello se repitió varias veces y entonces me puse a pensar que era persona non grata en mi país,” dice Atanas Radenski. Cuando en 1990 recibió una oferta para trabajar un año en los EE.UU. viajó a ese país acompañado por su esposa y tres hijos y se radicó allá. En EE.UU. se dedicó a proyectos de investigación, relacionados con cálculos paralelos de alta velocidad y grandes bases de datos -Big data-.
Un ejemplo banal de mis ocupaciones científicas podría ser el pronóstico del tiempo. Lo integran el cumplimiento de modelos que reclaman volúmenes cuantiosos de cálculos para prever, por ejemplo, si va a llover, dice el científico. Los grandes datos se emplean a su vez en Facebook, por ejemplo, para cualificar el comportamiento delas personas y poderles ofrecer el tipo de publicidad adecuado. Big Data te calcula todo lo que están haciendo centenares de millones de personas y, por medio de modelos estadísticos, estos bancos de datos pueden prever cuáles son las cosas que esas personas prefieren.
El choque cultural causado por la colisión con la otra cultura es lo que Atanás Radenski describe en su primera novela titulada “De fiesta con el presidente”, en la que el protagonista es también profesor en la universidad “San clemente de Ohrid” de Sofía y, al igual que Atanás, viaja a los EE.UU, país en que se ve involucrado en una sucesión de situaciones cómicas. Y, mientras su primer libro evoca la época de la transición en Bulgaria, el segundo es una novela moderna que trata de la labor de los rescatistas de montaña y el mundo globalizado en e que se mezclan cada vez mayor número de culturas y en el que las fronteras carecen de una especial significación. Ambas obras las ha redactado el profesor en lengua búlgara pese a que domina el inglés literario, en el que se ha guiado por Hemingway, al memorizar y recitar la novela de éste “Adiós a las armas”.
Por cierto, no me puedo codear con Hemingway pero creo que hay una cosa que hago de manera similar a él, dice Atanás. Hemingway simplemente describe lo que está ocurriendo y deja al lector libre para crear su propia idea de cómo se siente el protagonista etc. No hay conclusiones, no hay una acumulación de reflexiones por parte del autor hacia el lector, no te dice qué es lo que tienes que pensar. Esto a mí me gusta muchísimo y es así como escribo también yo, aunque, eso sí, hay también gente que espera a que le digas qué es lo que precisamente piensa el protagonista y cuál es la conclusión esencial que se desprende del libro.es que la conclusión esencial se la tiene que sacar cada uno por sí mismo, como por ejemplo, cuando ve el cielo tachonado de estrellas de Van Gogh. En ese momento cada uno experimenta sentimientos diferentes y simplemente debe entregarse a placer de la contemplación.
En sus retornos periódicos a Bulgaria Atanás Radenski ha visto facetas muy distintas al aspecto que Bulgaria tuviera cuando hace 30 años emigró de este país. Tampoco escatima sus referencias a las deficiencias y defectos del país: Es un problema de peso el que la gente se va y no regresa. Por esto hay que cambiar algo, y no se trata únicamente de los ingresos. El cambio más importante tiene que ver con el entorno social: debemos ser más atinados y atentos con nuestros semejantes, en derredor nuestro, ponen más buenas intenciones en el trato, dar pruebas de tolerancia, pese a que esa palabra desagrade a algunos. Se rumorea que los norteamericanos son gente hipócrita y falsa, pero cuando uno se muestra cortés con los demás, hay reciprocidad en la cortesía y entonces las dificultades son menos difíciles de superar. El respeto por los otros seres humanos también importa mucho. Si respeto a la gente con la que trabajo cumpliré debidamente mi proyecto y no me quedaré con la mitad del dinero que por éste nos paguen. Es así como funciona el respeto: uno hace bien su trabajo y el resultado es bueno para todos. En fin, cuando respetas a la gente, no le robas.
Versión en español por Mijail Mijailov
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