Ha transcurrido casi un año desde que se registrara el primer caso de Covid–19 en China, pero los expertos del mundo entero continúan fluctuando con respecto a las medidas tendentes a poner coto a la propagación del virus. Cuando a mediados del pasado mes de marzo en Bulgaria fue decretado el estado de emergencia, una buena parte de los búlgaros tomó en consideración las medidas de seguridad. Enfrentada a la amenaza anónima, la gente iba acatando estrictamente las restricciones y los resultados fueron más que satisfactorios. A mediados de junio, de la población de casi siete millones de Bulgaria, el número de contagiados no superaba un centenar y los decesos por coronavirus se podían contar con los dedos de una mano.
Durante el verano, la gente, al parecer acostumbrada a aquellas estadísticas, fue desentendiéndose de los avisos de los médicos, que exhortaban a que se respetaran las medidas. Así, a comienzos de octubre el cuadro sufrió un cambio brusco. Paulatinamente, a medida que iba aumentando de forma drástica el número de los enfermos, fueron callándose los escépticos vocingleros que comparaban la enfermedad como una gripe estacional común.
El 17 de noviembre, por primera vez desde el comienzo de la epidemia, Bulgaria registró su estadística más sombría. En sólo 24 horas, 152 personas perdieron la batalla contra la enfermedad y el 44% del total de pruebas analizadas para Covid–19 dieron positivo. Esto significa que casi una de cada dos personas está infectada.
Según el matemático Prof. Nikolay Vitanov de la Academia de Ciencias de Bulgaria, asesor en la Célula Operativa Nacional de lucha contra el coronavirus, pese al aumento muy acentuado en el número de los enfermos y de gente que necesita asistencia médica urgente, el pico esperado de la enfermedad se producirá en diciembre.
”La situación está a la vista de todos: se han comenzado a registrar más de 4.000 nuevos casos diarios −dice el Prof. Vitanov− . Es ahora, en noviembre, cuando se hace la estimación de la tendencia para los próximos meses de invierno. Si no actuamos ya, tendremos un mes de diciembre duro, e igualmente lo pasaremos difícil en enero y febrero próximos. Es preocupante que el sistema sanitario de Bulgaria ya no pueda atender el número en aumento de personas infectadas“.
Los centros hospitalarios se han visto prácticamente desbordados de repente y comienzan a escasear las camas para los enfermos en estado crítico. Tras el acondicionamiento de unidades complementarias de Covid–19, afloró el déficit de médicos, enfermeras y personal auxiliar, los cuales uno a uno van contrayendo el contagio. En las localidades pequeñas del país, los centros sanitarios se encuentran al borde del colapso y, con ello, los fallos y omisiones en el sistema de Salud en Bulgaria han comenzado a destacar.
“Existen problemas con respecto a los especialistas que deban atender al creciente número de pacientes. Es el sistema sanitario el que influye fuertemente sobre el estado de las personas que necesiten tratamiento –comenta el Prof. Nikolay Vitanov en entrevista con Radio Nacional de Bulgaria– . Cualesquiera que sean las medidas que se tomen, hay personas con síntomas leves que no son capaces de pagar de su propio bolsillo las pruebas ni pueden ausentarse del trabajo. Estas personas siguen transmitiendo la enfermedad. Por tanto, aun respetándose estrictamente las medidas, el número de nuevos casos de contagios persistirá del orden de unos 800 al día”.
Por el déficit de lugares para el tratamiento de los pacientes Covid, el ministro de Sanidad, Kostadín Ánguelov, ha emitido una orden para abrir en cada hospital unidades de Covid. Esto ha hecho que pacientes entre enfermos crónicos, aquejados por dolencias oncológicas y gente trasplantada, se sientan amenazados y privados de asistencia adecuada.
Casi no hay núcleo familiar en Bulgaria en el que no se haya registrado un caso de persona con contagio. Por miedo a no sufrir contagio complementariamente en los centros hospitalarios, gran número de los búlgaros han optado por la automedicación atendiendo a los consejos de personas que se habían recuperado de la enfermedad. Al menor asomo de los banales síntomas de resfriado, algunos echan mano de antibióticos. Los médicos y los farmacéuticos advierten que automedicarse con estos fármacos entraña grandes riesgos a largo plazo porque propicia premisas para el surgimiento de cepas multirresistentes incontrolables.
Mientras, todavía estamos en plena temporada de otoño y, amén de la Covid–19, ya van empezando a propagarse las demás cepas gripales, junto con los rinovirus banales.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: EPA/BGNES, archivo BNT
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