Ella tiene 36 años y se graduó por el Colegio de Lenguas Clásicas de Sofía, pero terminó sus estudios en Países Bajos y Gran Bretaña. Vivió en varios lugares en Europa y en estos momentos trabaja en la Organización Internacional de Trabajo, en Ginebra, donde está responsable del departamento de diseño. Tiene dos maestrías, en estos momentos está estudiando la tercera relacionada con el cambio climático.
No tiene un piso privado, automóvil ni otra propiedad. ¡Pero sí tiene un bosque! Igual que muchas personas jóvenes Raya está preocupada por el medio ambiente y está convencida de que cada uno puede aportar su granito de arena dando pequeños pasos individuales y a veces simbólicos. “Sentía que tenía que hacer algo”, dice Raya Úbenova.
Así se gestó la idea de invertir todos sus ahorros personales en la compra de un amplio terreno en Bulgaria y plantar árboles en él.
Prácticamente esta es la tecnología más barata y útil para la absorción del dióxido de carbono que ofrece múltiples ventajas y que supone un freno de los procesos erosivos, mejora del hábitat de distintas especies animales y beneficios para el estado del suelo, señala Raya.
En abril Raya regresó a la patria para buscar un terreno agrícola idóneo, abandonado hace años, que estuviera en proximidad a un bosque. Y lo descubrió cerca de la aldea de Tserovo, en la región de Pazardzhik. “La superficie del bosque es de 1.9 hectáreas. En el terreno encontramos unos cuantos pinos, un ciruelo-cerezo y sobre todo arbustos como el rosal silvestre, entre otros”, dice Raya.
La joven ecologista ha procedido a la forestación del lugar con gran cautela y tras largas consultas.
“Dado que no poseo conocimientos especiales en este ámbito entré en contacto con el doctor Nasko Iliev, un experto en repoblación de bosques. Él preparó un plan tecnológico que contenía las especies más apropiadas para la forestación. Me recomendó que predominara el roble de Hungría, señalando que este árbol podría ser sustituido por el roble cabelludo, el roble de invierno y el roble común. Las especies que diversifican al bosque son el tilo, el arce, el cerezo silvestre, el cerezo-ciruelo”.
La repoblación del bosque de Raya ya es un hecho. El 13 de noviembre más de 300 voluntarios de todo el país se incorporaron a la iniciativa.
Raya señala que igual que en el caso de los niños, los primeros años de la vida del bosque son de suma importancia. Por esto en los próximos dos a tres veranos habrá voluntarios que se encargarán de limpiar las malezas del lugar.
¿Cómo reaccionaron sus familiares al informarles que se proponía gastar todos sus ahorros en aras del bien de la humanidad?
“Estaba absolutamente segura de que lo iba a hacer, dice Raya. Sabía que lo que había ideado es correcto y necesario, y esto me servía como un chaleco blindado ante sus reacciones. Mi madre se sintió muy preocupada porque no tengo vivienda ni nada que sea mío y para ella era incomprensible la idea de comprar esta tierra que es el primer inmueble en mi vida sin poder habitarlo. Mi padrastro, empero, abrazó la idea y me ayudó muchísimo”.
A juicio de la joven, en Bulgaria la principal prioridad de la mayoría de la población es tener garantizado el pan de cada día y por esto raras veces a alguien se le ocurre volver la mirada a los problemas globales como es la preservación medioambiental. A pesar de esto un número de búlgaros cada vez mayor se incorpora a iniciativas ecológicas y esto es motivo de gran optimismo, concluye diciendo Raya Úbenova.
Versión al español de Hristina Taseva
Fotos: Raya Ubenova
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