La renuencia del poder a atender las voces de las protestas que desde ya casi un mes vienen exigiendo las dimisión del Gobierno y el fiscal general, van alimentando la resolución de los contestatarios de llevar a un término exitoso estas acciones. Se vuelven cada vez más numerosas las carreteras bloqueadas, aumenta el número de las ciudades que van sumándose a las movilizaciones, se extienden las acciones protagonizadas por búlgaros residentes en el extranjero. Son éstas las características del verano búlgaro 2020.
Según la Prof. Antoaneta Jrístova, psicóloga política, la protesta carece de carácter estructurado, ya que las personas en las plazas no se muestran partidarias de una formación política única.
”Afrontamos dos variantes de evolución de la situación −dice la Prof. Jrístova, entrevistada por Radio Nacional de Bulgaria− . Una apunta a la dimisión del Ejecutivo y la formación de un Gobierno provisional designado por el jefe de Estado, Rumen Radev. Sin embargo, está variante se encuentra descartada casi al 100%, porque en el seno de la sociedad ha calado una desconfianza frente a las instituciones en su conjunto. La segunda variante es la del diálogo con los contestatarios y satisfacer parcialmente algunas de sus reivindicaciones hasta la celebración de las elecciones parlamentarias ordinarias, que parecen sensatas desde el punto de vista de una democracia con los pies firmemente puestos en la tierra”.
Pese a haber efectuado algunos relevos y anunciado algunas medidas de impacto social, el Gobierno no ha podido mitigar el tono perentorio de los manifestantes ni ha logrado entablar un diálogo con ellos. En medio de una situación tan tensa no son sólo los jóvenes quienes se van politizando, también lo hace toda la sociedad, y esto obedece a la sensación de injusticia que tiene la gente, estima Kaloyán Velchev, politólogo y autor de escritos en la plataforma juvenil de análisis En Bloc.
”Desde este punto de vista, los jóvenes no somos más especiales −comenta Kaloyán Velchev a Radio Nacional− . Se nos califica de vanguardia de la protesta, pues somos algo nuevo en ésta, y creo que la politización de las personas jóvenes puede surtir un resultado positivo. La mayoría de nosotros nos hemos ido socializando en un entorno de ánimos muy hostiles a la política y la forma de hacer política. Por esto es normal que una buena parte de nosotros vivamos apartados de la política. Sin embargo, es justamente esta esperanza que ahora se está gestando en las plazas la que es capaz de alentar a gran parte de los jóvenes a que se incorporen a la lid política con el fin de luchar y defender sus ideas tal y como lo hacen en las concentraciones de protesta”.
En 2013, año en que se organizaron las anteriores protestas multitudinarias en Bulgaria contra el Gobierno de Plamen Oresharski, el escritor Vladimir Zarev describió la rebelión popular en su novela El Puente de las Águilas, diciendo: ”Desgraciadamente, las protestas han creado la ilusión de que en Bulgaria se haya afirmado por fin una sociedad civil capaz de poner freno al gobierno egoísta e histérico”. ¿Habrá cambiando algo a estas alturas?
“El partido GERB lleva una década detentando el poder total, transformado por el primer ministro en un poder unipersonal −opina el escritor−. Boyko Borisov es quien resuelve todos los problemas, pero, por desgracia, la máquina del Estado no funciona, la sociedad está podrida, se reparte dinero entre determinados oligarcas y sigue arraigado el problema más grave, que es la corrupción”.
Las protestas no son tan sociales sino que apuntan al logro de una idea salvadora para el pueblo entero, estima, además, Vladimir Zarev. Señala que sus expectativas de unión de la sociedad civil y de conseguir frenar “el histérico egoísmo de los partidos y los oligarcas” las está asociando a las personas jóvenes congregadas en las plazas, que un día puedan acceder a formar parte del Gobierno del país.
Recopilado por Diana Tsankova
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: EPA/BGNES
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