Hace justo un siglo, el 22 de septiembre de1921, Iván Vazov cerraba los ojos para no volverlos a abrir, legando a los búlgaros algunas de las palabras más bellas que había dedicado a este país. La veneración y sincero cariño que él sentía por Bulgaria los descubrimos en sus cuentos, apuntes de viajes, novelas, piezas teatrales, obras poéticas. Muchas generaciones de búlgaros se fueron criando con sus poesías, y uno de los primeros poemas que todo búlgaro aprende y conserva de por vida, se titula “Niño búlgaro yo soy”.
En su obra, Vazov llegó a tocar una gran parte de los temas que emocionaban e inquietaban a la sociedad nacional en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Esta obra puede servir de unos anales peculiares de los heroicos triunfos búlgaros en aras de la meta de toda la nación: la conquista de la libertad y la unificación del país tras los cinco siglos de dominio otomano. La proclamación de la Independencia de Bulgaria en el año 1908 persiste hasta el momento como el acontecimiento único de aquel período sobre el cual brilla por su ausencia una obra de Vazov:
”La Independencia fue realmente un acto de gran calado pero no hay que acoger de manera tan literal las obras de Iván Vazov - explica Atanás Kapralov, director del Museo Nacional de Literatura-. En sus 71 años de vida, este poeta del pueblo vivió cinco guerras. No hay que perder de vista tampoco que Vazov no era periodista. Sus obras recogen el espíritu de la libertad y la independencia anheladas por Bulgaria. No por casualidad, por mucho que se empeñara otro hombre de letras búlgaro de la época, Pencho Slaveykov, en que su padre, Petko Slaveykov, fuera apodado Patriarca de las Letras Búlgaras, este calificativo lo obtuviera precisamente Iván Vazov”.
Las obras de Vazov sirvieron de aliciente a varias generaciones de búlgaros, e incluso de los nacidos en el extranjero, para ir conociendo y encariñándose con la patria. Las numerosas obras que el autor ha dejado a la posteridad, podrían servir de sendas tarjetas de presentación de Bulgaria ante el mundo. Un testimonio que lo avala lo descubrimos en el interés por la casa-museo del escritor en la capital de Bulgaria:
”La Casa-Museo en Sofía es muy visitada tanto por búlgaros como por extranjeros - dice Kapralov-. Los extranjeros, por lo general, conocen escasamente al artista Iván Vazov. Pretenden conocer de nuestros gerentes qué tipo de persona fue, ya que, con todo, han acabado dándose cuenta de que este hombre llevaba en su fuero interno rasgos esenciales de los búlgaros como individualidades, como una imagen colectiva integral de la idiosincrasia búlgara. Al conocer a Vazov van conociendo también más sobre el búlgaro moderno. Es un hecho curioso el que muchos de estos extranjeros, tras visitar este museo, procuran asomarse a sus obras, leyendo, las más de las veces, su novela “Bajo el yugo”.
Otro hecho interesante asociado a esta novela es que en 1984 la novela fue publicada primero en lengua inglesa. Por su rico lenguaje, su trama y las sugestivas imágenes evocadas, la novela “Bajo el yugo” ocupa un digno puesto en el panteón de las obras clásicas de las letras búlgaras. Su posición de obra clásica no es capaz, sin embargo, de mantener la novela a salvo de intentos por redactarla, refundirla o hasta recortar partes de la novela, con el fin de hacer más fácil su acogida y comprensión por parte de los lectores. En este contexto cabe decir que la “traducción” de la novela aparecida en el mercado de libros hace cuatro años, trayendo el extraño alfabeto de cifras y símbolos al que recurren los jóvenes modernos para chatear, desató, como era de esperar, la enérgica desaprobación en todos los estamentos de la sociedad búlgara. Independientemente de que esta versión moderna veía la luz con el fin de advertir sobre las amenazas para la lengua búlgara, la elección de esta obra clásica de las letras nacionales había resultado a todas luces bastante desacertada:
”No soy capaz de admitir la redacción de una obra de un autor clásico - dice tajante el director del Museo Nacional de Literatura. Que yo sepa, tal cosa no se ha hecho ni en el mundo con unas obra de un autor de tal magnitud. Es innegable que en la novela hay gran número de vocablos de origen turco pero, en última instancia, tal era el lenguaje de los búlgaros de antaño. Probablemente los editores de la peculiar “traducción” habrían considerado que así la obras se volvería más fácil de leer.El problema es que en esta transcripción se pierde el nexo con la alta maestría literaria asociada a los detalles, a la incorporación de matices a la obra. Yo me opongo categóricamente a cualesquiera versiones de modernización de autores clásicos de Bulgaria”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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