En los últimos 30 años la población del oso pardo en Bulgaria ha ido marcando un incremento considerable y esto se está convirtiendo en un problema nacional, no sólo para los habitantes de las regiones serranas, sino también para los propios osos, puesto que se reduce drásticamente el hábitat de 10 000 hectáreas de extensión indispensable para cada ejemplar de estos plantígrados. Según expertos, los cataclismos climáticos y los meses de otoño cálidos posponen para diciembre el comienzo de la hibernación de los osos salvajes.

En esta época del año la comida en los bosques disminuye y es ésta una de las causas por las incursiones de esta especie protegida a zonas en proximidad inmediata a los núcleos poblacionales. Los casos de colmenares de habitantes de las localidades montañosas destruidos por los osos no dejan de aumentar. Uno de los casos más recientes es del Parque Natural Vitosha, de un oso que bajó del monte a la aldea de Bújovo, distante sólo una quincena de kilómetros de Sofía.

“Hay que tomar algún tipo de medidas adecuadas capaces de proteger tanto a los seres humanos como a los propios animales - explica Damyan Damyanov, director de la empresa estatal Suroeste-. Nadie se opone a que el oso sea una especie protegida en Bulgaria y amparada por la ley pero esto no ha de ocurrir a costa de la salud y la tranquilidad de los seres humanos. Cada oso tiene su territorio determinado y la única razón que le impele a abandonarlo es la escasez de comida en su hábitat. Es entonces cuando el oso comienza a buscar comida y un nuevo refugio, llegando así a las zonas más bajas y urbanizadas. Voy a poner el ejemplo del Parque Natural Vitosha, que tiene una extensión de casi 27.000 hectáreas y queno debe ser habitado por más de 3 osos. Lo que ocurre realmente en este parque es que hay en él unos 17 a 18 osos”.

Con el fin de mantener a los animales alejados de las zonas urbanizadas, los guardabosques dejan comida para los osos en las zonas más altas de la montaña, continúa Damyan Damyanov. Este esfuerzo, empero, resulta insuficiente. La causa fundamental del comportamiento atípico del oso salvaje en Bulgaria reside en su población. Faltan, sin embargo, cifras exactas sobre su número, puesto que nadie ha hecho tal conteo sobre terreno. El oso pardo fue declarado especie protegida en Bulgaria en el año 1993 tras haberse producido su amenazadora extinción en algunas de las regiones serranas de Bulgaria en la década de los 80.

En los últimos 30 años el número de estos plantígrados en Bulgaria, en base a unos cálculos eminentemente teóricos, se podría haber triplicado y hasta cuadruplicado. Según los informes de monitoreo oficiales de las instituciones del Estado, su número asciende a unos 800, en tanto que las organizaciones ecologistas lo sitúan en unos 650.

¿Qué habría que hacer en adelante? Damyan Damyanov opina:

“Hace un par de años propusimos al ministro de Agricultura que se asignaran fondos y se hiciera una recogida de muestras de la pelambre de los osos monitoreados, estudiarlas y llegar a obtener una idea objetiva de cuál sería exactamente la cantidad de osos en Bulgaria, para luego confeccionar un plan nacional de gestión y regulación de esta población.

Afrontan problemas idénticos nuestros colegas en Eslovaquia y Eslovenia. Con ellos hasta hemos llegado a examinar una eventual colaboración internacional en aras de encontrar una solución común para presentarla ante la Comisión Europea y las organizaciones ecologistas. Croacia ha dejado zanjado el problema al efectuar un tal monitoreo e implementar un uso reglamentado de la población”.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: park-vitosha.org