Nikópol es una ciudad marcada por la historia. En una ribera rocosa que se eleva sobre el Danubio todavía están esparcidos los restos de la fortaleza del zar Iván Shishmán −quien gobernó Bulgaria de 1371 a 1395− vinculada con uno de los momentos más trágicos de la historia de este país. Después de que los invasores otomanos se apoderaran de la ciudad de Tárnovgrad (hoy Veliko Tárnovo), el zar búlgaro trasladó la capital del Segundo Reino Búlgaro (1185−1396) precisamente a Nikópol.
En 1395 la fortaleza fue conquistada por astucia y el zar fue capturado y decapitado frente a la puerta central por orden del sultán Bayezid I. Hoy en día únicamente los fragmentos cubiertos de malezas de las murallas y de la puerta relativamente bien conservada susurran el recuerdo del antiguo esplendor de la fortaleza del zar Iván Shishmán. Los turistas suben hasta su parte más alta para gozar de la bella vista que se abre hacia la ciudad acurrucada en sus pies y el azul del Danubio.
El río Danubio, el mayor atractivo de Nikópol
Desde esta primavera la asociación de pescadores de la ciudad ofrece paseos en bote por el río. “La travesía por el río dura entre dos y tres horas. Organizamos un picnic con barbacoa en algunas de las islas, el pescado recién capturado es muy sabroso a la parrilla”, dice Bíser Gueorguíev, presidente de la asociación Amur−Nikópol. ¿Cómo transcurre un paseo por el Danubio?
“Salimos de la playa de Nikópol y navegamos cerca de la isla de Srednyak. La isla está conectada con el territorio rumano y es como una península, ya que en el pasado los rumanos inundaron dos barcazas para poder anexarla a su costa y apropiarse de ella. La isla tiene cinco kilómetros de largo y un kilómetro de ancho”, explica Bíser Gueorguíev.
Codo, Pulgar, Jardín: islas en el Danubio incluidas en el recorrido fluvial
La isla más atractiva es Katunara, que se ha ganado el apodo de Las Maldivas de Nikópol, por la fina arena que cubre la playa de casi tres kilómetros.
“Durante el verano muchas familias visitan la playa, ya que las aguas tienen poca profundidad. Uno puede adentrarse 100 o 200 metros en el río y el agua le sigue llegando por la cintura”, cuenta Bíser Gueorguíev.
Durante la temporada seca, cuando el nivel del río baja, algunas islas se pueden visitar caminando. Entonces aparecen las playas que se parecen a las de Las Maldivas, que son una alternativa digna a los centros marítimos búlgaros, según afirman los vecinos de Nikópol.
Paseo en bote por “aguas de cereza”
«En mayo, cuando la nieve se derrite en las montañas, el nivel del Danubio comienza a subir drásticamente. Esto sucede en la época en que florecen los cerezos. Ha habido ocasiones en las que casi todas las islas han quedado bajo el agua. Es por eso que las llamamos “aguas de cereza”», cuenta Bíser.
El archipiélago de Nikópol es un oasis de naturaleza salvaje. Hay una enorme diversidad de aves que anidan allí. Mientras el bote navega, sobrevuelan el agua cormoranes, garzas, pelícanos ceñudos, pigargos, agachadizas reales… Además, en las islas uno puede toparse con jabalíes, ciervos, chacales, zorros, gatos salvajes y faisanes que cruzan el río en busca de la paz y huyendo de los humanos.
La iglesia rupestre sobre el Danubio
La ruta fluvial también pasa junto a uno de los secretos mejor guardados del Danubio. En las rocas verticales de piedra caliza de la ribera de Nikópol se encuentra excavada una iglesia rupestre de los siglos III a IV, consagrada a San Esteban. Se supone que formaba parte de un gran complejo monástico que fue destruido por el tiempo.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: Veneta Nikólova
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