Mientras el domingo recién pasado estaba inspeccionando las obras de construcción de una autopista, el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, se quejó de haber sido denigrado por un escrito en la presa española, detrás del cual, a su juicio, habría estado el presidente de Bulgaria, Rumen Radev. El premier hizo la queja en presencia de miembros del Ejecutivo, lo cual viene a confirmar que últimamente la confrontación entre el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, y el primer ministro, Boyko Borisov, se ha ido agudizando y ampliando. Esta confrontación, en un principio, dejaba la impresión de una animadversión personal, luego llegó a un nivel institucional –entre el poder ejecutivo y la Presidencia de la nación– para trascender estos últimos días las dimensiones nacionales.
Los episodios conflictivos de personales han pasado a ser francamente institucionales, tras anunciar el presidente de Bulgaria, el pasado 4 de febrero, que retiraba su confianza al Ejecutivo mientras el primer ministro le acusaba de estar desuniendo la nación. El partido gobernante, GERB, ha respaldado tajantemente a Boyko Borisov con la posición de que el jefe de Estado carece de poderes para retirar su confianza al Gobierno. Se ha solidarizado con esta postura incluso el opositor Movimiento por Derechos y Libertades que ha recalcado que el presidente del país sólo tiene derecho a opinar pero que no lo tiene de retirar u otorgar confianza. La coalición de los Patriotas Unidos, socio del partido GERB en el Gobierno, ha reclamado la normalización de las relaciones entre las instituciones.
La única en patentizar una rotunda solidaridad con el presidente Rumen Radev ha sido la coalición izquierdista “Partido Socialista por Bulgaria”, pero de este modo, ha reanimado en realidad las críticas, notorias desde hace un buen rato de una relación latente entre el Partido Socialista Búlgaro y el jefe de Estado.
Estas críticas cobraron nuevo vigor también por algunas circunstancias que se dieron en la ceremonia conmemorativo del 147º aniversario de la muerte del héroe nacional búlgaro, Vasil levski. Reunidos delante del monumento a Levski en Sofía, grupos de participantes en la concentración ciudadana fueron aplaudiendo al presidente de Bulgaria y abucheando, al mismo tiempo, a la alcaldesa de Sofía, Yordanka Fandakova. En declaración hecha pública por tal motivo, el partido GERB ha expresado que la memoria del Apóstol de la Libertad, Levski, había sido ultrajada bajo el patrocinio del jefe de Estado, quien se habría convertido en cabecilla de elementos partidistas marginados.
Hubo después una declaración del primer ministro Borisov, según el cual, el desfile conmemorativo debería haberse convertido en la culminación de una sarta de escritos en su contra en España, culminación a la que se sucediera un putsch contra el Gobierno. Precisamente en este contexto, sin mencionar expresamente a Rusia, Borisov insinuó que se le había informado con anterioridad sobre eso y que el caso tendría que ver con la expulsión de diplomáticos rusos de Bulgaria y con “la búsqueda de algunas personas con papeleta roja”.
Este último comentario ha coincidido con el mentís dado por el portavoz de la Inteligencia Militar de Rusia a la noticia de que su jefe, Serguei Narishkin, habría intercedido en los EAU con vistas a la liberación del empresario Vasil Bozhkov, con orden de busca y captura en Bulgaria. La noticia en cuestión habría sido fabricada por los servicios especiales de Bulgaria bajo el control de los EE.UU. Según el portavoz de la Agencia de Inteligencia Militar de Rusia, los servicios especiales estadounidenses habrían desplegado en Europa del Este una campaña en contra de las relaciones de buena vecindad con Rusia de la cual Bulgaria sería el epicentro.
Ha aportado un trazo peculiar a la discordia, una afirmación del primer ministro búlgaro de que detrás del escrito comprometedor, hecho público en el rotativo español “El Periódico”, habrían estado el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, y Rusia. Esto, en vez de frenar, ha extendido la atención otorgada al caso en España y de ello se ha ocupado ahora un otro diario “El Nacional”. En el flujo de comentarios se han percibido asimismo algunos elementos de confrontación entre medios informativos búlgaros y españoles, lo cual refuerza la sensación de una internacionalización del caso.
La confrontación entre la institución presidencial y el poder ejecutivo no es una primicia en la historia más reciente de Bulgaria. Existió, por igual, durante las presidencias de Zhelio Zhelev (1992-1997), de Petar Stoyanov (1997-2002 ), de Gueorgui Parvanov (2002-2012), aunque , eso sí, tuvo entonces tonos más moderados y alcance más limitado. Se ha justificado ya el comentario reciente, hecho por un diario nacional, de que la guerra fría entre las instituciones se ha transformado en caliente.
Versión en español por Mijail Mijailov
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