Llega a Italia con su novio, supuestamente por dos semanas, sin sospechar que el destino tiene otros planes para ella. Hoy, 30 años después, la doctora Eugenia Vukadinova está separada de su pareja desde hace algún tiempo, tiene una hija de 24 años y sigue viviendo en Roma, donde es una respetada ortopedista y fisioterapeuta. Además, es miembro de la Asociación de Médicos Extranjeros en Italia.
La doctora Vukadinova afirma que su decisión de quedarse en la Ciudad Eterna fue inicialmente tomada "de broma", sin embargo, aclara que sus primeros años allí no fueron precisamente como una "canción". "En Bulgaria era dermatóloga, especialista en enfermedades cutáneas y venéreas, pero en aquella época nuestro país aún no era miembro de la UE y nuestros títulos de medicina no estaban reconocidos en Italia", recuerda. Ante esta situación, la joven mujer optó por reinscribirse en la carrera de medicina en la Università degli Studi di Roma Tor Vergata, aunque decidió cambiar de especialidad y enfocarse en la medicina física y de rehabilitación.
En la actualidad, la Dra. Vukadinova ejerce en un prestigioso centro médico multidisciplinario en Roma y se siente satisfecha por su contribución en ayudar a las personas. A pesar de esto, menciona que mantiene su afiliación a la Asociación Médica Búlgara y continúa colaborando con especialistas de Bulgaria. Sin embargo, en su opinión, la sanidad búlgara no puede ser comparada con la italiana. "Los italianos cuentan con uno de los mejores sistemas de salud del mundo. Aquí, el paciente recibe un sólido respaldo por parte de la Caja del Seguro de Enfermedad, a diferencia de lo que sucede en Bulgaria", declara la doctora Vukadinova en una entrevista con Radio Bulgaria y añade:
"Puedo decir que en Bulgaria, en este momento, la atención médica está altamente comercializada, lo que afecta no solo la salud de las personas, sino también nuestra imagen en el extranjero. Sin embargo, esto no significa que los médicos búlgaros no sean los mejores y los más preparados. En Bulgaria contamos con una práctica extraordinaria que muy pocos países europeos tienen. Formamos a los especialistas mientras aún están en la universidad y reciben una amplia práctica durante su formación. En Italia, los médicos no comienzan a ejercer hasta después de obtener su licenciatura, pero el sistema está muy bien organizado. Por lo tanto, los búlgaros recibimos una excelente formación práctica, pero aún queda mucho por hacer en cuanto a la organización de nuestro sistema de salud".
La doctora búlgara afirma que no ha cortado los lazos con su tierra natal. A menudo regresa a casa para visitar a sus familiares y, sobre todo, disfruta haciendo largas caminatas por la montaña de Rila. "Me encanta esta montaña", dice la Dra. Vukadinova. Sin embargo, su principal dedicación está en su trabajo y en atender a sus pacientes. Resulta que entre ellos también hay búlgaros, en su mayoría emigrantes que han llegado a Italia por motivos de negocios.
"Normalmente, aquellos que me consultan trabajan como cuidadores a domicilio, atendiendo ancianos o niños pequeños. Son personas encantadoras a las que ayudo en todo lo posible, porque cuando no dominas el idioma es difícil lidiar con la burocracia italiana. La mayoría de mis pacientes son mujeres que mantienen a sus hijos en las universidades, no solo en Bulgaria. Conozco a sus hijos, algunos están realizando maestrías o doctorados en Oxford o Boston, mientras sus madres trabajan incansablemente para apoyarlos. Todos son personas humildes y trabajadoras", explica la Dra. Vukadinova. Además, agrega que en Roma, los búlgaros son conocidos como excelentes constructores, ganándose elogios y respeto entre los italianos.
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Fotos y video: Veneta Nikolova, archivo personal
Versión al español de Borislav Todorov
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