Una muestra itinerante montada en el Museo Politécnico Nacional revela la historia de un auténtico trovador búlgaro, de la primera mitad del siglo XX. La trayectoria vital de Stoyan Milenkov, nacido en 1889 en la ciudad de Breznik, no se presta a ser encasillada en una sola definición. Se calificaba a Milenkov de poeta, actor, músico, humorista, artistas satírico, coplero, fundador de lo que sería la música ligera de Bulgaria. Hoy en día se le podría llamar incluso rapero.
Como alumno insumiso soñaba “embelesado” en la escuela con viajar a París para estudiar arte dramático y apenas llegó a culminar estudios de 6 grado de la segundaria. En la Ciudad de la Luz concluyó estudios en la escuela de Charles Masset, en las clases impartidas por Paul Mounet, famoso actor de la Comédie Francaise y fue acumulando experiencia, como ayudante de director y actor en trabajos prácticos en varios teatros. Con un prestigioso diploma en la mano retornó a Bulgaria en 1911 e, inicialmente, comenzó a trabajar en el Nuevo teatro Popular y el Teatro Nacional y escribió el libreto de la opereta “Moralistas”:
”En los años ente las dos guerras mundiales, todos en la capital de Bulgaria se sabían de memoria sus coplas -señala Madeleine Yáneva, del Museo Politécnico-. La gente las tarareaba al ir por la calle, viajando en el tranvía, estando en casa... Los periódicos agotaban sus tiradas si conseguían ser los primeros en imprimirlas. Stoyan Milenkov hacía escarnio de toda manifestación negativa que surgía en la vida política y social y lo hacía incluso en la época en que la libertad de expresión y de prensa estaba rigurosamente prohibida. En el prefacio de su compendio jubilar “Carnaval sin máscaras: entre el cabaré y el Parnaso”, el escritor y crítico literario Stoyan Chilinguirov señala a Milenkov como pionero en la estructuración literaria de la broma, la chanza, la burla, el escarnio y el humor y augura que dejaría a la posteridad una notoriedad da la que carecerían muchos de los que le miraban con soberbia”.
“A Stoyan Milenkov se le conocía en toda Bulgaria, ya que cuando aparecía en un lugares públicos uno se sentía invadido por la sensación de que Milenkov era un amigo de cada uno - dice el crítico de arte Dragan Tenev en una entrevista del año 1994, guardada en el Fondo de Oro de Radio Nacional de Bulgaria-. Si él, discípulo de una escuela de teatro de París, se hubiera quedado para entonar sus coplas en las márgenes del Sena y no hubiese vuelto a Sofía, se habría granjeado la fama de un Maurice Chevalier. Cuanto él ha escrito se ha quedado grabado en la memoria de mis congéneres, porque sus coplas eran de candente actualidad y nunca neutrales. Milenkov tenía una posición social en el arte y la defendía, aunque haciéndolo en un estilo cómico, humorístico. En París escuchaba a quienes cantaban en sus avenidas y a su regreso a Bulgaria, tras desempeñarse algún tiempo en el Teatro Nacional, se puso a recorrer las calles de Sofía cantando sus coplas y acompañándose de su pequeña guitarra”.
Si hojeamos el compendio de Stoyan Milenkov y nos fijamos en cualquiera de sus páginas veremos que nada ha cambiado desde la década de los 20 o los 30, asegura Madeleine Yáneva y añade:
”Son coplas que siguen de candente actualidad incluso hoy en día. Por ejemplo, el “Canto sobre el ladrón” en el que el autor dice “A todos nos llaman ladrones, con desdén y desprecio.
Huyen todos de nosotros a la carrera, recios
Ladrones yo llamo a gente de otra calaña
Que roba al Estado y al pueblo con descarada maña”.
Guitarra en mano, Stoyan Milenkov fue recorriendo ciudades y pueblos divulgando sus coplas “sin publicidad, sin coronas de flores, como las cigarras en los estivales calores”.
Después de cambio del régimen político en Bulgaria, en 1944, actuó en la arena del circo y cosechó en éste sus últimos aplausos. Su vida, cantada en coplas, se apagó cuando tenía 64 años de edad.
Versión en español por Mijail Mijailov
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